os festivales internacionales de cine en México gozan de prestigio y de amplia cobertura mediática gracias a sus esfuerzos por reunir en ciudades importantes o en centros turísticos una selección del cine mundial más representativo, así como lo más novedoso de la producción nacional. Una sólida infraestructura, una amplia convocatoria de medios y la asistencia de actores y realizadores, todo en alfombras rojas esforzadamente glamorosas, contribuyen a garantizar su impacto mediático.
A lado de esos grandes festivales, proliferan otras iniciativas culturales (Ambulante, gira de documentales; DOCSDF, etcétera) que promueven, con menos glamur pero con agilidad comparable, cortometrajes y documentales que tienen una penetración mediática cada vez más creciente. Y de manera más discreta, existen pequeños festivales en el interior del país que asumen el compromiso de familiarizar a los públicos locales con una selección de películas nacionales y extranjeras que de otro modo tendrían oportunidades prácticamente nulas de ser apreciadas fuera de las grandes urbes.
Si se piensa que 78 por ciento del público mexicano no asiste al cine por factores restrictivos como la falta de poder adquisitivo, exclusión social y dificultades de ubicación geográfica (Mexican Screen Fictions, Paul Julien Smith, Cambridge, U.K., 2014), y concentra su atención en la rutina televisiva, se apreciará la importancia de difundir esos espacios de exhibición alternativa que son los festivales de cine regionales. Entre ellos cabe destacar la actividad del Festival de la Memoria, Documental Iberoamericano en Morelos, que desde 2007 propone cada año una selección de trabajos sobresalientes.
De sus cuatro secciones presentadas este año (Memoria, Documental mexicano, Identidad, Arte), destaca por su actualidad y sus propuestas originales una selección con documentales tan vigorosos como Occupy The Imagination: historias de resistencia y seducción, del chileno Rodrigo Dorfman (hijo del escritor Ariel Dorfman, quien con Armand Mattelart escribió un libro emblemático de los años 70, Para leer al pato Donald, un análisis de la penetración ideológica del neoliberalismo económico). A partir de la evocación de esa obra prohibida por la dictadura chilena, el director ofrece una mirada crítica a los saldos culturales y políticos del régimen militar y al complejo proceso de reconciliación nacional que actualmente vive Chile. Con referencias al cine testimonial del documentalista Patricio Guzmán (La batalla de Chile, El caso Pinochet, Memoria de la luz), y a la polémica escenificación de la obra teatral La muerte y la doncella, del propio Ariel Dorfman (con versión fílmica de Roman Polanski), la cinta aterriza su reflexión en los registros paralelos del movimiento juvenil Occupy Wall Street y el movimiento estudiantil chileno en contra de la privatización de la educación.
Otro documental notable, Tres instantes, un sueño, de la también chilena Cecilia Barriga, procede de modo similar reuniendo en un tríptico las protestas juveniles del movimiento 15M de los indignados en la plaza madrileña Puerta del Sol, la efervescencia contracultural de los ocupas neoyorquinos y la revuelta estudiantil chilena a partir de reivindicaciones de género, tomas pacíficas de instituciones educativas, y un activismo cultural encaminado a desmontar la labor desinformadora de los medios oficiales de comunicación.
España presenta también en el documental ReMine, el más reciente movimiento de la clase obrera, de Marcos Merino, la estupenda crónica de los tres meses de encierro y protesta desesperada de un grupo de mineros asturianos para mejorar sus condiciones laborales. Una edición muy ágil contrasta las ásperas negociaciones entre mineros y clase patronal, y la combatividad de las mujeres de los huelguistas que, contra todo pronóstico, mantienen vivo el movimiento. A estos títulos cabe añadir La muerte de Jaime Roldós, de Manolo Sarmiento y Lisandra Rivera, crónica de la misteriosa desaparición de un presidente progresista ecuatoriano, casi al mismo tiempo que otros mandatarios del hemisferio, por una acción conjunta de las dictaduras latinoamericanas (la llamada Operación Condor a finales de los 70), con participación directa de la CIA.
Otros títulos mexicanos notables, Lejanía, de Pablo Tamez; Los años de Fierro, de Santiago Esteinou; Alaíde Foppa, de Mari Carmen de Lara y Leopoldo Best, o Hasta el fin de los días, de Mauricio Bidault, entre otros, se integran a la selección para marcar la diversidad de un acto cultural crecientemente comprometido con las causas sociales.
El Festival de la Memoria, Cine Morelos, Cuernavaca, se realiza desde 29 de octubre hasta 6 de noviembre.
Twitter: CarlosBonfil1