Sábado 7 de marzo de 2015, p. 36
Crimen y castigo
La incursión del 9 de marzo de 1916, ordenada por Pancho Villa a la base militar de Fort Furlong y al Banco de Columbus, Nuevo Mexico, fue considerada por el historiador estadunidense John Mason Hart como el primer levantamiento del tercer mundo contra EU
. En contraparte, la Expedición Punitiva
, ejecutada como represalia al ataque villista, es otra dolorosa invasión experimentada por México ante sus poderosos vecinos. Así coinciden, a través de sus relojes de arena de la historia: Howard Zinn, Gastón García Cantú, Friedrick Katz, Leon C. Metz, Lorenzo Meyer, Paco Ignacio Taibo II, John M. Hart, Rodolfo Acuña y otros autores que han enjuiciado la invasión.
A casi un siglo de esta intervención, aún sigue registrada en la historia como una expedición
, cuyo significado es: excursión para realizar una empresa
, como si se tratase de días de campo vividos por el ejército más poderoso del mundo en su momento y no como una invasión propiamente dicha. Esto, sin que los vencidos tengan un recuento de lo ocurrido durante la ocupación militar de esta potencia mundial sobre un país debilitado y ensangrentado bajo el fuego de una revolución.
Puerta a la impunidad
La práctica de utilizar el lenguaje para encubrir la verdad y dejar una puerta abierta a la impunidad, con el propósito de restar responsabilidad criminal a los culpables, es tan vieja como el hombre. En este caso ha sido muy fácil sustituir la palabra expedición
para omitir la realidad de una invasión. Hoy sucede lo mismo en México, cuando se anula la palabra masacre para sustituirla por desaparición
, al referirse a los 43 estudiantes impunemente asesinados en Guerrero. Lo mismo sucedió con las víctimas de la “guerra contra el narco” y a los miles de desaparecidos
o desaparecidas
registradas en las estadísticas invisibles del gobierno.
Y es que cuando se han creado una verdad histórica
, una verdad jurídica y una verdad divina
para justificar la Expedición Punitiva
de EU contra México, parecería que ya no hay mucho que explorar sobre lo que verdaderamente sucedió ese 9 de marzo de 1916 en Columbus, Nuevo Mexico.
Por un lado conocemos muy bien la versión oficial de los vencedores estadunidenses y de sus héroes que glorificaron y justificaron su actuación con natural arrogancia, en una invasión militar bajo una ocupación de 11 meses en México. Fue un castigo a la supuesta incursión de Pancho Villa en el pueblo de Columbus. Esto, independientemente de que nunca hubo evidencia de que el propio Villa haya participado directamente en ella. Mas allá de la bandera falsa sembrada en Pancho Villa para intervenir una revolución en curso, lo que importa es conocer por qué EU inventó este juego de las escondidillas para jugarlo con uno de los más de un millón de mexicanos que murieron luchando por cambiar el destino de la nación mexicana.
Es incuestionable que no existieron elementos para que EU amenazara a México con una declaración de guerra. Misma que finalmente fue enmascarada, ingenuamente, con el de una expedición
para ocultar los intereses corporativos de EU y liquidar la revolución con el apoyo de 26 mil soldados, 25 mil mercenarios, un cerco fronterizo de 3 mil kilómetros por parte de la Guardia Nacional y la complicidad de los medios informativos afines a su causa, que controlaban 68 por ciento de la información mundial.
¿Qué fue lo que hizo el ejército más poderoso y mejor armado del mundo durante su prolongada ocupación militar en México, ante un pueblo aterrorizado por la violencia, el sofisticado armamento que cruzó impunemente por su territorio y la prepotencia de los invasores? ¿Fue acaso un juego? ¿Cómo contestar con rigor histórico estas preguntas, si no existe un recuento sobre los estragos sufridos por los vencidos en un país invadido en plena Revolución Mexicana, que apenas sí dibujó la invasión militar como tal, como señaló Gastón García Cantú en su libro sobre las invasiones sufridas por México a través de los siglos de ocupación. Esto, porque las flagrantes y dolorosas violaciones cometidas por los soldados estadunidenses en México no fueron investigadas, y mucho menos castigadas, a pesar de que fueron cometidas con toda impunidad. Los villistas y sus familiares fueron perseguidos, apresados, torturados, encarcelados, asesinados y desaparecidos con la anuencia de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón. Ellos hicieron el trabajo sucio de rematar a los villistas. Mientras, el general John Pershing con su fuerza de ocupación se encargaba de cortar todas las fuentes de apoyo financiero a Pancho Villa. Ante esto, no hay duda de que los revolucionarios mexicanos fueron fundidos entre dos fuegos, ya que fueron cazados como enemigos de un ejército invasor y por las fuerzas encabezadas por Venustiano Carranza.
La Expedición Punitiva
fue un experimento intervencionista de la Casa Blanca que violó la soberanía de un país dividido e indefenso que apenas intentaba arrancar y aprovechar las oportunidades abiertas por los revolucionarios como Pancho Villa, Emiliano Zapata y muchos más, a una revolución inducida que perdió su rumbo con el golpe de Estado de Victoriano Huerta y la muerte de Francisco I. Madero. Esto unió a las fuerzas revolucionarias a buscar una genuina revolución.
Para historiadores, académicos e intelectuales de los dos países vecinos ha sido fácil conceder a EU el derecho de castigar a un bandido
que había entrado a su territorio y había matado a 19 soldados y 10 civiles que se enfrentaron al general Pablo López, Francisco Beltrán, Candelario Cervantes y Martín López, sin documentar debidamente lo que ocurrió. Para la mayoría de ellos los motivos de esta incursión son aún un misterio. No así para Friedrich Katz, quien trató de explicar que fueron los convenios firmados entre Venustiano Carranza y el presidente Woodrow Wilson los que, posiblemente, motivaron el rompimiento de Pancho Villa con Estados Unidos y la consecuente cacería en su contra.
Después del reconocimiento de Venustiano Carranza como legítimo representante de México por el gobierno de Washington y el permiso otorgado por él –bajo la amenaza de una declaración de guerra– para la expedición punitiva, Woodrow Wilson expresó: los acuerdos firmados con Venustiano Carranza han convertido virtualmente a México en un protectorado de EU
. Esta conclusión imperial fue tomada muy en serio por los posteriores presidentes de los dos países, como parece ser hasta nuestros días. Esto, después de las reformas recientemente aprobadas, incluyendo la nueva iniciativa para que agentes de Estados Unidos porten armas en territorio mexicano y la “Guerra contra el narco”. Ello nos obliga a reescribir la historia y a explorar entre los espejos humeantes los intereses ocultos de la primera potencia mundial sobre los energéticos, minas y bienes raíces de grandes latifundios cedidos por mexicanos a los acaparadores extranjeros como William Randolph Hearst, uno de los magnates más influyentes de medios informativos de EU y su amigo inseparable, el senador Albert Fall, punta de lanza por muchos años, de amenazas de guerra contra México.
Las revelaciones del recuento de los daños de la expedición punitiva, basadas en los archivos de Woodrow Wilson, el general John J. Pershing, el coronel Frank Tompinks y el general George Patton, principales personajes visibles de la expedición punitiva, así como de los encontrados en el State Records Center and Archives y la National Archieve and Records Administration, nos lleva a la culminación de este trabajo documental independiente, orientado a conocer la historia real de dos países condenados a vivir una vecindad y un destino determinado por la dominación.
A un año de que se cumpla un siglo de la incursión del 9 de marzo a Columbus por el general Pablo López y revolucionarios villistas, se inicia una exhibición educativa iconográfica con la presentación del libro Pancho Villa: espejos humeantes/revolución intervenida, invasión punitiva. Aportación al conocimiento de la historia México-EU. En el se exploran los posibles motivos de Pancho Villa para ordenar el asalto a Fort Furlong en Columbus. Independientemente de presentar las violaciones cometidas contra el pueblo de México durante la invasión, la cacería de revolucionarios, los encarcelamientos transfronterizos, el asesinato de presuntos villistas que participaron en Columbus y las virtuales declaraciones de guerra utilizadas para defender, en realidad, los intereses de compañías petroleras, mineras, ferroviarias y de bienes raíces de corporaciones extranjeras en México que ya operaban desde los tiempos del general Porfirio Díaz.
*Director de Historia Gráfica México-EU del Casasola Museum / cofundador y ex colaborador de La Jornada