Ahora, El H
Capos en Iguala
Operación Distracción
MAO es mal actor
a Operación Distracción avanza. Luego del espectáculo del secretario de Gobernación presuntamente impulsivo que se lanza a la calle a atender sólo uno de los muchos casos críticos que se acumulan al gobierno federal, toca el turno al expediente que nunca falla para concentrar la atención del respetable público en temas socialmente menos candentes: el del malvado jefe del narcotráfico que, gracias a acciones concertadas, magnos trabajos de inteligencia y perseverancia patriótica, cae en manos de la justicia. En esta ocasión toca prestar esos servicios distractores a Héctor Beltrán Leyva, alias El H, a quien habrían capturado miembros de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Procuraduría General de la República, según versiones que circulaban en portales de Internet a la hora de cerrar esta columna.
El apresamiento de El H es políticamente muy oportuno, pues el heredero del cártel del crimen organizado que encabezó su hermano Arturo (acribillado por marinos en diciembre de 2009 en Cuernavaca y luego cubierto de billetes como muestra de desprecio y burla) tuvo como uno de sus lugartenientes a Alberto Pineda Villa, hermano de María de los Ángeles Pineda Villa, esposa de José Luis Abarca Velázquez, el presidente municipal de Iguala (con licencia por 30 días), la ciudad guerrerense donde policías municipales bajo mando del narcotráfico, y civiles que operan como escuadrones de la muerte, dispararon contra normalistas rurales, futbolistas y ciudadanos en general, dejando seis muertos, varios heridos y decenas de desaparecidos, varios de ellos, tal vez una veintena, secuestrados por agentes policiacos que los subieron a patrullas oficiales.
Alberto ( El Borrado) y su hermano Mario ( El MP) fueron asesinados en septiembre del mismo 2009 en una purga ordenada por el propio Arturo Beltrán Leyva. Actualmente, uno de los bandos desperdigados de aquel gran cártel es encabezado por Salomón Pineda Villa, El Molón, hermano menor de la esposa del alcalde de Iguala. Los Guerreros Unidos habrían sido alertados de que normalistas rurales podrían afectar el informe de labores que rendía dicha esposa, y de ahí pudo desprenderse la orden de arremeter salvajemente contra camiones que transportaran a jóvenes. Ahora que el gobernador de Guerrero, el marcadamente ineficaz Ángel Aguirre Rivero, ha ofrecido un millón de pesos a quien aporte datos que lleven a conocer el destino de los estudiantes secuestrados, tal vez se tope con novedades y revelaciones dadas a la administración federal por el antes mencionado H, punta de la pirámide del poder criminal que gobierna en esa entidad y en Morelos (con otro personaje de ‘‘izquierda’’, el también emproblemado Graco Ramírez).
Movimientos escenográficos son la detención táctica de El H; el armado de una averiguación previa estatal contra el alcalde de Iguala, que ya está ‘‘ilocalizable’’; las confesiones lastimeras del gobernador Ángel Aguirre Rivero, que a última hora reconoce que las policías guerrerenses están controladas por el crimen organizado, y los aspavientos del PRD nacional, que con el niño ahogado pretende tapar el pozo de las complicidades promoviendo la expulsión del mencionado alcalde igualteco. En Iguala, como en otras partes de Guerrero, se han desatendido institucionalmente las fundadas denuncias respecto de actos represivos contra movimientos y líderes opositores y, en especial, el funcionamiento de virtuales escuadrones de la muerte formados por policías de civil y miembros de los cárteles regionales.
Miguel Ángel Osorio Chong (MAO) no es buen actor. A pesar de la preparación evidente que tuvo su debut como protagonista estelar de un cuidado y selectivo teatro callejero, y de la benevolencia acompasada de la mayoría de los ‘‘críticos’’ especializados, su presentación en una obra politécnica de presunto final feliz lo exhibió como un sobreactuado declamador de parlamentos mal aprendidos, con errores verbales que evidenciaron los montajes previos y con una ansiedad resolutoria (una versión sin botas de los 15 minutos famosos que un accidente de la política solicitaba años atrás desde Los Pinos para ‘‘solucionar’’ el tema zapatista chiapaneco) que delataba tramas acordadas.
El presunto relámpago hidalguense, que doctoralmente habría dado cátedra de política democrática ante masas juveniles, en un lance sedicentemente sorpresivo, señalaría al paso (diría algún filósofo y lingüista de la televisión comercial que ‘‘sin querer queriendo’’) que un día antes se había reunido con algunos de los jóvenes que participan en la protesta politécnica. El salto a la calle, según eso impulsivo, fue siendo preparado teatralmente por un hidalguense al que urgía notificar ante la multitud que ya había hecho renunciar a Yoloxóchitl Bustamante y que daría marcha atrás a los pedimentos de más fácil solución (lo referente a los planes de estudio y el reglamento interno), pero que, al mismo tiempo, pedía tiempo para los puntos más difíciles.
Los entretelones de este encuentro público tan celebrado por televisoras y medios aliados al poder (en Televisa, la benevolencia informativa puntualizó que Osorio Chong llegó y se despidió de los jóvenes entre aplausos) forman parte de la dinámica natural de un movimiento sin liderazgos consolidados y con presencia de grupos políticos identificados con el priísmo (todo intento de organización crítica en el IPN ha sido confrontada violentamente de inmediato por los porros clásicos, que ahora no se manifestaron).
A fin de cuentas, lo importante será la postura que este viernes asuman los politécnicos ante las respuestas preparadas por Osorio Chong. El régimen peñista está encarrerado en busca de utilizar a este movimiento para simular aperturas democráticas y establecer diferencias perdurables entre protestas ‘‘sanas’’ y las que no lo son. Los jóvenes del IPN deberán aceptar las respuestas positivas a sus demandas y mantener a salvo la integridad y continuidad de su movimiento. ¡Hasta mañana!
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