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Kiev y pro rusos se culpan mutuamente

Lluvia de misiles sobre convoy de desplazados ucranios
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Desplazados por los combates en el este de Ucrania esperan subir al autobús que los llevará a la estación de tren de Donietsk para partir hacia la ciudad rusa siberiana de Irkutsk, donde vivirán en un campo de refugiadosFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 19 de agosto de 2014, p. 21

Moscú, 18 de agosto.

Ajena a los combates entre el ejército ucranio y las milicias separatistas, la población civil del este de Ucrania es cada vez más vulnerable al fuego cruzado y otras aberraciones de la guerra fratricida en el vecino país eslavo.

Mientras tanto, los esfuerzos diplomáticos para alcanzar un alto el fuego para poder repartir la tan generosa como simbólica ayuda humanitaria rusa –ya no se diga, elaborar una hoja de ruta para un arreglo político– concluyeron esta madrugada en Berlín con apenas un leve consenso entre los cancilleres participantes en las negociaciones.

Cuando esta mañana los analistas se disponían a interpretar la información oficial y las filtraciones interesadas que generó la reunión en la capital alemana, de Lugansk llegó, demoledora, una noticia que no podía ser peor.

Escuetos los cables de agencia, reportaron: una columna de vehículos, amparados con banderas blancas, de civiles que huían de una zona de enfrentamientos recibió una lluvia de misiles Grad y morteros, lo que causó una auténtica masacre.

Al informar de lo ocurrido, Andrei Lysenko, el vocero de la operación militar de Ucrania, responsabilizó a las milicias separatistas del ataque y no supo precisar cuántas personas murieron quemadas vivas, muchas mujeres y niños entre las víctimas.

Decenas, respondió Lysenko ante la insistencia de los reporteros por conocer cuántas personas iban en los vehículos calcinados.

La comandancia de los separatistas, ya retirados los ciudadanos rusos que ejercían de sus principales figuras, desmintió haber organizado la emboscada y la atribuyó al ejército.

Aleksandr Zajarchenko, ucranio que tomó el relevo del politólogo ruso Aleksandr Borodai como primer ministro de los separatistas en Donietsk, lanzó un contrataque informativo al inculpar al ejército ucranio de utilizar bombas de fósforo, un explosivo prohibido, en la ciudad de Mospino.

Durante cinco horas de conversaciones en Berlín, los ministros de Relaciones Exteriores de Ucrania y Rusia, con la mediación de sus colegas de Alemania y Francia, fracasaron en acordar un alto el fuego.

El canciller ruso, Serguei Lavrov, quien insiste en que Rusia no apoya de ninguna manera a los separatistas, afirmó este lunes que la tregua tiene que ser sin ningún tipo de condiciones y reconoció que aún se está muy lejos poder fijar una suerte de hoja de ruta para un arreglo político.

Su homólogo ucranio, Pavel Klimkin, expuso las tres condiciones que pone Ucrania para establecer un alto el fuego: que la frontera entre Ucrania y Rusia sea impermeable y no entre más ayuda rusa; que observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) estén presentes durante la entrada y reparto de la ayuda humanitaria; y por último, que los separatistas liberen a todos los rehenes y se comprometan a no secuestrar a nadie más.

El balance de este lunes, en trágico resumen: diálogo de sordos entre los responsables de las respectivas diplomacias, con decenas de nuevos cadáveres, entre civiles que lo único que querían era huir de la guerra.