El mayor problema nacional
ace poco, la UNAM convocó a un coloquio como homenaje a Andrés Molina Enríquez, que publicó Los grandes problemas nacionales en 1914 con un impacto profundo. Vislumbró como solución a ellos el ascenso de los mestizos como el elemento más dinámico de la población. Hoy los problemas principales no se centran en la disputa por la tierra, sino en nuestra incapacidad para modernizar nuestra economía y nuestra política. En términos de brocha gorda, el problema de hoy es igual al de 1914 y el que se planteó y sigue vivo desde la fundación de nuestra nación a raíz de la conquista española hasta hoy: la existencia de una oligarquía que impide la democracia y garantiza a favor de sí misma la desigualdad.
Esta elite es extraordinariamente pequeña, en comparación con la población. No llegarán a 300 mil familias, en las que predomina un núcleo duro de una veintena de personajes capaces de determinar con sus decisiones el rumbo del país. Es cierto que existen muchos problemas en esta hora crítica; las instituciones estás desgastadas, los partidos muy desprestigiados y la economía estancada, pero todos esos problemas parecieran tener la misma fuente, la capacidad de 5 por ciento de la población para determinar el manejo del Estado y quedarse con riquezas como no tienen paralelo en el mundo.
En alguna ocasión le preguntaron a Manuel Gómez Morin, el fundador del PAN, cuál era el mayor problema de México (este personaje ilustre se volvería a morir hoy si viera en lo que ha terminado su partido; aliado casi orgánicamente con el PRI, enemigo de la democracia y agente activo de la corrupción y simulación), y contestó sin pestañear: el gran problema de México es la irresponsabilidad de las élites
. En efecto, las élites mexicanas abrevan en una misma cultura criolla, tienden a esquivar toda responsabilidad, y a pesar de que critican a los políticos y a la política, los aprovechan para obtener beneficios ridículamente grandes.
Según todos los observadores extranjeros, el número de millonarios tenderá a multiplicarse en México, y de igual forma tenderá a ampliarse la desigualdad. Es muy difícil pensar en crecimiento económico cuando la mayoría del país es pobre y cuando son unos cuantos millonarios los que concentran 45 por ciento de los activos bancarios. Sólo 10 ricos superan con sus ingresos al 100 por ciento de la población. Una de las condiciones para que exista desarrollo y democracia en México es que esta oligarquía se divida y un sector progresista demande cambios. Pero no vemos en el horizonte ningún indicio de que esto pueda suceder.
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