El salario mínimo es una institución que en nuestra región funciona de manera extremadamente deficiente y favorece más la desigualdad que la igualdad de oportunidades para las y los trabajadores y sus familias, define Alicia Bárcena, secretaria de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el prólogo del libro Autonomía y dignidad en la vejez: teoría y práctica en políticas de derechos de las personas mayores, que presentará hoy junto con el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, en el Teatro de la Ciudad.

Señala que el trabajo tiene directa relación con los derechos de las personas mayores, porque se amplía la base contributiva que permite financiar de manera solidaria las pensiones no contributivas y democratiza las posibilidades de una vejez con autonomía para las futuras generaciones.

Bárcena plantea que se debe invertir en la formación y capacitación de los jóvenes para que puedan acceder a un trabajo decente, y al mismo tiempo ofrecer a las actuales generaciones de personas mayores la oportunidad de una buena vejez.

Remarca que la discriminación por edad es un flagelo que socava la dignidad de las personas mayores y cuyas consecuencias, incluso, ponen en riesgo sus vidas o probabilidades de sobrevivencia frente a una enfermedad, la dependencia o un evento catastrófico.

Al igual que en 2014, en la inauguración del foro que da sustento a este libro, la secretaria ejecutiva de la Cepal reitera su preocupación por la falta de un sistema de cuidadores de los adultos mayores en la región. Frente a la inacción del Estado, son las familias, en particular las mujeres, quienes deben ayudar en las tareas cotidianas de las personas en situación de dependencia temporal o permanente. Advierte, además, que hoy existen muchas mujeres mayores cuidando a personas de edad avanzada.

En la presentación del libro, el mandatario capitalino subraya que en la ciudad de México se ha demostrado que la igualdad promovida por la Cepal sólo es posible si ponemos a la persona en el centro de nuestro quehacer cotidiano, a su dignidad como horizonte y a la solidaridad como exigencia ética de convivencia.

Considera que los gobiernos debemos apartarnos cuanto antes de la visión contemplativa de la realidad demográfica que estamos viviendo, y defender los derechos humanos de los adultos mayores. Respetemos sus opciones de vida, no impongamos una única forma de envejecer, pero esforcémonos para que se haga de la mejor manera posible, con salud, pensiones, cuidados y participación.

Mancera asegura que en la ciudad de México las leyes en materia social son una obligación para la administración pública y una conquista de sus habitantes, porque éstas suelen provenir de los más débiles para romper con los privilegios y combatir las causas de la discriminación.

El jefe del Ejecutivo local enfatiza que en su administración todos los días se trabaja para que los derechos humanos traspasen el discurso e impacten la realidad no sólo de las personas que viven en esta ciudad, sino también de quienes transitan a diario.