Ofelia Medina, con su poder histriónico, hizo aparecer en el escenario a La Macorina
Eugenia León, Tania Libertad, Regina Orozco y María León participaron en el acto
Las intérpretes repetirán el concierto el próximo sábado en Huixquilucan
Lunes 23 de marzo de 2015, p. a12
Texcoco, Méx.
Eugenia León, Tania Libertad, Regina Orozco, María León y Ofelia Medina rindieron homenaje a la que llaman la chamana
, el pasado sábado, en el Centro Cultural Mexiquense, durante el Festival Vive tu Música en Grande, con el concierto Chavela y sus mujeres.
Ofelia Medina entró al escenario y ante miles de personas transmutó su ser en Chavela. El poder histriónico de Ofelia hizo que por momentos se creyera que enfrente del escenario estaba La Macorina, con todo y sus lentes oscuros. ¡Ahí estaba Chavela Vargas!
La también asociada con María Tepozteca fue descrita como la creadora de un modo de cantar la música tradicional mexicana, la vernácula, arráncandole su esencia bravía y desgarradora, esa que extrae el dolor más profundo, que no se quiere, pero se desea, que no se desea, pero se quiere. Extrajo de las composiciones de José Alfredo el lado oscuro y la resurrección brillante.
Regina Orozo no apareció; irrumpió. Alta, de dimensiones corpóreas boterianas, vestía de negro, con un gran escote que despertó los deseos de algunos de los presentes. A su estatura sumó un peinado que la hacía lucir con zancos. Algunos texcocanos comentaban discretos sobre su aspecto; otros gritaban: ¡grandotas, aunque me peguen!
, y el sentimiento sincero de que ante ella sólo se sentiría vergüenza. Verdaderos golpes en el corazón, heridas que no cicatrizan, sangraron otra vez con su versión de Cielo rojo. Su falsete es educado y parpadeaba para solaz del público.
Como en una carrera de relevos tocó su turno a María León, vocalista de Playa Limbo, quien hizo su esfuerzo para pasar del pop a lo vernáculo. Hay que reconocerle su valor para alternar con voces como las de Eugenia León y Tania Libertad.
Arribó Tania, quien se abrió paso entre la oscuridad de la noche con clásicas como Gracias a la vida, la eterna creación de Violeta Parra. Al final de su paso por este mundo, Chavela decía que ya no podía beber su tequila, que se estaba secando. Pero no hacía iris. Se renuncia, y ya.
Cucurrucucú, paloma, provocó aplausos por la emoción. Los gritos a la mexicana, al modo de Pedro Infante en La oveja negra, se sucedieron por todos lados. Las mujeres se dejaron abrazar por sus parejas. Les ayudó la pieza de Tomás Méndez.
Tania Libertad se puso romántica con frases de Joaquín Sabina. Para que el público de atrás no perdiera detalle se podía seguir el concierto en varias pantallas.
Dijo que haría dúo con Eugenia León, quien fue recibida con alboroto. Se echaron de su ronco y afinado pecho El último trago, josealfredesco y chavelesco.
De verdad, abstemios aparte, al oírlas dan ganas de meterse un alipuz. Como pocas, en Texcoco se escuchaban dos voces de ese tamaño. Es tierra de gusto grupero. Para que amarrara el sentimiento siguieron con la poética de Cruz de olvido, con la que Chavela hacía que el alma volviera al cuerpo. La vida es una barca... ¿Quién lo dijo? Calderón de la mierda.
Visiblemente subjetivada, Eugenia León dijo a los texcocanos que los quería mucho. Ella interpretó La bruja, con la que subrayó que andaba en pretenciones de chuparme a usted.
Algunas parejas bailaron, otras le hicieron al cuento. Rosino Serrano, director musical, tocó el piano y dejó entrever Vámonos, de José Alfredo, que en pocas palabras refiere cuando ella le dice a él que ya no la haga de tos, porque ella ya decidió estar con él. La versión de Eugenia León está cañona.
Con María León, Eugenia cantó poco a poco me voy acercando a ti...
En las pantallas se vio a Chavela, quien habló y subrayó que era una mujer como todas. La imagen se congeló cuando ella juntó las manos, como rezando.
Todas sus mujeres ocuparon el escenario: Eugenia, Tania, Regina, María y Ofelia, para cantar al unísono La llorona, Volver, volver; No soy de aquí, ni soy de allá; Se me olvidó otra vez; No volveré, que Regina llevó a un nivel híper; No me me amenaces, bravía con Eugenia; Échame a mí la culpa, de Ferrus, y, por supuesto, La Macorina... Ponme la mano aquí..., ponme la mano aquí...
, acompañadas por el Mariachi Gama Mil. Así culminó un recuerdo más de Chavela.
La Megabizocho, a quien ahora le añadieron otro adjetivo: Híper Megabizcocho, comentó que ella no tuvo la suerte de conocer personalmente a Chavela, pero sí admiraba y admira su manera de cantar.
En el camerino, al final del concierto, Regina era la reina y un séquito la atendía. Cantar con estas mujeres es una experiencia que el público debe ver
, recomendó.
Más o menos el mismo repertorio lo repetirán las mismas artistas el sábado que entra en Huixquilucan.