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La esposa del poeta reveló datos no muy sabidos del jalisciense

En íntimo homenaje agradecen el ser creador de Hugo Gutiérrez Vega
 
Periódico La Jornada
Lunes 19 de mayo de 2014, p. 7

En el homenaje celebrado ayer por la trayectoria del poeta Hugo Gutiérrez Vega (1934) quien dio la sorpresa al hacer uso del micrófono fue su esposa, Lucinda Ruiz. Ante el público de la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la cónyuge durante 54 años del también diplomático y director de La Jornada Semanal confió unos datos no muy sabidos sobre su persona, por ejemplo, su doble nombre, Hugo Jesús, y el hecho de que tiene dos cumpleaños, el 11 y el 20 de febrero. Aunque nació el día de la virgen de Lourdes, el segundo es el que está en su acta.

También contó en tono de broma que nunca le pagó las clases de italiano que le encargó cuando fue rector de la Universidad de Querétaro –claro, ella no estaba en la nómina–, que le robó un epígrafe que usé para una historia: la de Margarita, costurera de la casa.

Doña Lucinda más bien quiso aprovechar la ocasión, en público de la gente, como dice el corrido, para agradecer a su marido, con un nudo en la garganta, por haberme adentrado en la poesía y conmoverme, con la tuya y la de otros.

También, por tu honestidad sin fisuras, por las infinitas veces que levantaste la voz, a pesar de las represalias para denunciar lo que sucede en México, desde que eras un fogoso orador de 20 años y por no ejercer la censura, aunque te haya costado, entre otras cosas, renunciar a Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Gutiérrez Vega, quien llegó en silla de ruedas al acto organizado dentro del ciclo Protagonistas de la literatura, confesó a la concurrencia que lo ovacionó, que su actual situación no me angustia demasiado. En entrevista previa, el homenajeado dijo estar en el proceso de reunir materiales para un nuevo tomo de Bazar de asombros, a la vez que escribir “muy despacito un libro de poemas, a lo mejor el último, esa es la idea, y me pase lo mismo que el viejo poeta de Tennessee Williams en La noche de la iguana, que termina su poema, el último, se acuesta y se muere. No es mala idea”.

El homenajeado leyó varios poemas suyos: Suite doméstica (la primera está dedicada a Lucinda, a la que agradezco lo que dijo hoy), Llovía en Castilla, Canción de amor de Demetrio y un poema escrito antes de partir de Grecia, donde fue embajador.

Para el también poeta Juan Domingo Argüelles, don Hugo nos enseñó una cosa fundamental a los lectores y a los poetas en la segunda mitad del siglo XX: a hablarle de tú a la poesía. Es decir, “despojó a la Sacrosanta Lírica de sus mantos solemnes que ocultaban su hermosa desnudez y la puso –cual la musa callejera de Fidel, cual la musa del piernón bruto de Efraín Huerta en Juárez-Loreto– a hablar en cristiano y no en culterano”.

En referencia a los más de 35 años que Gutiérrez Vega pasó en el servicio exterior mexicano, el poeta Marco Antonio Campos aseguró: Para ser el gran amigo y hombre bueno que es, el corazón que tiene, no ha necesitado partir a ninguna parte, ni de regresar de ninguna parte.

Luis Tovar, crítico de cine de La Jornada Semanal, y colaborador de don Hugo durante 15 años, aprovechó la oportunidad de reiterarle que a sus lectores ya nos urge el siguiente poemario. Asimismo, agradeció la presencia constante y oportuna de Gutiérrez Vega como intelectual, pero sobre todo como poeta de primerísima línea en el terrible momento presente de este país nuestro que algunos por acción, y otros por omisión, están haciendo que se desangre.