Más que plan de rescate es una expresión del valor estético y ético de esa lengua, explica
Xochicuícatl cuecuechtli se presentará mañana en el Centro Nacional de las Artes
Viernes 5 de septiembre de 2014, p. 5
Si una motivación tuvo Gabriel Pareyón (Zapotlán, 1974) para escribir Xochicuícatl cuecuechtli, primera ópera de la historia elaborada de manera íntegra en náhuatl y con instrumentos autóctonos de México, fue el valor estético y ético que hay en esa lengua indígena, la más hablada en el país, por alrededor de un millón 400 mil personas.
No aspiro a una recuperación del pasado ni a una salvación de nada. Éste no es un proyecto de rescate de la lengua náhuatl ni un intento de salvamento arqueológico de una música que nunca sabremos cómo era
, explica el compositor jalisciense, quien cuenta con un doctorado en filosofía por la Universidad de Helsinki
Ésta es una obra de este momento. No me gustan las etiquetas de contemporáneo ni de vanguardia, porque no corresponden a este proceso, a toda la complejidad de la que estoy hablando. Ésta es una música mexicana de este momento, aunque no es nacionalista; refleja la pluralidad del México actual.
De acuerdo con el también investigador –adscrito al Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Cháves (Cenidim)–, detrás de esta propuesta tampoco hay pretensiones etnicistas, pero sí un marcado interés por presentar un discurso en el que la ética y la estética tienen un peso específico.
A la ética y la estética las vería como unidad, no como la cara de una misma moneda. Un aspecto estético muy notable es la propia lengua náhuatl, el gusto que tenemos los que participamos en este proyecto por ésta y por hablarla. No pretendemos dar una lección a nadie ni ser ejemplo, sino, simplemente, compartir nuestro intéres y gusto por el náhuatl y por lo que lo rodea, que es su cultura.
La entrevista con Gabriel Pareyón tiene como motivo el estreno mundial de dicha pieza, este sábado 6 de septiembre a las 19 horas, en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco y Calzado de Tlalpan), donde se ofrecerá función el domingo 7, a las 18 horas.
Antes, los pasados 17 y 18 de agosto, se presentó como prestreno en el municipio guerrerense de Arcelia, en la región de Tierra Caliente, en un par de funciones: una para hispanohablantes y otra para indígenas hablantes de náhuatl.
El compositor aclara que Xochicuícatl cuecuechtli es en realidad una ópera entre comillas
, porque en términos estrictos se trata de un cuícatl, término de origen náhuatl que, a su decir, resulta muy difícil traducir, porque usualmente es equiparado en castellano sólo con canto, cuando en realidad alude también al baile, la poesía, la filosofía.
Es un arte que ahora sería denominado como interdisciplinario en sí, aunque es una tradición antigua mexicana
, agrega el creador, quien, asimismo, se desempeña como tutor del programa de posgrado de la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La traducción al español de esta ópera es Canto florido de travesuras. Su elaboración requirió de un decenio de investigación del autor en fuentes literarias, musicales y lingüísticas, tiempo en el que aprendió asimismo náhuatl. El proceso de escritura, en tanto, le llevó dos años, de 2011 a 2013, mientras el montaje ha implicado un año ininterrumpido de ensayos.
El texto y el sentido poético de esta pieza, cuya duración es de una hora, proceden directamente de un texto homónimo que forma parte de los Cantares mexicanos, una serie de poemas en lengua náhuatl recopilada en el siglo XVI por fray Bernardino de Sahagún entre los indígenas de esa época.
Este poema llamó la atención de Gabriel Pareyón por ser drásicamente distinto a los otros que integran dicha serie, ya que no está tergiversado ni corrompido con elementos de origen religioso-católico.
El texto forma parte de los cuecuechcuícatl, género antiguo que describe una especie de teatro musical u ópera con albures, danzas, meneos, zarandeos y muy intrincadas metáforas que expresan la sexualidad mexicana
.
Para la realización de esta pieza escénica, el músico reconoce el determinante papel de la investigación y la atrevida lectura
que el lingüista, semiólogo e historiador Patrick Johansson, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, dio al texto poético Xochicuícatl cuecuechtli, en tres diferentes artículos.
Esa lectura difiere profundamente de la rígida y elemental
que Ángel María Garibay hizo en la década de los 50 del siglo pasado, la cual sólo se fija en aspectos léxicos y superficiales, más obvios para la mentalidad occidental
.
Johansson, por su parte, enfatiza que se trata de un canto de travesuras, de juego de palabras de múltiples sentidos, un antecedente de los albures
, aclara el compositor. Incluso en el último artículo insinua algunas pautas para una posible relaboración o al menos para darse una idea de cómo pudo haber sido ese tipo de música y representación escénica
.
Erotismo y juego
Gabriel Pareyón define a ésta como una obra de carácter erótico-lúdico. En ella se cuenta la historia del joven Tohuenyo, quien es seducido y posteriormente abandonado por un trío de mujeres, las ahuaianis, lo cual lo hace caer en una profunda tristeza; sin embargo, la deidad Xochipilli aparecerá para ayudar a encontrar consuelo en la música.
Tohuenyo era un personaje muy popular en los siglo XV o XVI, aunque todavía recientemente en ciertas áreas rurales de México hay chistes sobre él. Es como el Pepito de los cuentos de hoy día, un personajes muy común en el humor antiguo, pícaro, alburero, ágil y atractivo para las mujeres
, explica el músico.
En Xochicuicatl cuecuechtli participan cinco intépretes, tres mujeres y dos hombres, si bien uno de ellos hace doble papel. No son cantantes en el sentido convencional de la ópera, debido a que también actúan y bailan, y no enclavan en las tesituras vocales propias del género, como tenor o soprano.
Tampoco la partitura ni los instrumentos son las convencionales del arte operístico occidental. La primera se distingue por estar escrita en una simbología musical basada en códices prehispánicos y relieves arquitectónicos, esculturas y textiles con patrones mesoamericanos, en empatía con la prosodia y el lirimos de la lengua náhuatl
, destaca el compositor.
La instrumentación, por su parte, se compone de una serie de réplicas de teponaztlis, instrumentos de percusión elaborados en troncos labrados, así como de una gama de aerófonos, entre silbatos, ocarinas y flautas de origen prehispánico. En total participan 13 músicos en su ejecución, y no hay director concertador.
La escenografía de este montaje tiene al maíz como su principal elemento, mientras el vestuario es una interpretación libre de las vestimentas mesoamericanas.
La dirección escénica de la puesta está a cargo de José Navarro y Enid Negrete. Una hora antes de las dos funciones, es decir a las 18 y 17 horas, de forma respectiva, el sábado y el domingo, habrá una conferencia para adentrarse en el tema, en el vestíbulo del Teatro de las Artes.