Opinión
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¿La Fiesta en Paz?

Colombia: los enemigos en casa

¿Cuántos Rincones a partir de ahora?

Presentan el documental Luz en las sombras

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La Santamaría, de Bogotá, incapaces todos de entender que las tradiciones se regulan, no se prohíben ni se transfierenFoto Archivo
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na amiga colombiana me llama para reconvenirme: “Con la ingenuidad de suponer que el Internet ocupa ahora el sitio de la comunicación eficaz y la información objetiva, los ciudadanos depositamos en las tecnologías una confianza que no merecen, simplemente porque no se la han ganado. Decía Julián Assange, director de Wikileaks en una entrevista de Pedro Miguel publicada en La Jornada el año pasado: ‘Si no estamos pensando la verdad, no pensamos en el mundo en el cual tenemos que actuar. Si no actuamos con base en la verdad, nuestras posibilidades de incidir en el mundo real serán azarosas… hacerle la vida difícil a las instituciones que se manejan con secretos, son cosas que cambian el entorno de los medios, el ambiente del conocimiento’.

“Al imperio gringo –continuó la tan inteligente como bella mujer– le interesa filtrar, manipular o de plano ocultar información que afecte su comportamiento y sus intereses y Latinoamérica no es la excepción, por lo que cuando afirmaste (La Jornada, domingo 17 de agosto de 2014) que el extraviado alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, había sido destituido e inhabilitado por 15 años, se te pasó aclarar que si bien el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, cumpliendo con una orden judicial efectivamente destituyó a Petro el 19 de marzo pasado, éste fue restituido en su cargo el siguiente 23 de abril.

“No obstante que en su campaña –añade mi informante– Petro prometió respetar la diversidad cultural, debido a sus confundidas fobias y arbitraria voluntad el 15 de junio de 2012 revocó el contrato de arrendamiento a la empresa de la plaza de toros Santamaría, que desde entonces ha estado cerrada, a pesar de una elocuente carta enviada dos meses más tarde al presidente Santos por los explicablemente alarmados Ponce, El Juli, Morante, Manzanares, Perera, Castella y el diestro colombiano Luis Bolívar. Por último, durante 27 días ocho novilleritos hicieron huelga de hambre, soportando las constantes provocaciones de antitaurinos que comían y bebían delante de la carpa que ocupaban y a los que insultaban”. Gracias, desalmada Almita de mi alma.

Sin voluntad de influir en las dependientes reglas del juego taurino en su país una vez que en España, tras prolongada espera e ingentes sacrificios logró hacerse figura internacional a principios de los noventa, el maestro César Rincón, retirado de los ruedos desde febrero de 2008 y ahora ganadero en su país y en España, regresó a Bogotá el 23 de agosto para apoyar a los novilleros huelguistas, hasta que el pasado martes 2 de septiembre la Corte Constitucional de Colombia falló a favor de la reapertura del coso.

Otras voces se habían sumado a este movimiento protaurino de Bogotá, como la Sociedad Española de Cirugía Taurina y la Sociedad Internacional de Cirujanos Taurinos, que velaron por el estado de salud de los valientes toreros. O sesudos críticos españoles que a la vez que avalan el centenario coloniaje taurino en Sudamérica, emocionados elogian a los heroicos valientes que plantan cara al nepotismo y a la demagogia de un nuevo cacique. O los Bibliófilos Taurinos de México, que en un comunicado expresaron: ...Deseamos de todo corazón que la libertad se imponga a los caprichos y deseos arbitrarios de un gobernante, y que la fiesta de los toros recobre en Bogotá la grandeza que siempre le ha caracterizado (sicazo que resonó hasta la tumba de Simón Bolívar).

Pero todos, pros y antis, se siguen haciendo bolas, como diría oootro exmandatario proyanqui y antitaurino de México. Muy bien invocar conceptos como libertad, democracia, creación de fuentes de trabajo, economía, captación de impuestos y tradición, pero en Colombia, como en el resto de los países taurinos de la región, los amantes de la fiesta de toros no han sabido sacar toreros internacionales ni querido apostar por la tauromaquia como una expresión propia y reflejo de un modo de ser y de sentir, y menos brindar estímulo serio y organizado a la torería local, excepto cuando deciden hacer huelga de hambre. Pero ya veremos cuántos Rincones surgen en Sudamérica después de este capítulo entre un alcalde de izquierda proclive a prohibir antes que a regular –falacia legisladora de moda– e incorregibles taurinos colonizados.

Mañana en la Cineteca Nacional se presenta el documental Luz en las sombras, destellos del toro bravo en México, de la inteligente aficionada mexicana Renel Tron, con fotografía de Fabricio Feduchy, música original de Jorge Uruchurtu, opiniones de ganaderos, vaqueros, caporales, toreros y levantadores anuales de plazas. “El toro mismo –dice Renel– me fue dando la tónica del documental, así como la gente involucrada en su crianza y cuidados, seres anónimos que con respon- sabilidad y orgullo desempeñan ancestrales trabajos que no ha absorbido la globalización. No es una propuesta para taurinos sino para quienes juzgan sin saber”.