e pueden imaginar un hermoso patio barroco cubierto de mariposas aleteando en lienzos azules, rojos, ocres, lilas y verdes? Ahí no queda la cosa, de la cubierta que protege el amplio espacio rectangular cae una cascada de etéreas mariposas de papel. Es la exposición Monarca: identidad de lo efímero, de la artista Carmen Parra, quien fue pionera en la difusión y defensa de las bellas mariposas migrantes.
Tiene 35 años de trabajar el tema y mediante el arte trata de concientizar a la población sobre la fragilidad de ese lepidóptero, que actualmente está en grave riesgo. En el espléndido marco del antiguo Palacio de la Inquisición, que habría de transformarse en la Escuela de Medicina, presenta esta muestra que reúne 28 piezas, entre óleo, cerámica, gouache y una instalación.
El día de la inauguración de la exhibición artística se presentó también el libro Metamorfosis: mariposa monarca, eternidad de lo efímero, travesía de una exposición 1982-2014. Lo editaron la Facultad de Medicina y el Instituto Aspen, organización civil sin fines de lucro, que hace apenas un año llegó a México. El volumen bellamente ilustrado con obras de Carmen Parra y prólogo de Enrique Graue y Juan Ramón de la Fuente, contiene cinco interesantes textos, entre otros, de Arnoldo Kraus y Homero Aridjis.
La ocasión impone recordar algunos momentos de la historia del edificio, para que cuando visite la exposición que ocupa un patio recién restaurado aproveche para conocer varios aspectos de interés del inmueble.
En la hermosa Plaza de Santo Domingo se estableció en 1571 el Tribunal del Santo Oficio, popularmente conocido como la Inquisición. Las primeras construcciones sufrieron hundimientos y a mediados del siglo XVIII nombraron al notable arquitecto Pedro de Arrieta, maestro mayor de arquitectura y albañilería de la Inquisición, para que construyera un nuevo edificio, que es el que aún podemos admirar.
El majestuoso recinto de tezontle rojizo finamente trabajado, decorado en marcos, molduras y adornos con elegante cantera, se distingue por dos rasgos notables que le imprimió Arrieta. El primero es achaflanar la esquina y colocar en ella la entrada, con lo que se logró que el edificio gozara de ambas calles y diera directamente a la plaza. Esta particularidad dio origen a que se le conociera como la casa chata.
Otro detalle admirable se encuentra en el patio principal: los arcos de las esquinas, que al carecer de columnas dan la impresión de estar en el aire, colgando como un gran arete, maravilla arquitectónica que nos continúa asombrando.
Aquí funcionó durante casi 300 años el funesto Tribunal del Santo Oficio, cuyos autos de fe se celebraban, algunos, en la Plaza de Santo Domingo y otros en el Zócalo o en el quemadero que tenía frente a la Alameda Central.
En 1820 se ordenó la desaparición en México del Tribunal del Santo Oficio y el majestuoso edificio fue puesto en venta. Después de ser propiedad por un breve tiempo del arzobispado, en 1854 se adquirió para que fuera la sede de la Escuela de Medicina. Para adaptarlo a ese propósito se le hicieron diversas adecuaciones, entre otras, se le agregó un tercer piso.
Al trasladarse la Facultad de Medicina a Ciudad Universitaria se restauró el edificio, quitándole el tercer piso y devolviéndole su antiguo esplendor. Actualmente es sede del Centro de Estudios Superiores de Medicina y aloja una biblioteca, una esplendorosa botica del siglo XIX, con su contrabotica, donde preparaban y guardaban los medicamentos en hermosos frascos de porcelana y cristal, que nos hacen evocar a los alquimistas medievales. Otro encanto de este palacio es su Museo de la Medicina, verdaderamente interesante, ya que muestra el desarrollo de esta ciencia, desde la época prehispánica.
Ya es hora de comer y tengo tremendo antojo de una buena torta, así que vamos al Rey del Pavo de la calle de Palma 32. Para empezar, un consomé con menudencias y a continuación una suculenta torta de pavo.