Los perros de rancho
n helicóptero, en las redes sociales, en las tribunas del Congreso y los salones privados de lujosos comederos; ante los celulares de reporteros en las entrevistas de banqueta, o ante cámaras y micrófonos de la radio y la televisión, los practicantes y aspirantes a hacer política plural en la era de la globalidad y el hambre confirman la sabiduría campirana de cuando hacían política líderes que no leían encuestas y caciques que nada leían: “Los políticos mexicanos son como los perros de rancho –decían–, sólo el que va adelante sabe a quién le va ladrando y por qué”.
David Korenfeld apareció ante los medios y medio aclaró lo que era más claro que el agua desde el día que vio las fotos en la red: Dijo que estaba mal de una rodilla, pero admitía haber cometido un error
y, anticipo de portento, se arrepentía y ya había procedido a pagar el costo del transporte en el helicóptero de la Conagua. El Presidente de la República, declaró Korenfeld el jueves 9 de abril, le había aceptado la renuncia que presentó el pasado lunes 6 de abril. Las cosas de Palacio van despacio. Y peor cuando van a contracorriente del presuroso alud de las redes sociales
, de electrónicas prisas y ansias por manifestar la alegría que produce comprobar que no son burdo prejuicio la desconfianza y el desprecio por los que dicen que se ocupan de la cosa pública y atienden sus negocios privados.
Basta un escandalito cuya levedad provoca risas y debió irse rápidamente al archivo de la estulticia burocrática. En medio de la gritería en los plenos legislativos convertidos en palenques, los del cuarto poder insistieron en que el acusado informara qué le dijo al presidente Enrique Peña y lo que éste le respondió al aceptar
la renuncia. Imposible, ni en el ámbito de la tortura generalizada hubiera admitido el de la renuncia aceptada lo que le dijo, si algo le dijo, quien debió haberle pedido la renuncia de inmediato, en cuanto se desataron los ladridos de los perros de rancho y los que se les adelantan en las redes sociales. Hoy se dicen coordinadores porque ni ellos mismos se imaginan líderes, conductores de voluntades políticas que fijan rumbo y no esperan que los encuestadores les digan lo que dichos augures creen que es la voluntad de la gente. Ya nadie habla de la voluntad popular. Los de la pluralidad de partidos respondieron como un solo hombre: se subieron a un helicóptero y acudieron al arranque de la campaña de Silvano Aureoles Conejo en Michoacán.
Y hubo inmediata procesión de arrepentidos y de algunos que cargaban sus propias culpas y las facturas del perdón por pecados no cometidos. La izquierda moderna, la del pacto con el PRI resurrecto de tercera generación; el PRD del que se han ido todos y cada uno de quienes fueron sus dirigentes, para que los Chuchos dieran testimonio del fin de la lucha de clases y la persistencia del combate por la acumulación de capital; los que cruzaron el pantano de Iguala y mancharon sus plumajes, después de pedir la cabeza del volador de Conagua, se lavaron las manos con agua bendita: Fue un error, no lo volveremos a cometer
, dijo Carlos Navarrete. Graco Ramírez negó de entrada, pero sus colaboradores dirían en Morelos que el jefe voló en uno de los dos helicópteros que tiene el estado para la policía de mando único.
Graco tiene muchas horas de vuelo. Negó y no corrigió el dislate de su segundo de a bordo. Recordó las horas amargas de los videos de Carlos Ahumada, el audaz argentino que exhibía sus entregas de dinero en efectivo a funcionarios y dirigentes del todavía unido PRD, aunque fuera por las costuras tribales. Entonces y en previsión de aparecer en un video, Graco Ramírez llamó a los de la fuente política y declaró que a él no le había dado dinero alguno el che Ahumada; que se conocían y amistosamente él le solicitó un préstamo: mismo que le pagué oportunamente y del que tengo el recibo correspondiente, dijo. Papelitos hablan... Y en cuanto regresó a Cuernavaca, el gobernador exhibió copias del cheque, de su propia cuenta bancaria ejecutiva
, con el que pagó a una empresa privada el precio de su vuelo al lanzamiento de Aureoles Conejo.
¿Alguien recuerda todavía la frase demoledora con la que hundieron al candidato presidencial del PRI cuando Calderón ganó haiga sido como haiga sido
? Decía: ¿Tú le crees a Madrazo? ¡Yo tampoco! Resulta que en estos días aciagos de desconfianza y desprecio por los políticos, sobre todo por los que ejercen el poder, la izquierda se multiplicó, hizo terrible implosión, es plural y dispersa; es, ya no simbólica, sino realmente un horizonte de perros que lorquianamente ladra a lo lejos del río; pero ni el que va adelante sabe a quién le va ladrando y por qué.
Llegó la hora del frente único. No del mando único. Pero subirse al tabique del poder, detentar lo que debiera ser ejercicio de las facultades que la ley señala embriagó a los que se iniciaron en el afán de cambiar la realidad, abatir la desigualdad, combatir la injusta y criminal concentración de la riqueza. Llegó el momento en que el priato tardío reconoció que la revolución que degeneró en gobierno ya no era capaz de asumirse partido de clases, que no tenía otra salida que la de sumarse a los dueños del capital, a quienes ya no satisfacía la complicidad del poder del dinero con los del poder constituido, el que debían poner en manos de sus gerentes, de sus empleados. Mal les fue a ambos viejos jugadores.
A la alternancia tuvo que seguir nueva alternancia: cambios en la silla que buscaba Eufemio Zapata en las caballerizas de Palacio Nacional. Y el viernes pasado, en Chinameca, Graco, el buen pagador, y Gerardo Ruiz Esparza, el que asignó y anuló el contrato del tren bala, cuestionados y acosados por campesinos de Morelos, huyeron en helicóptero de las furias campiranas que defendían el agua. En la tierra de Zapata, preguntan si no oyen ladrar a los perros.
En lugar de frente único, combate en el lodo de los modernos empresarios de la izquierda que alguna vez fuera vanguardia de las dos grandes luchas que nos hicieron nación y Estado moderno. El PRD se desmorona y acude al INE a intercambiar cargos con los monaguillos de Morena que acata, pero no cumple, salvo cuando se trata de incorporar a la mafia prianista y verde a la izquierda y, aunque usted no lo crea, a Miguel Ángel Mancera, quien se dice no militante de partido alguno mientras parte y comparte bajo el manto de neutralidad que la ley impone.
Mala hora para ladrarle a la luna: no hay marcha atrás en el sufragio efectivo que tanto nos eludió. Menos todavía en las redes sociales por las que circula el caos anarquizante, junto a dispersas observaciones libertarias. Los de César Camacho enfrentan el disgusto y la desconfianza de los ciudadanos del común y de las clases medias emergentes que se tragó la desigualdad en las tres décadas del terror y la farsa de la austeridad. Llegan a las urnas; cuando hasta los autores y promotores del mexican moment denuestan a Enrique Peña Nieto, a quien proclamaron estadista
capaz de concertar la voluntad plural para aprobar las reformas del vuelco constitucional.
El PRI tendrá que ganar una por una las elecciones si ha de sobreponerse al repudio de arriba y la rabia de abajo. Al PAN no le va a alcanzar con la bendición de la mochería, ni con los moches
. Cae el del helicóptero y algún senador panista invoca a Torquemada. Mientras Madero espera a Jesús Zambrano en el salón de los pactos perdidos.