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La opera prima de Natalia Brushtein se presentó en el festival de cine de Guadalajara

Indaga Tiempo suspendido en la importancia social de la memoria

Vivimos en un mundo que mata, denigra, explota, lastima, tortura, humilla y, sobre todo, que olvida, afirma la cineasta

En el documental rinde homenaje a su abuela Laura Bonaparte, la infatigable fundadora de Madres de Plaza de Mayo

La película compite en dos categorías

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Es un documental sobre las paradojas de la vida, pues mi abuela, que dedicó 35 años de su vida a la memoria de un país, sufrió la pérdida de ésta. Sin embargo, el olvido de Laura Bonaparte no es traición, es descanso, afirma Natalia BrushteinFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de marzo de 2015, p. 8

Una reflexión sobre la memoria y su importancia social, así como de los procesos de la vida, es lo que plantea el documental Tiempo suspendido, de Natalia Brushtein, que el viernes pasado comenzó su participación en el 30 Festival Internacional de Cine de Guadalajara, en el que compite en dos categorías.

De 65 minutos de duración, esta opera prima de la realizadora mexico-argentina hurga en los recuerdos de la luchadora social sudamericana Laura Bonaparte, fallecida en 2013, a los 88 años.

Esta admirable mujer fue integrante de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora y una de las precursoras de la campaña internacional para que se declarara delito de lesa humanidad la desaparición forzada de personas.

A lo anterior debe sumarse que fue la abuela paterna de Natalia Brushtein, quien con este trabajo busca rendirle homenaje, no sólo por los lazos consanguíneos que las unen, sino por su fortaleza y la infatigable labor que desarrolló en torno del respeto de los derechos humanos.

Reflexión sobre la vida

La cineasta optó por apartarse de la línea biográfica para proponer, por un lado, una reflexión que tiene que ver con la vida: qué es lo que nos va pasando conforme envejecemos y, por otra parte, hacerle ver a la sociedad la importancia de no olvidar.

Madre de tres hijos desaparecidos durante la dictadura militar en Argentina en la década de los 70 del siglo pasado, Laura Bonaparte fue un personaje muy importante en el área de los derechos universales y en el desarrollo de las reflexiones de la sicología.

Pero, sobre todo, destacó por su incansable labor para que las sociedades no olvidaran los asesinatos, robos, secuestros y las desapariciones efectuados por los militares de los diferentes países que acompañó, entre ellos México, Bosnia y algunos de Centroamérica.

No obstante todo ese invaluable trabajo y legado, no quise hacer una biografía y preferí enfocarme en la memoria, en lo que importa recordar y lo que no; con lo que nos vamos cuando más cerca estamos de la muerte, explica su nieta, quien fue traída a México cuando tenía un año de edad, tras la desaparición de su padre.

Quise hacer un documental sobre las paradojas de la vida: ¿por qué una mujer que dedica 35 años de su vida a la memoria de un país, a impedir que el olvido que frecuentemente obliga la historia de las sociedades, puede padecer entonces de un mal como la pérdida de la memoria? ¿Es justo que Laura Bonaparte padeciera esa enfermedad, producto de demencia senil? Para mí era una ironía del destino y decidí hacer un obra sobre la memoria y esta paradoja, señala Natalia Brushtein, quien apunta que el documental plantea que su abuela se ganó el derecho a olvidar.

Con esta película, la cual compite en Guadalajara por los premios a la mejor cinta de Iberoamérica y de México, la realizadora también busca dejar patente la obligación que tiene la sociedad de recordar el pasado para que las injusticias no sigan repitiéndose.

Vivimos en un mundo que mata, denigra, explota, lastima, tortura, humilla y, sobre todo, que olvida, y esto permite que todo vuelva a empezar. El olvido de Laura no es traición, es descanso. Es la tregua que ella se permitió después de una vida incansable de denuncia y trabajo por la memoria, sostiene.

Para la realización de Tiempo suspendido –el cual recibió el Apoyo de Opera Prima Documental del Centro de Capacitación Cinematográfica y el Foprocine– la cineasta recuperó tres entrevistas que fueron realizadas en momentos diferentes a su abuela, en 1979, 1993 y 2000, la última a cargo de ella misma.

Entre 2011 y 2012 realizó viajes a Argentina para charlar con ella y filmar su entorno, así como recabar testimonios con el único de sus cuatro hijos que sobrevivió a la dictadura, Luis Brushtein, y sus nietos.