Músico y escritor, pilar de la cultura brasileña, cumple 70 años el próximo jueves
En su trayectoria literaria cuenta con nueve novelas; algunas, reales juegos experimentales
En sus composiciones también se denota su regusto por el truqueo, trueque, tronido y traqueteo de la lengua
Domingo 15 de junio de 2014, p. a11
Enamorado del sonido, significado, orden y concierto de las palabras, Chico Buarque de Holanda, pilar de la cultura brasileña, cumple 70 años este jueves 19.
Quedó prendado del estrépito de consonantes en abigarrado revoloteo, cayendo juntas y vueltas a levantar, que es como suena el idioma húngaro, llamado por algunos por su intrincación la única lengua que respeta el diablo
. Como consecuencia, escribió en 2003 su hermosa novela Budapest.
Antes de escribir ese libro, Buarque nunca había pisado el suelo de aquella ciudad.
Su amor por las palabras viene de más lejos.
Nace de los marcos de contextualidad histórica, social y política de Brasil, que documentó el investigador Anazildo Vasconcelos da Silva en su libro Representações do social na poesía de Chico Buarque y que tiene que ver con la conversión de la literatura romántica y moderna, en su tránsito hacia las vanguardias.
El movimiento de poesía concreta, datado en 1956; la poesía praxis, de 1962; el poema-proceso, de 1967; la poesía semiótica, 1970, a través de manifiestos y programas culturales, significaron la ruptura con el modernismo de la generación de 1945.
Se abrió entonces el horizonte hacia el experimentalismo lingüístico, la experimentación con el lenguaje, la desnaturalización de la palabra, para pasar a la palabra-cosa, el poema-código o semántico y el tender puentes hacia el movimiento de la Música Popular Brasileña (MPB), del que forma parte Chico Buarque para luego convertirse en uno de los novelistas más importantes de la actualidad mundial.
El enlace, mediador, puente tiene nombre y apellido: Vinicius de Moraes (1913-1980), quien enlazó a los jóvenes compositores populares con la disciplina escritural de Carlos Drummond de Andrade, Manuel Bandeira, Gregorio de Matos, Haroldo de Campos, entre otros gigantes.
En su novela Budapest, Chico Buarque eleva el reto de la experimentación formal que practicó en toda su carrera como músico. Por ejemplo, su obra maestra Construção es un juguete experimental construido con endecasílabos y rimas en proparoxítonas, que no son otra cosa que los esdrújulos.
José Costa, su alter ego en Budapest, es un escritor fantasma, o negro, especializado en artículos, discursos y autobiografías ajenas, en claro planteamiento preñado de ironías, querencia fundamental de este gran escritor brasileño.
Su degustación por la entraña del lenguaje se despeja con asombro en la arquitectura y dificultad de los sonidos del idioma húngaro, la única lengua que el diablo respeta
, como dicen los gitanos.
El gozne de tuercas se tuerce en otro desdoblamiento: José Costa se convierte en Zsoze Kósta y vive una doble vida entre Budapest y Brasil, entre ironías, humoradas y juegos de palabras.
El regusto por el truqueo, trueque, tronido y traqueteo de las palabras le nació de la lectura, cuando niño, de una de las novelas capitales de América Latina: Gran Sertao, Veredas, de Joao Guimaraes Rosa (1908-1967), que se reflejó en una de sus primeras canciones, que son en realidad poemas puestos en música por este orfebre de la palabras.
En Pedro Pedreiro, de 1965, despliega el juego de las aliteraciones: Pedro pedreiro penseiro esperando o trem/ Manha, parece, carece de esperar também/ para o bem de quem tem bem/ de quem nao tem vintém.
En Leche derramada (2009), su protagonista, Eulálio Montenegro d‘Assumpçao, tiene 100 años de edad; su hija Eulalia es octagenaria, y entre ambos mueven la memoria de vidas anteriores hasta hilar una historia de dos siglos, desde Portugal hasta Brasil, la patria nueva, en medio de atmósferas plenas de humor, sensualidad, vapor poético.
Así suena: El somnífero ya no me hace efecto inmediato, y sé que el camino del sueño es como un pasillo lleno de pensamientos. Oigo ruidos de gente, de vísceras, un tipo intubado emite sonidos rasposos, quizá intente decirme algo. El médico de guardia entrará apresurado, me tomará el pulso, quizá me diga algo. Un cura vendrá a visitar a los enfermos, susurrará palabras en latín, pero no creo que se dirija a mí. Una sirena en la calle, un teléfono, pasos, siempre hay alguna expectativa que me impide conciliar el sueño. Es la mano que me sujeta por los pocos pelos que me quedan. Hasta que me tope con la puerta de un pensamiento hueco, que me engullirá y me arrastrará a las profundidades, donde acostumbro a soñar en blanco y negro
.
En su novela Estorbo (1991), el juego estriba en el monólogo y a la manera de Saramago, los signos de puntuación.
Seis novelas a la fecha: Abonda (1966), Fazenda Modelo (1974), Chapeuzinho Amarelo (1979), A bordo do Rui Barbosa (1981), Estorvo (1991), Benjamin (1997), Budapest (2003) y Leche derramada (2009).
En el imaginario colectivo, Chico Buarque es un cantante brasileño. En la realidad, se trata de un humanista de izquierda, dramaturgo, poeta, músico, novelista.
Enamorado del concierto de las palabras.
Feliz cumpleaños 70, maestro.