En México, además de que hay pocos siquiatras, los presupuestos para salud mental aún son escasos, aseveró Ricardo Nanni Alvarado, director general adjunto de políticas y programas contra las adicciones del Centro Nacional de Prevención y Control de las Adicciones (Cenadic).

En el foro La patología dual, en el hospital Fray Bernandino Álvarez, el adictólogo siquiatra detalló que en el país sólo existen 4 mil siquiatras para atender a cerca de 40 millones de personas que en algún momento de su vida presentarán una enfermedad mental. Por ello, indicó, debería haber mayor promoción de esta especialidad en las escuelas de medicina, así como inclusión en la currícula universitaria de temas asociados a la salud mental y las adicciones, porque de eso no vemos nada; en general hace falta más sensibilización para superar la carencia de siquiatras.

Agregó que además de la cantidad ínfima de especialistas en salud mental, 78 por ciento de los siquiatras están en las grandes ciudades, principalmente en el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey, lo que hace que el resto del país esté desprotegido. Refirió: en Tlaxcala sólo hay uno.

En cuanto a recursos financieros, precisó que la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que por lo menos 10 por ciento del presupuesto en salud debería destinarse al rubro siquiátrico, pero en México ni si quiera se llega a uno por ciento, y 80 por ciento se queda en grandes hospitales.

Tanto por la carencia de siquiatras como por el hecho de que la salud mental no es una prioridad en los primeros niveles de atención, explicó, en el país, en promedio quienes requieren atención mental tardan 14 años en obtenerla.

Así, desde que empieza la enfermedad mental, hasta que los pacientes acceden a un especialista una persona tarda 14 años; si esto lo comparamos con el área de odontología, aguantarse un dolor este tiempo sería terrible, pero en salud mental esto ocurre.

En entrevista posterior dijo que por este retraso la enfermedad mental llega muy avanzada y el pronóstico ya no es tan favorable como sería incidir en él desde las etapas iniciales, lo que sería lo idóneo.

El también presidente nacional de la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos apremió a dejar de separar en los tratamientos la enfermedad mental y las adicciones, pues existe una patología dual, ya que dos terceras partes de la población que consume sustancias además tiene problemas mentales, y un tercio de los pacientes siquiátricos presentan consumo de sustancias.

En relación con el consumo de alcohol, el experto en el tema señaló que en México 22 millones lo usan, 5.8 millones abusan de él y 6.2 millones tienen una adicción o dependencia. Añadió que aunque la ingesta “per cápita es bajo (7.2 litros), el problema es que tenemos un consumo de alto riesgo por el patrón de consumo, que es de uso nocivo o abuso, es decir se beben grandes cantidades en cortos periodos.

Hacerlo de forma espaciada pero con grandes cantidades genera más problemas para las personas, es decir, mayores probabilidades de sufrir accidentes o situaciones asociadas a violencia.