El artista mexicano Felipe Ehrenberg concibe la creación como un acto de afirmación y de cuestionamiento en la que los artistas son como los bufones de la Corte, que tienen el don de la impunidad para criticar y señalar las miserias del poder y de la sociedad. Por primera vez en su larga trayectoria como creador heterodoxo y prolífico, las obras de Ehrenberg se exponen en Madrid, en la prestigiosa galería Freijo, en una breve pero intensa retrospectiva en la que están presentes sus principales líneas de trabajo en sus casi 50 años de creación.

La exposición la denominaron Felipe Ehrenberg 67/15. Es decir, el año 1967, del que data la primera obra que se expone, Los bufones, y el año 2015, que hace referencia al año en curso y, sobre todo, a la fecha de la creación de su última obra, quizás una de las más dolorosas de su carrera y que, como él mismo explicó a La Jornada, le sigue enturbiando el alma: una pieza sobre el crimen de Ayotzinapa, en la que hizo un collage de unas fotografías de periódico en el que entonó su lamento ante la decadencia y la espiral de violencia que se vive en México.

Hay una obra de 1968, que se convirtió en emblemática, pues es una pintura que conmemora la masacre estudiantil de Tlatelolco. Esta pieza se comunica de forma directa con la pieza que también se expone y que realicé en 2015, al poco tiempo de regresar a México después de pasar 15 años en Brasil. Esa obra marca la masacre de Ayotzinapa. Son dos obras que surgen de dos masacres que me enturbiaron y me enturbian la vida, explicó el neólogo mexicano, nacido en la ciudad de México en 1943.

Añadió: Esa imagen que podemos tener del México pluricultural es gravemente enturbiada por los estragos que le causa un sector descastado, de dinero nuevo, depredador al mejor estilo de la Colonia española. Es decir, son puros blanquitos que siguen depredando México como se ha hecho desde hace 500 años. Uno es testigo de esto y sí me causa muchas melancolías. Entre 1968 y 2015 no ha pasado nada y ha pasado todo. Se ha recrudecido, porque lo de Ayotzinapa representa todo lo que no se sabe, lo que no se conoce; sólo hay que ver cuántas cosas hay en Iguala, Durango y el resto de estados. Y esas fosas son igual de asesinados como de desaparecidos.

Ehrenberg explicó además que en su obra celebra su condición de mexicano, pero “sin darme golpes de pecho nacionalistas ni nada. Simple y sencillamente porque en mi obra he dado recibo de mis vivencias y mis vivencias con México, el náhuatl y los artistas náhuatl, a los que el racismo en México los ha relegado a la posición de artesanos.

De vendepatrias y placachicas

“Ahora veo a un sector de la sociedad mexicana, el que ocupa el poder, más decadente, más descastado, más voraz, más cruel... Hay una palabra que ya no se usa, que son los vendepatrias por parte de los placachicas; eso ahora se ha incrementado a niveles insufribles e inaceptables. Sin embargo, el pueblo mexicano lo sigue aceptando”, añadió.

En la exposición también hay una pieza, inédita, de un hecho histórico que marcó la historia contemporánea de España, la muerte de José Carrero Blanco, el que iba a ser el sucesor del dictador Francisco Franco, a manos de un comando de ETA: Es una serie de 10 pinturas sobre la muerte de Carrero Blanco y que acaba con un huevo, que es como la génesis de algo, es como si en ese hecho se hubiera marcado el comienzo de una nueva España; fue un punto iniciático o un parteaguas.

Marta Ramos Yzquierdo, curadora de la exposición, explicó que la selección de las piezas se hizo con la idea de hacer una presentación en Madrid de quién es Felipe Ehrenberg, sobre todo tomando en cuanto que su obra es tan rica y tan heterogénea. Así que seleccionamos algunas de las líneas de su trabajo y su relación de la mirada con la sociedad. La creación que iba más allá del concepto arte.