e acuerdo con datos que la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) envió al Banco de México para su registro en el flujo de la balanza de capitales, la participación de inversionistas extranjeros en valores que cotizan en la propia BMV alcanzó la cifra más alta en la historia del mercado bursátil del país, al incrementarse en 13 mil 344.8 millones de dólares –8 por ciento más con respecto al cierre del año pasado– para situarse en 181 mil 587.5 millones de dólares. Tal monto incluye ya la disminución en mil 93 millones de dólares en los flujos de capital extranjero al mercado nacional de renta variable, fenómeno atribuido a las decisiones de política monetaria y de tasas de interés que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) debe anunciar hoy, y que según diversos analistas podrían provocar un fuerte movimiento de capitales en el mundo.
En otros términos, si la entidad monetaria del país vecino decide incrementar las tasas de interés es probable que tenga lugar una salida significativa de capitales de México y de otros países con rumbo al mercado estadunidense.
Por sí misma, la masiva presencia de capitales en el casino bursátil nacional puede tener lecturas contrastadas: en tanto algunos la considerarán un indicador de la productividad y la fortaleza económica y de confianza en el país, otros señalarán que la otra cara de la moneda de ese atractivo no es la solidez de la economía, sino las altas tasas de utilidad que reportan las empresas que cotizan en la BMV, las cuales, a su vez, están directamente relacionadas con los bajos salarios, las insuficientes prestaciones laborales y las prácticas empresariales que depredan a los consumidores, a la sociedad y al entorno. Y desde ese punto de vista no hay motivo para alegrarse con el dato.
Desde otro punto de vista, la información comentada exhibe la fragilidad de los equilibrios financieros y la indeseable dependencia de factores foráneos, por cuanto una determinación de la Fed puede provocar una salida de capitales que ponga en aprietos al país en su conjunto.
Por definición, y a diferencia de la inversión directa, los capitales que operan en las bolsas de valores del mundo son movedizos y volátiles y sus movimientos, eminentemente especulativos, constituyen un riesgo potencial para los países anfitriones, además de que pueden ser usados para ejercer presiones injerencistas ilegítimas por parte de gobiernos extranjeros, de organismos financieros internacionales y de simples agencias calificadoras.
Con esas consideraciones de contexto, es deseable que las autoridades económicas del país se mantengan alerta ante los altos porcentajes de capital foráneo en la BMV y establezcan mecanismos de estabilización capaces de neutralizar los efectos negativos de cualquier emigración masiva hacia otros países.