e acuerdo con cifras dadas a conocer por la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), en el curso de 2014 se realizaron retiros parciales por desempleo por 9 mil 863 millones de pesos de las cuentas de ahorro para la jubilación, y fueron efectuados por un millón 203 mil 753 trabajadores.
Tras advertir que dicho trámite puede mermar en forma significativa los recursos de las cuentas de retiro, toda vez que implican una pérdida de muchas semanas de cotización, la dependencia mencionada señaló que el beneficio de los retiros parciales suele ser utilizado por agentes promotores como gancho
para atraer cuentas a las administradoras de fondos para el retiro (Afore) para las cuales trabajan.
De esta manera, se presentan casos como el de Afore Azteca, en la que se registraron retiros parciales por desempleo en 83 mil 200 cuentas y, al mismo tiempo, la empresa tuvo un incremento de 94 por ciento de afiliados con respecto a 2013.
Los datos referidos dejan en claro dos cosas: por una parte, que tuvo lugar en el país un desempleo real, aunque no necesariamente contabilizado en cifras oficiales cuando afecta a trabajadores por periodos relativamente breves; por la otra, que en el sistema nacional de fondos para el retiro se realizan prácticas depredadoras por las Afore que no son supervisadas ni impedidas por las autoridades.
Lo que las cifras de la Consar no permiten conocer es en qué proporción los retiros por desempleo se debieron a uno u otro de esos factores. Ambos, a su manera, resultan preocupantes.
Del primero cabe decir que en el país muchas de las situaciones de desempleo no son incluidas en las estadísticas –cuando se ha estado en esa situación por unas semanas, cuando la persona en cuestión no ha tenido trabajo nunca o cuando sus empleos anteriores han estado situados en el sector informal– y constituyen, sin embargo, una suerte de cifra negra que gravita negativamente en lo social y en lo económico: tanto porque son factores de desintegración, marginación y desesperanza, como porque impiden el crecimiento del mercado interno. Del segundo, resulta inadmisible que las autoridades permitan a las Afore –que de por sí cobran comisiones abusivas por administración, aunque no entreguen buenas cuentas– formas de competir por los afiliados que deterioran significativamente el patrimonio de éstos.
Pero no debe ignorarse que, en términos generales, estas malas prácticas de ciertas Afore son consecuencia de un sistema de ahorro para el retiro basado en el lucro y la especulación financiera, que coloca a los trabajadores en situación de vulnerabilidad, lo cual no debió adoptarse y debe ser reformulado con urgencia a partir de un sentido social y no empresarial.