La artista de la lente ingresó ayer a la Sección de Gráfica de la Academia de Artes
Su mirada apacigua los elementos y el movimiento
, refirió el pintor Arnaldo Coen
Lunes 11 de agosto de 2014, p. 9
La fotografía ha sido un pretexto para conocer mi país en el mundo. Viajé sola hasta los rincones más apartados de México para retratar sus tradiciones, sus ceremonias y sus ritos ancestrales. En esta soledad aprendí a conocerme, a sumergirme en mis tinieblas y a encontrar la luz con la que intenté iluminar mis imágenes
, expresó la fotógrafa Graciela Iturbide (1942), quien ayer ingresó a la Sección de Gráfica de la Academia de Artes.
La nueva académica de número ocupa el lugar que dejó vacante su colega Héctor García (1923-2012), quien a su vez ingresó luego del fallecimiento de Manuel Álvarez Bravo (1902-2002). En el auditorio del Museo Nacional de San Carlos (MNSC), donde la Academia de Artes tiene su sede, Iturbide, discípula de don Manuel, habló de su maestro, de quien reconoce muchas influencias
, aunque su misma personalidad me ayudó a no imitarlo, porque también profesaba el desprendimiento y la independencia
.
Para Álvarez Bravo no había que rechazar las influencias
, sino sedarlas y, evidentemente, adquirir un lenguaje propio
, apuntó Iturbide, quien también siente admiración por Henri Cartier-Bresson y Brassaï. Lo que verdaderamente descubrí es que la fotografía podía y debía ser poética, al igual que todas las artes, pese a la mala reputación que le vale su condición tecnológica
.
Agregó: “Las buenas imágenes son las que logran interpretar la realidad gracias a la conjunción entre la sensibilidad y el oficio. Por esa razón, me fastidia cuando los críticos califican mis imágenes de ‘mágicas’. Prefiero el término de ‘poéticas’, más difícil de merecer, pero más genuino”, dijo Iturbide, quien tituló su discurso de ingreso La poesía de la fotografía.
Para la Premio Hasselblad (2008), considerado el Nobel de la fotografía, la posibilidad de la poesía es el fruto de una síntesis entre el mundo y lo que uno es, entre el exterior y el interior de uno mismo. Por supuesto, la fotografía no es la verdad. El fotógrafo interpreta la realidad y, sobre todo, construye una realidad propia, de acuerdo con sus conocimientos y sus emociones. A veces es complicado, porque es un fenómeno algo esquizofrénico
.
Iturbide se refirió a la sorpresa, el sueño y el sacrificio como elementos básicos de su fotografía. También hizo hincapié en el cruce entre la intuición y la disciplina: el ojo debe permanecer atento y captar muy velozmente lo que uno trae dentro. La imaginación es la facultad que permite narrar la realidad a través de un símbolo, descifrarlo y compartirla sugerentemente
.
A modo de contestación, el pintor Arnaldo Coen, también académico de número, expresó que “Graciela pulsa una cámara y su mirada posee el poder de apaciguar los elementos, vencer al movimiento, para dejar múltiples pruebas de marcado sabor y significado, que son en su conjunto, o cada una de ellas, ‘crónicas de un instante’.
“Consigue adormecer las imágenes para hacerlas despertar en cada nueva y diferente mirada, sin pasado ni futuro, en un ‘presente perpetuo’”. En fin, el alma surge de nuevo a la luz revelada en el laboratorio físico y poético de Graciela Iturbide
. En seguida, le dio la bienvenida.
Al término del acto de recepción, en el que Iturbide recibió un diploma de manos de Manuel Marín, presidente en turno de la Academia de Artes, y una medalla de la académica secretaria Louise Noelle, se inauguró Naturata, exposición de 20 fotografías de la Premio Nacional de Artes 2010 en la planta alta del MNSC.
La directora del recinto, Carmen Gaitán, dijo que de esta manera el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes se unen para reconocer los 45 años de la trayectoria de Iturbide.