Preocupante nivel de Pumas, Chivas y Cruz Azul
León en Barcelona: el síndrome del Jamaicón
espués de terminado el Mundial de Brasil –una de las mejores Copas que se recuerden–, el torneo del futbol mexicano empezó de inmediato, apenas a los cinco días de la coronación alemana. Para los fanáticos que no sabían por dónde recomenzar la vida, el balompié nacional fue un oasis, pero después de seis fechas surgen algunas señales preocupantes, como el bajo nivel de Pumas, Chivas y Cruz Azul, tres de los grandes de nuestro balompié, y el bicampeón León en su penosa visita al Barcelona.
Se fueron los Trejo, pero los Pumas siguen (casi) igual. Dirán sus seguidores que por lo menos ya no perdieron y que muy poco podía hacer Guillermo Vázquez en tres días, pero el rendimiento de los universitarios es tan bajo, como tan alto es su promedio de edad en un equipo que antes era de jóvenes canteranos.
En algunos momentos del partido, el cuadro de la UNAM pareció un equipo llanero, de esos que nos juntamos cada ocho días con la brillante indicación táctica de lanzarle centros al grandote (en este caso, Eduardo Herrera, en la única modificación de Memo con respecto al anterior timonel, lo que por cierto es justo porque al canterano no le han dado la debida oportunidad para ganarse un puesto, lo que sí han hecho, por ejemplo, con otros como Dante López, quien ya hasta regresó).
La única nota positiva fue que los Pumas rompieron racha de cuatro derrotas consecutivas y que con menos presión enfrentarán su gran clásico, el sábado ante el América. Ese duelo llega en el momento adecuado para los auriazules: les sobrará motivación para salir del bache y soñar con una posible liguilla... o empezar a despedirse de ella.
Las Chivas ya tampoco perdieron, pero empatar con un defensivo Veracruz no es para tener contento a nadie, sólo a su timonel, Carlos Bustos, un técnico modesto que en el cotizado banquillo rojiblanco es como el que se saca la lotería y no sabe qué hacer con el dinero.
El Cruz Azul tuvo un extraño bajón para esta campaña. Dominó con facilidad el pasado torneo –lo que finalmente de nada le sirvió al ser eliminado en la primera ronda–, y ahora hasta el directivo Agustín Manzo acusa a los jugadores de falta de actitud, lo que en realidad no es nuevo en un equipo con gran nómina y un título en 30 años.
No estaría mal que los actuales Cementeros le dieran una revisada a la historia que forjó La Máquina en los 70, o por lo menos a la forma en que jugaba Javier Kalimán Guzmán, a quien el sábado en el Azul le realizaron un pequeño homenaje.
La goleada al León fue dramática, de auténtica pena para un equipo que ha dominado nuestro futbol en el último año. No sólo porque los Panzas Verdes temblaban, literalmente, al entrar al Nou Camp y, como el Jamaicón Villegas, extrañaban su terruño del Camp Nou, sino porque lo que en México es La Fiera en Barcelona se transformó en un gatito, como el que ayer entró a la cancha e interrumpió el inicio del Barcelona-Elche.
Lamentable cubetazo de realidad para nuestro balompié: ni tres minutos pudo aguantar el equipo de Gustavo Matosas, mientras aquí es serio candidato al tricampeonato.
Otra nota triste fue la de Salvador Cabañas al recibir el sábado un enésimo homenaje en Chiapas. Un futbolista que ganó millones de dólares se vio en la necesidad de cobrar a 150 pesos la foto con los fanáticos, luego de que una bala le cambió la vida al festejar en un antro.
Y cayó el segundo técnico del torneo. Rubén Omar Romano tenía la misión imposible de ganar en Monterrey, lo que por supuesto no pudo conseguir un equipo tan modesto como el de la franja, por lo que dejó vacío un lugar que ya muchos andan peleando (léase José Luis Sánchez Solá). Aunque no sería mala idea que Cuauhtémoc Blanco colgará por fin los botines y se dedicara a la dirección técnica: el de Tlatilco ha mostrado buen ojo para elegir futbolistas, como cuando en el América llevó al Chaco Giménez y a Kléber.