Lunes 30 de junio de 2014, p. 16
Talismán, Chis., 29 de junio.
Cualquiera puede pedir hasta tres veces que le cumplan la vuelta, como llaman los migrantes a las veces en que un pollero debe tratar de llevarlo a Estados Unidos. Siempre deben soportar en el silencio de la omertá (código siciliano que prohíbe informar sobre los delitos considerados asuntos que incumben a las personas implicadas) la violencia que ejercen en su contra pandillas y traficantes de personas.
La vuelta tiene condiciones: la primera, que el migrante haya cumplido con el pago, que va de 5 mil a 10 mil dólares; la segunda, que no denuncie los abusos de que fue objeto. Cualquier denuncia significa desde una paliza hasta la muerte, reveló Santiago, un joven de 15 años de edad que iba a ser llevado a Estados Unidos por un integrante de la Mara Salvatrucha y desde que salió de Honduras y llegó a Tapachula fue explotado sexualmente.
Santiago está actualmente en un albergue. Sonríe cuando asegura que es ‘‘flaco como un espagueti, aunque como bien’’. Tiene la mirada triste. No quiere una sola fotografía, porque ‘‘hasta de espaldas me reconocerían’’ los pandilleros.
‘‘Nos vendieron’’
Usa ropa y ‘‘chanclas’’ que le han dado y le quedan un poco grandes, ‘‘pero está bien’’, asegura. Tarda en mencionar que él fue, como ‘‘muchos, muchos, niños y niñas, vendido por los polleros. Yo logré escapar, pero varias mujeres que venían con el grupo hoy esperan cliente en el centro de Tapachula’’, narra.
Se trata de menores de edad que son explotados sexual o comercialmente por quienes se supone que los iban a llevar a Estados Unidos al lado de sus padres o conocidos. ‘‘Casi no me gusta salir a la calle porque hay quienes me han visto y dicho que me van a matar, aunque yo ni los conozco. Cuando llegué aquí solamente sabía cultivar, cosechar y limpiar café.
‘‘Salí de mi casa sin saber hacer nada más que eso. Mi madre y yo trabajábamos para mantener a mis dos hermanos más pequeños. Para mi padrastro sólo existíamos cuando nos golpeaba. Junté cada moneda que me daban o que ganaba en el café. Así pagué algo de mi viaje.’’
Él nunca podrá pedir la vuelta; ahora tiene que ocultarse debido a que denunció que fue ‘‘vendido’’. Lo rescató personal del Instituto Nacional de Migración y puede solicitar refugio, pero no quiere porque teme que algún día lo encuentren.