Porras y señales de malas vibras
no impidieron la eliminación
Lunes 30 de junio de 2014, p. a11
Entre largos y estruendosos gritos y suspiros, muchos comensales observaron en grandes pantallas, con el Jesús en la boca, el partido de futbol entre México y Holanda en diversos restaurantes del centro histórico. Familias completas, incluidos bebés y abuelos, se dieron cita este domingo en esos lugares para almorzar y presenciar el juego que eliminó a México de los octavos durante el mundial de futbol de Brasil.
Varias de las llegadas del equipo holandés a la portería mexicana hicieron a muchos levantar las manos al cielo en señal de agradecimiento a la corte celestial porque los europeos no anotaban, mientras otros ataviados con playeras verdes y los nervios de punta, lanzaron a coro largos ¡ayes¡ apenas el equipo naranja se acercó al área y al arco de México.
Pero la emoción alcanzó la locura cuando Giovani do Santos anotó en los primeros minutos del segundo tiempo y el ambiente se enciendió en un restaurante italiano, donde se escucharon porras y aplausos al jugador.
¡La virgen está con nosotros!
Grita una abuelita dirigiéndose a sus nietos cuando el disparo de un jugador rebota contra el poste de la valla mexicana.
Un ¡Ah! profundo sale de las gargantas cuando de nueva cuenta el holandés Arjen Robben vuelve al ataque sobre la portería mexicana y se convierte en ¡aaahhh! cuando dispara de muy cerca y la pelota se pierde atrás del arco.
No faltaron las señales de malas vibras que la porra mexicana lanza moviendo los dedos contra los holandeses pero eso no impide el gol contra México y la decepción al final.