Sao Paulo, 7 de junio.

La huelga de trabajadores del metro de Sao Paulo amenaza con extenderse hasta la inauguración del Mundial 2014, mientras la presidenta Dilma Rousseff denunció una campaña sistemática contra su gobierno y el torneo.

Por tercer día consecutivo, el paro afectó a los usuarios del subterráneo.

Mientras tenga fuerza, el movimiento continuará y puede que llegue hasta la Copa, dijo a Afp Rogerio Malaquías, portavoz del sindicato de los metroviarios. Tres de las cinco líneas del metro de esta ciudad con 20 millones de habitantes operaban parcialmente y 34 de 65 estaciones están abiertas.

Este sistema de transporte es uno de los principales medios para llegar al estadio mundialista Arena Corinthians, sede del partido inaugural Brasil-Croacia, el próximo jueves, por lo que la paralización supone una fuerte presión sobre las autoridades, que sin embargo no ceden a las demandas de los empleados.

Entre 90 y 95 por ciento de los 9 mil 500 trabajadores –incluidos operadores de tren, seguridad y mantenimiento– apoyan la huelga, aunque un plan de contingencia consigue operar el sistema de forma precaria.

Los que operan los trenes son supervisores, jefes, funcionarios administrativos. Es extremadamente peligroso porque no tienen entrenamiento, abren la puerta del lugar equivocado o paran el tren mal. Eso puede causar un accidente, explicó Malaquías.

Una asamblea de trabajadores se reunirá este fin de semana para decidir el futuro de la huelga.

La presidenta Rousseff, quien pidió no confundir la justa deportiva con la política, declaró: No creo que la Copa decida mi elección. No me ayudará ni me perjudicará. Brasil puede ser campeón y yo perder la elección, o Brasil puede perder la Copa y yo ser relecta.