San Ochoa
artidazo! El pentacampeón Brasil y el Tri brindaron un espectáculo inolvidable. Los dos pudieron ganar y la diferencia la marcó un excelso Guillermo Ochoa, quien salvó cuatro goles como cuatro soles.
Desafío parejo, de ida y vuelta. El abrazo final entre Felipe Scolari y Miguel Herrera lo dijo todo. Primero hablaron sonrisas por medio, y al final se fundieron en un abrazo sin reservas.
Nadie ganó y ganaron todos.
A veces los empates dejan un dulce sabor de boca. La ausencia de goles fue llenada por la entrega sin fin de los jugadores que pisaron la cancha del estadio Castelao, en Fortaleza.
Ambos equipos siguen en la cima de su grupo con cuatro puntos, pero con la diferencia de anotaciones en favor del Scratch. Viene ahora la última etapa, llega la rocosa y nada rústica Croacia.
Será un partido a cara de perro. Si los croatas ganan a Camerún este miércoles, los tricolores deberán mentalizarse tanto o más de lo que hicieron para el juego de ayer. Puede ser un rival todavía más complicado que Brasil.
En lo que llegan los gladiadores croatas vale la pena disfrutar el espectáculo que vimos en el Castelao. Fueron 93 minutos jugados con una intensidad brutal. México, sus jugadores, fueron capaces de sobreponerse a condiciones adversas, tanto por el clima como por la mayoría de la torcida brasileña en las gradas.
Honores para El Piojo Herrera. Su dispositivo táctico fue notable. Cuando a la mitad del segundo tiempo el Tri se desfondaba y se mascaba el gol de Brasil, metió en la cancha a Javier Hernández y a Marco Fabián, y obligó a los brasileños a recular y a olvidarse de su agónica ofensiva.
Nunca supo Brasil cómo jugarle a México. Scolari se encogió en la misma medida que El Piojo ganaba confianza y no dejaba de hacer su show en la zona técnica. Cada equipo fue fiel al carácter de su entrenador. Herrera le ganó la partida a Scolari.
¡Bien por el Tri!
Antes del trepidante juego entre brasileños y mexicanos, la selección de Bélgica, llamada el caballo negro de Brasil 2014, ofreció un juego deplorable. Lejos de lo que mostró en las eliminatorias europeas, los belgas no dejaron atisbo de mejoría. Argelia se aproximó al área contraria media docena de veces y en una de esas un torpe defensor belga cometió penalti. Y se pusieron arriba.
Ganar el primer partido es vital aunque no asegure llegar al cuarto encuentro. Pero Bélgica, país dividido entre flamencos y valones, dejó una pesada estela de sospecha sobre sus reales posibilidades de avanzar a las altas instancias del Mundial. Decepcionaron.
En el último duelo de la jornada, el arquero ruso abrió la sonrisa de los sudcoreanos con una desgraciada acción. Tan orientales como educados, el regalo ruso fue puntualmente correspondido por un error del portero coreano. Quedaron como amigos distantes, que eso son en el mundo de la política.
No hubo futbol, pero entretuvieron la resaca futbolera después del magnífico duelo entre Brasil y México.
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