La mitad serán detenidos en territorio mexicano y 30% por la Patrulla Fronteriza
El número de indocumentados aumentó considerablemente desde 2009, revela estudio
Martes 1º de julio de 2014, p. 8
Arriaga, Chis., 30 de junio.
Cada día en el lomo del tren llamado La bestia viajan más de 700 centroamericanos menores de edad y adultos que pretenden llegar a Estados Unidos. Solamente 20 por ciento alcanzarán su meta. La mitad serán detenidos antes de cruzar el territorio mexicano, y 30 por ciento a manos de la Patrulla Fronteriza, según estadísticas históricas elaboradas por el gobierno mexicano.
Polleros –traficantes de personas– y migrantes cruzan la frontera sur de México a través de más de 40 puntos sin vigilancia, pero peligrosos por la geografía y las pandillas.
La migración de menores de edad creció desde 2009, refiere el estudio Migración centroamericana de tránsito irregular por México: estimaciones y características generales, elaborado para la Secretaría de Gobernación por Ernesto Rodríguez, Salvador Berumen y Luis Felipe Ramos.
El documento reconoce que también aumentó la vulnerabilidad de este grupo, ya que la proporción de los que viajaban solos se incrementó en 10 puntos porcentuales
desde 2010.
La gran mayoría de migrantes llegan al municipio de Tapachula y viajan más de 300 kilómetros para llegar a Arriaga, el municipio de donde parte La bestia. Los que tienen un poco de dinero lo hacen a bordo de camiones o combis de transporte público. Los más pobres, a pie sobre las vías del tren que antes del huracán Stan (2006) partía desde Tapachula.
Con la ropa que llevan puesta y muy pocas pertenencias en mano, los migrantes cruzan el río Suchiate en balsas hechas con neumáticos y tablas amarradas con lazos. Los barqueros ya saben dónde dejarlos: en caminos de terracería que comunican con terminales de autobuses o combis que los acercarán al municipio de Arriaga.
El recorrido no está exento de sobresaltos: los migrantes cuentan con la complicidad de los condutores, quienes les avisan cuándo deben bajarse de los transportes para que no sean detenidos en los puntos de revisión.
Una vez que rodearon a las autoridades, las personas en tránsito suben de nuevo a los transportes. La historia se repite al menos tres veces en su recorrido hasta Arriaga.
Alrededor de La bestia, los negocios más rentables son tres hoteles de bajo costo en los que los polleros deciden cuántos duermen por cuarto y lo mínimo son 10 personas; cibercafés, que le permiten hacer llamadas vía Internet a sus familias, y una cantina.
En Arriaga hay tres hileras de vagones que brindan sombra, techo y posibilidad de transporte hasta Ixtepec, Oaxaca. Sin embargo, los migrantes son presa de las pandillas, que les cobran renta por estar en el tren, por ocupar un espacio en el que no se caerán, y hasta por cuidarles el lugar si quieren dormir en alguno de los hoteles.
Allí se tejen historias de niños con sus madres que al no tener para comer esperan dos veces al día que los integrantes de los Grupos Beta del Instituto Nacional de Migración estacionen sus camionetas a unos metros de La bestia para que les proporcionen leche para los niños, botellas de agua, sopas instantáneas y latas de atún.
Los consulados de El Salvador y Guatemala no acuden a proporcionar ayuda a los migrantes; si los viajeros quieren alimento, deben acudir a sus oficinas.