El hecho de que cada vez más mujeres trabajan fuera del hogar ha repercutido en que algunas dediquen menos tiempo a cocinar, actividad que predominantemente realizaban ellas. Por otra parte, existe cierta rebeldía en las nuevas generaciones, quienes se niegan a que sea una tarea sólo de su género, señalan expertas consultadas sobre el tema.

Sin embargo, aún continúan dedicando 11 horas más a la semana a la preparación de alimentos, en comparación con los hombres, de acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo, publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2009. En contraste, cada vez se integran más a la llamada alta cocina, espacio ocupado mayormente por varones, pues fueron quienes tuvieron la oportunidad de profesionalizar esta labor, así como muchas otras.

¿Qué me aconseja usted para la comida de hoy, experimentada ama de casa, inspiración de las madres ausentes y presentes, voz de la tradición, secreto a voces de los supermercados?, ironizó Rosario Castellanos en su cuento Lección de cocina. Pero para Alejandra, quien se dedica al comercio, pensar en el menú del día, comprar los ingredientes y luego prepararlos, son trabajos que no siempre puede realizar. Por ello opta por comprar ya preparado lo que comerán ella y su familia.

En la medida en que las mujeres se alejan de la cocina y no hay un aporte importante de los hombres a esta tarea doméstica, la industria de los alimentos se ha fortalecido, de acuerdo con la feminista Elsa Conde.

Muchas de las comidas preparadas, enfatiza, contienen alta cantidad de carbohidratos y azúcares, lo que provoca sobrepeso u obesidad. Nuestras ancestras tenían un conocimiento intuitivo de una alimentación equilibrada y mucho más sana.

Por lo anterior y debido a que cada vez hay más mujeres en el ámbito público, el Estado debe crear políticas para revalorizar ese trabajo y que los hombres asuman este tipo de actividad, considera la también integrante de Colectiva Ciudad y Género. Además, la importancia de la cocina mexicana tiene un alto valor, pues en 2010 fue declarada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco.

Paradójicamente, mientras la cocina hecha en el hogar se ha delegado a las mujeres, la que se realiza de manera profesional es preparada por hombres, explica la gastrónoma de la Universidad del Claustro de Sor Juana Tania Jardón. Es algo que se ve en casi todos los trabajos. En los restaurantes ellas tienen menos oportunidades, pues se piensa que no aguantaremos estar más de ocho horas de pie. Además, sostiene, hay una realidad y es el acoso, algo que es difícil que ellos sufran.

Sin embargo, dice, varios de los platillos creados por los mejores chefs del mundo se basan en recetas de sus madres o abuelas. Apunta también que cada vez hay más mujeres en las escuelas de gastronomía, quienes están destacando.

En muchos lugares del país, como en áreas rurales, la cocina sigue siendo un lugar exclusivamente de mujeres, y ahí no sólo las hijas, sino también las nueras, recuperan ese conocimiento de las madres, comenta Conde, quien también subraya que hay una parte de rebeldía en las nuevas generaciones, al decir que no es un espacio que sólo les corresponda a ellas. Es una actividad ligada a la alimentación, pero también al placer, que pueden disfrutar los hombres.