Sólo tres funciones de La verdad sospechosa
La Compañía Nacional de Teatro Clásico de España escenifica la obra de Juan Ruiz de Alarcón en el Palacio de Bellas Artes
Sábado 26 de julio de 2014, p. 3
Considerada una de las más complejas, divertidas, enredosas y frenéticas obras de teatro del Siglo de Oro, La verdad sospechosa –escrita por Juan Ruiz de Alarcón (1590-1639)–, esconde entre sus vericuetos una constante reflexión irónica, ácida y dolorosa sobre lo que es la verdad en una sociedad mentirosa.
La célebre obra será escenificada en tres únicas funciones, con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, de España, en el Palacio de Bellas Artes, como parte de los festejos por los 80 años del máximo recinto cultural del país.
Desde una visión y sensibilidad contemporánea, pero con fidelidad al texto original, la agrupación española presenta una versión donde la música es parte importante del hilo conductor de la trama, comentó Helena Pimenta, directora del montaje.
Comedia seria y melancólica
Escrita entre 1618 y 1621, La verdad sospechosa es de una vigencia impresionante. Es una obra que integra un manantial de ideas y conceptos
, que hemos calificado como una comedia seria y melancólica
, añadió Helena Pimenta, creadora escénica española.
La historia gira en torno a un extranjero desengañado, don García, quien soñaba con la tierra prometida, como había oído hablar de ella en su lugar natal, y que al llegar a ella descubre lo llena de engaños y embustes que era la corte y todos sus habitantes.
La obra deja ver una nostalgia constante del viajero que desea siempre encontrar un paraíso idealizado que ya no existe. En ese territorio de la nostalgia de quien se va y quien vuelve, en ese deseo de ser, quien uno no es y estar donde uno no está, en esa mentira piadosa con la que uno mismo trata de construir una realidad soportable en un mundo lleno de mentiras perversas, es el universo que propone Juan Ruiz de Alarcón
, quien vivió en carne propia ese tránsito entre dos mundos, pues viajó a Salamanca, España, para estudiar y tras un breve regreso a México, volvió a la corte a vivir el resto de sus días, apuntó Ignacio García, encargado de la selección musical.
La interrelación entre la música y la obra es esencial en esta versión, en la que se escuchan mazurcas, habaneras, danzones y valses. Composiciones de Luis Gonzaga Jordá, Erik Sati, Dimitri Shostakovich y el Danzón número 2, de Arturo Márquez, son algunas de las piezas y arreglos que se interpretan en la puesta en escena.
“La idea es representar el encuentro entre las dos orillas, es decir, el origen del dramaturgo mexicano Juan Ruiz de Alarcón, su experiencia en España, su decepción, su ilusión y el cómo salvar la distancia entre el deseo y la realidad, así como la búsqueda de su propia identidad.
Hemos dicho que es una comedia seria y melancólica respecto de dejar una tierra atrás e ir a buscar otra, con la esperanza de encontrar algo de sí mismo
, explicó Helena Pimenta.
En la obra original, Juan Ruiz de Alarcón aborda el tema de la mentira, desde diversos puntos de vista, abundó el actor español Rafael Castejón, quien interpreta a don García.
“Para mí –dijo– no son mentiras dañinas las que el personaje dice. Es más bien cierta inseguridad. Él miente por aparentar, por no parecer menos que los demás y las mentiras más grandes que dice son para enamorar a Jacinta, a quien confunde con Lucrecia. Aunque por amor, también termina por decir la verdad”.
En contrapunto con las mentiras del protagonista de la obra, se encuentra don Beltrán, su pa-dre, quien con una pedagogía sin concesiones, autoritario y con lúcidos parlamentos, recrimina y adoctrina a su hijo, para acabar en un vertiginoso y nada complaciente final.
En ese aspecto, Juan Ruiz de Alarcón explora las relaciones paterno-filiales, en la que se pone de manifiesto que los padres no conocen a los hijos y viceversa.
Para el actor Joaquín Notario, don Beltrán representa el elemento purificador que limpia todas nuestras mentiras sociales, para que aparezca nuestra verdad personal
.
La obra, concluyó Notario, tiene un sorpresivo y fantástico epílogo
, por lo que se debe esperar hasta el último minuto de la función.
La verdad sospechosa, con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, versión de Ignacio García May, dirección de Helena Pimenta, con 14 actores en escena y el pianista Miguel Huerta; coreografía de Nuria Castejón e iluminación de Juan Gómez Cornejo, así como escenografía y vestuario de Alejandro Andújar y Carmen Mancebo, se presentó anoche, hoy sábado y mañana domingo, a las 20 horas, 19 y 13 horas, respectivamente, en el Palacio de Bellas Artes (avenida Juárez, esquina Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro Histórico).