Sin apoyo de la población no será posible: gobernador de la entidad
Lunes 6 de abril de 2015, p. 24
Tokio.
El gobierno japonés exhortó este domingo al gobernador de Okinawa a que acepte la construcción de una base aérea estadunidense en la isla, proyecto que es fuente de polémicas desde hace dos décadas.
El asunto de la base de Okinawa preocupa al primer ministro japonés, Shinzo Abe, que dentro de unas semanas visitará Estados Unidos.
En Okinawa, prefectura del extremo sur, reside la mayoría de los 47 mil militares estadunidenses basados en Japón, presencia mal aceptada por los habitantes de la isla, que se quejan de los ruidos de los aviones y temen que haya accidentes.
Además, con base en varios casos ocurridos en los últimos años, consideran que la presencia de tantos jóvenes estadunidenses aumenta el riesgo de criminalidad.
La base aérea de Futenma, en la ciudad de Ginowan, debe ser desplazada hacia la comuna de Nago, situada en una región litoral menos poblada.
El gobernador Takeshi Onaga, elegido en noviembre de 2014, al término de una campaña contra la construcción de la base, ordenó el cese de las obras, invocando el daño que causaban a la barrera de coral.
Sin embargo, en marzo pasado el gobierno suspendió el decreto del cese de las obras.
El portavoz del gobierno dijo este domingo esperar que el gobernador comprenda
la necesidad de ese proyecto para preservar la fuerza de disuasión de la alianza entre Japón y Estados Unidos
frente a la emergencia de la potencia de China y las amenazas de Corea del Norte.
El gobernador respondió que cualquier proyecto vinculado a la seguridad nacional debe contar con el apoyo de la población.
Okinawa nunca propuso recibir bases. Estoy convencido de que es imposible construir una nueva
, dijo el gobernador Onaga.
El traslado de la base a Nago, a 50 kilómetros, fue decidido en 1996 para calmar a la opinión pública, enfurecida por la violación colectiva de una adolescente japonesa por varios militares estadunidenses.
Pero el proyecto había quedado estancado durante más de 15 años, hasta que en diciembre de 2013 el gobernador Hirokazu Nakaima autorizó el inicio de las obras a cambio de compensaciones financieras para la isla.
Esa decisión, considerada una traición por una mayoría de la población, le hizo perder las elecciones en 2014 frente a Onaga.