La segunda jornada de la decimosexta edición del Festival Vive Latino se inició de forma discreta, pero al filo de las 15 horas las cuadrillas y brigadas de público ya inundaban todos los escenarios del encuentro musical.

Enfundados con máscaras, portando/luciendo sus playeras de sus equipos/grupos favoritos, pelucas, gorras, sombreros y hasta disfrazados las diferentes tribus urbanas llegaron para infectar el maratónico festival con desmadre lúdico y cabrón gozo desenfrenado.

Los primeros que traspasaron la franja de lo musical fueron los de Centaurvs, quienes en el momento más álgido de su presentación lanzaron la consigna hacen falta 43, su discurso musical fue reforzado con imágenes de los estudiantes desaparecidos y leyendas en apoyo a Ayotzinapa.

Más tarde, los dulces músicos de Enjambre, casi al inicio de su presentación, dijeron: es bueno que a pesar del momento atroz que pasa el país todavía podamos festejar estos momentos. El grupo romántico de rock suave y contenido meloso acarició los oídos de varias decenas de miles que se reunieron en el escenario principal.

El primer gran momento de la tarde lo protagonizó DLD, que ratificó su estatura de banda grande desbordando el escenario principal del Festival Vive Latino, por todos los rincones de la plancha la gozadera del público se hizo presente con gritos, féminas en hombros elevando su fruición, bailes en solitario y colectivos, intentos de Mosh pitt, estruendosos coros y hasta air guitar hubo.

El Gran Silencio, la primera sorpresa del día

El rock urbano de Interpuesto saltó al escenario para deslumbrar a propios y extraños. Con una decorosa asistencia y un manejo incuestionable de sus instrumentos, los músicos de Cuautitlán despejaron las dudas sobre su presencia en el festival.

Por su parte, Tropical Forever hizo las delicias en su presentación poniendo a caderear a los gustosos que llegaron temprano.

La primera sorpresa de la jornada musical la protagonizaron los chúntaros de El Gran Silencio, quienes se presentaron en el escenario Momentos Indio, acarreando unos cuantos miles de asistentes, y se aventaron un quien vive con los colombianos de Monsieur Periné y sus paisanos regiomontanos de A Band of Bitches, quienes acaban simultáneamente en sus respectivos espacios.

Rescatando los sonidos de resistencia de los hoyos funkies de los años 70, la fuerza de atracción de La Revolución de Emiliano Zapata reunió a unos pocos miles, pero los convocados disfrutaron el sonido indelicado de los desempolvados instrumentos que salían de la seminal banda mexicana, que tuvo su mejor momento con su emblemática/romántica Mi forma de sentir.

En la Carpa Doritos el dueto Seconds elevó una plegaria al dios Tláloc para que no dejara caer su furia en el festival, pero el preludio de lluvia se sentía en el ambiente. Al tiempo que los chilenos de 424, felices, ofrecieron una solvente/alegre/puntual presentación que fue festejada por unos pocos cientos de asistentes que se arriesgaron a verlos.

Otro sorpresa la protagonizó el combo Molotov Jukebox, que con aceptables argumentos sónicos y un manejo lúbrico sobre el escenario sacó los alaridos del público.

Por su parte, María del Pilar, con su ritmo amable y delicado, llenó de una energía amable la carpa Rockampeonato; llevó al público a un estado intermedio entre la fruición y el éxtasis.

Con un ambiente inmejorable aún faltaban por presentarse el corte grueso del festival, por ejemplo, las emblemáticas bandas mexicanas Cuca y Caifanes, así como las internacionales Apocalyptica, Mastodon y Brandon Flowers.