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Está en juego la existencia de ese país, afirma John Kerry

Resurge el debate en Estados Unidos sobre el conflicto iraquí
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Iraquíes esperan su turno para practicarse exámenes físicos en un centro de reclutamiento de Bagdad, luego de que autoridades hicieron un llamado a apoyar a las fuerzas armadasFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de junio de 2014, p. 21

Nueva York, 24 de junio.

Irak ha regresado al presente otra vez: intensos debates sobre si bombardear o no otra vez, si tumbar o respaldar al gobierno de allí, y, una vez más, quién tiene la culpa de que se esté al borde de perder esa nación.

El secretario de Estado John Kerry, en visita sorpresa a Irak, aseguró al gobierno del presidente Nuri Maliki que contaba con el respaldo de Estados Unidos, y afirmó que lo que está en riesgo es la existencia del país. En su viaje de emergencia, ante la percepción de que esa nación está al borde de la desintegración a raíz de la ofensiva de la agrupación Estado Islámico en Irak y Levante, Kerry subrayó en entrevista con NBC News que el inminente envío de 300 asesores militares estadunidenses no es una intervención, sino una misión de asistencia. Afirmó que el presidente Barack Obama no tiene “ninguna intención… de regresar tropas de combate estadunidenses a Irak”.

Insistió en que el enfoque es consolidar el apoyo para establecer un gobierno bajo un consenso político para enfrentar la amenaza a la integridad del país, reafirmando la posición de Obama de que la solución es política, no militar.

Pero tal vez la frase más extraordinaria de Kerry fue el lunes, cuando expresó: ni Estados Unidos ni ningún otro país tienen derecho de escoger al líder de Irak.

Como todo mundo sabe, Estados Unidos invadió esa nación y derrocó a su líder, Saddam Hussein, bajo justificaciones falsas. Instaló un gobierno de transición y después ayudó a colocar a Maliki. Hizo lo mismo en Afganistán. O sea, es una frase que refleja amnesia.

Pocas opciones

Pero ante la crisis en Irak no cabe duda de que el gobierno de Barack Obama se encuentra sin buenas opciones y que ésta era lo último que deseaba un gobierno que acababa de festejar el logro de dejar atrás una de las guerras más largas de su historia (sólo le gana en tiempo la de Afganistán). Tal vez lo más curioso fue el debate inicial sobre si bombardear o no, esta vez junto con el posible uso de drones, mientras se aseguraba que Estados Unidos no regresaría a poner botas en el terreno. Poco después se anunció el envío de 300 asesores militares.

Vale recordar que Obama destacó su oposición a la guerra lanzada contra Irak por el presidente George W. Bush en marzo de 2003, en su campaña presidencial de 2008, y prometió llevarla a término. Declaró el fin de ese conflicto en 2011, al sacar las tropas de combate del país. La crisis actual amenaza con deshacer todo eso y dejar que la cúpula política estadunidense cierre ese capítulo.

Tal vez por ello el nivel de desaprobación de la conducta en relaciones exteriores de Obama se ha disparado 10 puntos, alcanzando 58 por ciento el último mes, y el nivel más alto desde que el presidente inició su gestión en 2009, según un nuevo sondeo de CBS News/New York Times. En torno a la crisis en Irak, 52 por ciento desaprueban el manejo presidencial. Todo ello está erosionando su índice de aprobación en general, el cual ahora está en 40 por ciento, con 54 por ciento que reprobaron su gestión.

El gobierno en Washington enfrenta el agotamiento con guerras entre este pueblo después de más de una década de miles de muertes y decenas de miles de jóvenes heridos física y mentalmente de los dos conflictos armados más largos de la historia de este país en Irak y Afganistán. La encuesta de CBS News revela que sólo 18 por ciento de estadunidenses piensa que la guerra en Irak valió la pérdida de vidas, recursos y problemas para Estados Unidos, el nivel más bajo registrado en estas encuestas. Setenta y cinco por ciento piensan que no valió la pena la guerra en Irak, incremento de 8 puntos desde 2011, justo antes de que retornaron las tropas estadunidenses.

Ante las opciones militares que se contemplan ahora, apenas una ligera mayoría (51 por ciento) apoya el envío de asesores militares, pero 40 por ciento señalan que eso no tendrá gran efecto sobre la violencia. Una abrumadora mayoría (77 por ciento) se opone al envío de tropas terrestres a esa nación.

Por el momento, los argumentos de que Irak representa un interés nacional para Estados Unidos no despiertan mayor apoyo. Algunos políticos tratan de utilizar de nuevo el argumento de la amenaza terrorista en ese conflicto.

No sólo eso, sino que con la crisis en Irak están reapareciendo algunas de las figuras principales en el debate inicial sobre la guerra, tanto los que la promovieron como los opositores, desde el ex vicepresidente Dick Cheney hasta veteranos de Irak que regresaron para denunciar la guerra.

Tal vez los más incómodos con todo esto fueron quienes intentaron asumir las dos posiciones a la vez, como Kerry y la posible candidata presidencial, antecesora de Kerry como secretaria de Estado, Hillary Clinton, cuando ambos eran senadores y votaron en 2002 en favor de autorizar la guerra de Bush, pero después se dedicaron a criticarla tras su inicio, en marzo de 2003.

Pero en todo este renovado debate sobre Irak y lo que debería o no hacer Estados Unidos están, en gran medida, ausentes un par de cosas:

La primera, curiosamente, es si la invasión estadunidense hace 11 años tiene algo que ver con lo que ocurre ahora. Para Chris Hedges, ex corresponsal de guerra para el New York Times y otros medios, así como premio Pulitzer, los militantes ultraderechistas que están tomando por asalto vastos territorios de Irak son “los fantasmas de cientos de miles de personas que asesinamos en nuestra búsqueda delirante de rehacer el Medio Oriente… Son la respuesta final a la humillación colectiva de un país ocupado, el resultado lógico de del plan de conmoción y pavor, el Frankenstein cosido con partes de los cuerpos que dejamos tirados en el suelo. Son lo que merecemos por los 4 billones que desperdiciamos sobre la guerra en Irak”, escribió en su columna en Truthdig.com.

La segunda es, escribe Michael Schwartz en TomDispatch, lo mismo de siempre: la lucha no sólo sobre la opresión del gobierno actual, sino sobre quién controlará y se beneficiará con lo que Maliki describe como el patrimonio nacional. O sea, el petróleo.