Nueva York

Las autoridades de salubridad de Estados Unidos expresaron una mezcla de perplejidad y de exasperación por la negativa de muchos padres a vacunar a sus hijos y por los problemas que experimentan sus dependencias para convencer a estos escépticos de que deben inocular a sus vástagos.

Las autoridades dicen que lidian con una pequeña minoría de padres que están mal informados o que son simplemente obstinados en relación con los riesgos que conllevan las vacunas. Éstos dicen que han hecho sus propias investigaciones y que creen que los riesgos son mayores de lo que dicen las autoridades. Por ello toman sus propias decisiones médicas.

La mayoría de los padres hacen vacunar a sus hijos y las tasas nacionales de vacunación en los jardines de infantes son superiores a 90 por ciento. Los expertos dicen no saber si ha habido un aumento en la cantidad de personas que no vacunan a sus hijos.

Pero en algunos estados se ha notado un incremento en la cantidad de padres que quieren que sus hijos sean eximidos de vacunarse en las escuelas. En algunas comunidades, varios miembros de una familia evitan o demoran las inyecciones a pesar de algunos brotes recientes de enfermedades que se pueden prevenir con vacunas y que habían prácticamente desaparecido.

Una de las razones por las que están tan preocupados por este tema es que no saben si las cosas empeorarán, dijo Walter Orenstein, de la Universidad de Emory, uno de los principales expertos del país en vacunas.

El sarampión es una de las mayores preocupaciones. Hace 50 años se registraban medio millón de casos anuales en el país, 450 de ellos fatales. Hacia 2000, la enfermedad había prácticamente desaparecido gracias a las vacunas. en 2004 se registraron apenas 34 casos, pero en los pasados cinco años se supo de cientos de casos.

Las autoridades temen que si aumentan las familias que no vacunan a sus hijos puede reaparecer el sarampión en Estados Unidos.

Los científicos creían que era cuestión de ofrecer a los padres los datos correctos. Sin embargo, estudios demostraron que eso no es así. En los pasados 15 años proliferó la noción de que las vacunas provocan autismo en los niños y cuesta mucho hacerle cambiar de opinión a esa gente, incluso con evidencia científica.