n un operativo conjunto de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Secretaría de Marina, el pasado 24 de julio se detuvo a 16 presuntos responsables de destruir cerca de tres hectáreas de mangle y palma chits. Después se les consignó ante la autoridad judicial que encontró elementos suficientes para procesarlos. Según la norma oficial, ambas especies se encuentran amenazadas. El manglar es clave para evitar la erosión costera, proteger contra la fuerza de los huracanes, servir como refugio de aves y propiciar la existencia de numerosas especies que sirven de alimento y son fuente de ingreso de los pescadores.
El operativo de ambas dependencias fue fruto de varias denuncias ciudadanas e instituciones, como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Holbox es parte desde hace 20 años del Área Protegida Yum Balam, que enfrenta numerosos problemas por la falta de un plan de manejo, recursos materiales y humanos para garantizar su buen estado, a lo que se agregan los efectos nocivos que ocasiona el crecimiento desordenado del sector turístico.
Lo ocurrido permite llamar la atención sobre el grave conflicto social que existe en esa bella isla. Viene de lejos y se agudizó los últimos años. Tiene que ver con las tierras que hacen parte del ejido de Holbox, sus integrantes y quienes se ostentan como sus dirigentes y con la especulación del suelo para edificar lo mismo casas que pequeños y medianos hoteles propiedad de inversionistas foráneos. Todo ello origina desacuerdos entre los pobladores, buena parte de los cuales desea vender al mejor postor sus parcelas, sin reparar en los negativos efectos que, al limpiarlos
de manglar y otras especies, causan al ambiente y al conjunto social de la isla.
Por ello la urgencia de que las instancias oficiales (especialmente la agraria y la ambiental) intervengan a fin de dar certeza jurídica sobre los alcances del ejido. De los 118 ejidatarios, unos 80 vendieron ya sus parcelas y perdieron sus derechos ejidales. Los sustituyeron personas en su mayoría de Mérida y que nunca han vivido en la isla, pero obtuvieron constancias de residentes.
El problema en Holbox rebasa, por tanto, lo ambiental, pues ha cambiado muchísimo la última década, especialmente en la parte noroeste. Previamente se abrieron caminos y lotificaron terrenos que estaban poblados de manglares, chitales y humedales. La intervención federal detuvo temporalmente el proceso de apertura pero ahora es la parte que se transforma acelerada y anárquicamente a costa de dichos recursos. Allí un lote de mil metros cuadrados llega a venderse hasta en un millón de pesos, según su ubicación. En la isla grande hay parcelas de cuatro hectáreas que se venden en 10 millones de pesos. Cabe señalar que los primeros pobladores de la isla se asentaron en esa parte y un huracán destruyó sus casas. Sobrevivieron 16 habitantes que constituyeron lo que hoy es el poblado de Holbox. Esa es la zona más frágil y erosionada. Cuando un huracán viene por allí causa mucho daño.
Holbox tiene cerca de 2 mil habitantes y una creciente población flotante que se ocupa en la construcción, hoteles y restaurantes. Registra una alta tasa de inmigrantes atraídos por las oportunidades de empleos y/o negocios. Su zona hotelera, al noreste, ya no crece tanto. Existe un severo problema de basura y drenaje. La actividad económica más importante ya no es la pesca, que sigue a la baja. Hoy es el turismo y sus servicios, con 550 cuartos de hotel y 400 carritos de golf para desplazarse por la isla sin norma alguna.
El conflicto que desata muchos más es el de las tierras del ejido. Por eso las prioridades de las instancias oficiales y de los auténticos pobladores de la isla son definir con claridad la tenencia de la tierra y quiénes son los verdaderos dirigentes del ejido, evitar la manipulación de la gente y lograr acuerdos que permitan planificar el crecimiento urbano, de tal forma que se conserven los recursos que le dan razón de ser a Holbox como atracción turística. Esto es, su paisaje, su belleza natural. Y le garanticen a sus pobladores suficientes formas de vida sustentables a largo plazo.