Opinión
Ver día anteriorMiércoles 17 de septiembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Búsquedas y ejemplos
F

rente a situaciones regresivas en sus condiciones de vida, las mayorías de algunos pueblos buscan alternativas que conlleven salidas apropiadas a sus problemas y aspiraciones. Se embarcan entonces en procesos que, de inicio, son de difícil apreciación, sobre todo para observadores externos. Pero vistos en perspectiva apuntan o construyen opciones novedosas y genuinas. Pueden, incluso, llegar a ser ejemplares para otras naciones aquejadas por similares dolencias, opresiones y angustias. Pero no necesariamente tales opciones son siempre positivas para la reconstitución del bienestar o para el desarrollo de los países proponentes. En ocasiones, por el contrario, se alimentan actitudes y propuestas que bien pueden, sobre la marcha, provocar respuestas contrarias a lo que se desea, necesita o busca.

Independientemente de las particularidades de cada sociedad hay rasgos y condicionantes que bien pueden compartirse por la casi totalidad de ellas. La creciente desigualdad que se observa, como caparazón de ominosa imposición, se erige como una corrosiva regla de alcance universal. Pocas naciones pueden exhibir paliativos a tal tendencia. La acumulación desproporcionada de las riquezas y diversas apropiaciones de variada naturaleza adicional es una constante general. Los privilegios se ostentan por doquier sin pudor. Las oportunidades para unos cuantos se aceleran y revelan, con crudeza innegable, sus cruentas aristas y nocivos efectos. Ante tal fenómeno la captura de gobiernos por las plutocracias se torna un asunto cotidiano y el despliegue de la misma democracia se atora y condiciona.

El estancamiento y, en no pocos casos, el franco retroceso en las condiciones y calidades de vida de las mayorías, resultante directa de la acumulación desmedida, se arraigan por doquier. Y, frente a tal disparidad, la lucha por la sobrevivencia se recrudece hasta llegar a situaciones límite. Los brotes de rijosa inconformidad se plasman entonces en duras escenas del diario acontecer de numerosas sociedades. Y, en medio de tan feroces desbalances, las medidas de austeridad, impuestas desde los distintos poderes establecidos, recrudecen las tendencias al empobrecimiento y la marginalidad. El desempleo y la informalidad forman enormes bolsones donde quedan apresadas muchedumbres heterogéneas (jóvenes de manera preferente) a los que el horizonte futuro de posibilidades se les oscurece o cancela.

Las contradicciones y privaciones existentes en cuanto a derechos humanos es otra característica extendida. Muchas de las libertades básicas entran en zonas de inestabilidad y constante peligro hasta ser coartadas de manera inclemente. Las distancias entre gobernados y gobernantes son gravámenes de observancia continua. El dispendio de recursos por gobiernos, plutócratas con amplio rango de autoridad, sobre todo frente a las marcadas carencias de las mayorías, son rasgos que inciden, cada vez con mayor rigor, en el descrédito de los grupos directivos de las distintas naciones. Los ya seculares padecimientos, compartidos con uniforme regularidad, como pueden ser la violencia, la inseguridad y abierta corrupción, son plagas que aquejan a diversas colectividades.

Es obligado atender, en vista de tal panorama de complejos procesos en marcha, los movimientos que afectan la vida de sociedades enteras. Los casos de Brasil y España son ejemplares en muchos de sus aspectos. En España, el surgimiento de un nuevo partido, (Podemos) que recoge gran parte del desengaño y la protesta de los españoles, (M-15) por lo general de la parte más ilustrada y joven. Podemos se ha incrustado súbitamente en el cuerpo social y político. Ha desencajado la erosionada dicotomía entre izquierda (PSOE) y derecha (PP) prevaleciente. No es, Podemos, una agrupación de centro, como se podía pensar. Más bien es una búsqueda compartida de cambio (constitucional) sustantivo que puede llegar a significar hasta ruptura en muchos de los ángulos de la actual vida organizada española. En poco tiempo ha crecido en simpatizantes hasta retar al mismo orden establecido. El liderazgo de Podemos, integrado por personas de excelente formación, académica incluso, viene retando el esclerótico duopolio partidista existente. Una buena porción de españoles (que ya puede llegar a ser mayoría) ha perdido el miedo a votar por algo distinto a lo conocido y aceptado. La reacción de los políticos y la elite económica (casta la llaman) no se ha hecho esperar. Han reaccionado con virulenta furia que retrae las voces y los espantajos de la guerra fría.

En Brasil, un trágico accidente de avión cedió paso a una candidatura imprevista: la de la ecologista evangélica Marina Silva. Su figura se ha transformado, con rapidez inaudita, en rival de la presidenta Dilma Rousseff en su tentativa de relección. Sin las bases suficientes, programas coherentes ni los apoyos organizativos necesarios para garantizar la gobernabilidad de tan enorme país, Silva puede aprovechar los huracanados vientos de cambio, a toda costa, de una buena parte del electorado brasileño. Bien puede llegar a entenderse tal proceso como una salida desesperada ante lo establecido e insoportable. El crecimiento de la clase media brasileña engendra una dinámica de presiones que no puede ser detenida con paliativos. La exigencia de mejores servicios y bienes públicos es un acicate que empuja adicionales demandas, hasta ahora insatisfechas por el defectuoso accionar gubernativo. La extendida corrupción de sendos estamentos brasileños se erige como un muro a derribar o, al menos, a cercar con reglas e instituciones efectivas. Estos dos casos, el español y el brasileño, bien pueden tomarse como espejos donde pueden verse reflejadas las dolencias mexicanas. La rebelión de esas sociedades, hasta ahora, afortunadamente circulan por cauces establecidos. No se han contaminado de violencia. Sus repercusiones se concentran en la vía electoral para dar cauce a sus acendrados ímpetus de cambio. Y esas características que apuntan con precisión son las que bien puede repetirse, con sus peculiaridades debidas, en este desconcertado y encabronado país.