stuve tentado a escribir sobre el lamentable enfrentamiento entre vecinos de San Bartolo Ameyalco y policías del Distrito Federal, lo que a fin de cuentas se trata de una parte del pueblo contra otra parte del mismo pueblo, sólo que la segunda porta uniformes, cascos y escudos. Decidí no hacerlo. En la televisión vi escenas de habitantes indignados de Ameyalco, arrojando piedras a los granaderos; también observé a granaderos indignados arrojando piedras a los vecinos.
Espero que las autoridades de la ciudad y de la delegación Álvaro Obregón resuelvan el problema, escuchando las razones de los gobernados, que luchan nada menos que por el agua de la que se sienten y son propietarios, es decir, defienden la vida de su comunidad. La solución que se dé tendrá que ser convincente y justa, sería inadmisible que se instalaran mesas de diálogo
para dar excusas, verdades truncas o ganar tiempo.
Preferí dedicar mi comentario de hoy a un acontecimiento político importante para la ciudad, tanto porque se trata de un hecho positivo y alentador (tan necesario en estos tiempos turbios y confusos), como porque consiste en una definición política valiente y sin rodeos o reticencias. Me refiero al informe de labores que el pasado lunes, en el escenario del Teatro de la Ciudad, lleno de un público atento y participativo, dio la diputada por Iztapalapa, como ella se definió, Ernestina Godoy Ramos.
En el escenario, acompañando a la informante, estuvieron diversas personas de la política capitalina, en representación del jefe de Gobierno, asistió y dijo un breve y sustancioso mensaje el maestro José Ramón Amieva Gálvez, consejero jurídico de la administración capitalina. También habló (su discurso y reconocimiento a la diputada fueron aplaudidos) el maestro Manuel Granados Covarrubias, coordinador del grupo parlamentario con mayoría en la Asamblea Legislativa. Estuvieron otros políticos también destacados, entre ellos, el senador Alejandro Encinas, el presidente del Comité Nacional de Morena, Martí Batres Guadarrama, el delegado de Iztapalapa, Jesús Valencia, la dirigente social y ex delegada Clara Brugada y muchos más.
Vecinos de Iztapalapa ocuparon todo el espacio del teatro destinado al público; tanto en la platea como en los balcones que rodean el escenario hubo un ambiente de cercanía y atención entre participantes en el acto y auditorio; las y los vecinos de la demarcación más poblada del Distrito Federal, siguieron atentos los discursos y el informe, aplaudían si se tocaban fibras políticas de su interés o que coincidían con sus convicciones.
Lo que me pareció más importante y digno de mención, fue la definición política de la diputada Ernestina Godoy, quien dijo con voz clara y pausada que es una mujer de izquierda, comprometida con la libertad, la democracia, la justicia, la diversidad, la equidad social y una mejor distribución de la riqueza.
El momento culminante del mensaje lo constituyó la afirmación de que es fundadora y militante del Movimiento de Regeneración Nacional y que está comprometida en su construcción y fortalecimiento. Morena, dijo, viene a sumar no a dividir, a constituirse en instrumento del pueblo para transformar al país; afirmó su permanencia en la banca del PRD en la Asamblea Legislativa para mantener la gobernabilidad y la mayoría parlamentaria de la izquierda.
Más claro ni el agua, en política las palabras tienen su propio peso específico, mayor que en otros campos del quehacer humano. En política muchas veces hablar es actuar.
El resto del informe no desmereció, mantuvieron la atención de los asistentes los datos sobre iniciativas y leyes aprobadas, su participación como presidenta de la Comisión de Desarrollo Social de la Asamblea; su regreso al lado de los votantes y como, a la par de su trabajo legislativo, está la labor social en Iztapalapa.
Presencia y actitudes como las de la diputada Godoy alientan a quienes quieren y luchan por un cambio de fondo y avivan las esperanzas de que esta transformación es posible.