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Mañana se otorgará una beca de 25 md con el nombre de la solista del Staatsballet de Berlín

Me da miedo que la gente salga vacía de la sala: Elisa Carrillo

“Ser prima ballerina es un trabajo de tiempo completo”, expresó en entrevista

En total, cien pequeños recibirán apoyo económico para que continúen su enseñanza

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Elisa Carrillo se presentará en el Palacio de Bellas Artes el 6 de septiembre para conmemorar el 80 aniversario del recintoFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Domingo 13 de julio de 2014, p. 8

Ser bailarina, en particular prima ballerina, es un trabajo de tiempo completo, con horarios de 10 o más horas de práctica diaria, además de las funciones, los viajes y los proyectos personales, que incluyen la puesta en marcha, el año pasado, de una fundación que ayuda a jóvenes danzantes. Quien habla de lo que implica ser bailarina es Elisa Carrillo, mexicana, quien se ha convertido en una de las principales representantes de la danza clásica en el mundo.

Ella se encuentra en México para participar en la gala Elisa y amigos, que se realizó este jueves y viernes en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario con bailarines de todo el mundo. El lunes se realizará la entrega de las becas que llevan su nombre y se elegirá al niño o niña que obtendrá recursos por 25 mil dólares para que estudie en el extranjero. En total, 100 pequeños reciben unos 800 pesos del gobierno del estado de México, para que continúen sus estudios; otras 10 becas son para que durante un año los jóvenes bailarines formen parte de la Compañía del Estado de México; la otra es la del ganador de los 25 mil dólares.

Una niña inquieta

La entrevista con la bailarina se realizó en la suite del hotel en el que se hospeda, con una vista hermosa a la Alameda Central y al Palacio de Bellas Artes, donde se presentará el próximo 6 de septiembre para conmemorar el 80 aniversario del recinto.

Elisa no se está quieta: mientras charla con este diario cose sus puntas (zapatillas de ballet), acomoda su cabello, que es muy largo, y vamos desde el inicio. Comencé simplemente como todas las niñas: tenía la inquietud, me encantaba la música, presentarme frente a mi familia... me acuerdo que inventaba cosas, obras de teatro, no sé de dónde me llegaban las ideas. Desde chiquita tuve mucho esas ganas de presentar algo, de expresar lo que sentía. Mi mamá me llevó a los cinco o seis años a una escuela de ballet, como hay muchas en el país. Pensó que me serviría para sacar toda la energía; la maestra le comentó que tenía muchas aptitudes, que por qué no lo hacía de manera profesional.

De ahí pasó a la escuela de Iniciación Artística del Instituto Nacional de Bellas Artes, obtuvo una beca para estudiar en The English National Ballet School en Londres, y en 1999 se integró al Stuttgart Ballet como parte del cuerpo de baile; después se convirtió en solista de esa compañía. Ya en 2007 pasó al Staatsballet de Berlín y en 2011 fue nombrada prima ballerina.

Ha obtenido varios reconocimientos y es, además, integrante del Consejo Internacional de Danza de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).

–¿Qué se necesita para impulsar el ballet en México?

–Algo muy importante que hay que saber es que el ballet clásico es una carrera muy difícil, ya que no se trata nada más del trabajo, sino que debes tener las aptitudes físicas naturales para entrar a una escuela profesional. Me ha pasado mucho que me dicen: Mi hija lleva años estudiando ballet y tiene muchas ganas de ser bailarina. Claro que uno tiene que tener las ganas, pero hay cosas de la naturaleza que se deben tener. Se puede hacer como pasatiempo, disfrutar, pero hacerlo profesionalmente implica muchísimas cosas. También es importante que en el país las personas del sistema educativo para la danza estén muy preparadas, porque puedes tener mucho talento, pero si no tienes una persona que sepa trabajar tu cuerpo, prepararte bien, no vas a tener buen nivel.

–¿Cuáles son esas aptitudes naturales físicas?

–Los pies, son importantes, la forma de las piernas, tener cuello largo, brazos largos, tener una figura, ser delgado, tener buena altura. Al nivel en que estoy, en una compañía en el extranjero, las bailarinas son altas. Yo sé que en el país a lo mejor soy una mujer alta, mido 1.70, pero no soy altísima. En Europa soy de estatura media y está muy bien para una bailarina. En la danza contemporánea y moderna no es tan necesario tener la perfección en las piernas y los brazos, pero en la clásica es algo muy estricto.

Hay de todo. Hay bailarines que a lo mejor con un buen maestro puede sacar lo mejor, pero si eres muy bajita, de complexión no delgada, será más difícil que encuentres un trabajo. Sobre todo si hablamos de un medio donde la cantidad de egresados supera a la oferta de plazas en las compañías que en las audiciones tienen cuatro contratos y 200 niños audicionando.

–¿Y el peso?

–El peso realmente no importa. El mío varía entre 52 y 53 kilos. La gente siempre dice que tienes que pesar 50 kilos, eso no es cierto, cada persona tiene diferente complexión. Claro que tienes que estar súper delgada pero no hay un número determinado. Cada persona es diferente. Si mides 1.75 no puedes pesar 50 kilos.

Distancia y soledad

–¿Ha sido difícil llegar a donde está?

–Claro. Todo ha sido difícil, es la palabra más grande que te puedo decir y hasta la fecha lo es. Lo más difícil al principio fue dejar a mi familia, estar lejos y estar sola, aunque nunca me he sentido sola completamente, porque tengo una familia maravillosa detrás de mí. Internet me ha cambiado la vida.

Ahora ya es mucho más fácil comunicarme; cuando escucho a gente que dice que se va porque ya no puede y extraña demasiado, pienso que no es posible que con todos los medios de comunicación que tenemos al alcance digan que se están muriendo. Cuando me fui no existía el iPhone, mandaba cartas o hablaba una vez a la semana con mis papás, ahora puedo hablar todo el día si quiero, no hay ningún problema. Creo que si tienes una meta tienes que salir adelante. También fueron difíciles esos momentos de llegar a un nuevo país y no conocer el idioma.

Hoy habla alemán, inglés, español y un poco de italiano.

Su día comienza siempre con una enorme taza de café negro. A las 9:30 inicia su preparación en la compañía, las clases, los ensayos, y termina a las 6:30 o siete de la noche. Es diferente cuando hay función: su día termina a las 12 de la noche o después. Hay semanas en las que no hay descanso. Y a todo eso se suman los planes personales con su esposo, el bailarín ruso Mijail Kaninkin, quien también es primer bailarín en el Staatsballet de Berlín.

El futuro

–¿Qué pasará cuando se retire?

–Esta es una carrera que termina a los 40 o 43 años. Ya tenemos miles de cosas planeadas. Hace un año creamos una fundación que es parte también de los proyectos que estamos haciendo. La fundación está viva desde ahora. Empezó el año pasado; el primer proyecto que hicimos fue Infinita Frida, que presenté en el estado de México y dio una aportación a la fundación, con eso lo logramos, está apoyando a los niños que se van al extranjero, consiguiendo escuelas, ayudando con los trámites.

Hay varios proyectos que tenemos en mente; esa es una de las cosas que a futuro esperamos poder utilizar, no es sólo para apoyar la danza, sino a las artes y la cultura en general. Tampoco descarta dedicarse a la enseñanza y quizá pronto tener hijos.

No es cierto eso de que una bailarina no puede tener hijos. Conozco a muchas que tienen bebés y regresan más bellas a bailar.

Por el momento dedica el ciento por ciento de sus energías a la danza, a perfeccionar cada movimiento, a transmitir emociones en el escenario. “Algo que me da mucho miedo es estar en el escenario y no poder transmitir a las personas nada, que la gente se vaya vacía; espero que nunca pase, y si uno realmente siente lo que hace no tiene por qué suceder, pero sí digo: ‘Dios mío, sería horrible salir del escenario y que la gente no disfrute lo que hago, entonces para qué lo estoy haciendo’. Mi reto es mantenerme donde estoy; el día que sienta que ya no doy lo mejor para mí, lo dejaré”.