El caso de la presunta red de trata de personas operada por Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre desde el PRI capitalino implantó prácticamente una política de silencio en ese partido.

Nadie quiere hablar del tema, ni la dirigente en funciones, Laura Arellano, y menos los integrantes del Comité Directivo Regional (CDR) que llegan a ir a la sede de esa organización política, en la avenida Puente de Alvarado.

Y en la lógica de ir borrando la huella del presidente priísta con licencia, se eliminaron los módulos y la puerta de acceso a la parte central de ese inmueble, los cuales fueron instalados el año pasado en la gestión de Gutiérrez de la Torre.

En un recorrido efectuado ayer por el edificio del PRI-DF se pudo constatar que ya no operan los dos módulos que hasta abril pasado eran atendidos por espigadas jovencitas, quienes preguntaban a toda persona a qué piso iban y a quién visitaban.

Hoy ese personal ya no labora ahí. Fueron dadas de baja... eran las edecanes de Cuauhtémoc (Gutiérrez de la Torre), comentó uno de los priístas que vigilaba el desmantelamiento de uno de los módulos.

También se decidió retirar la puerta metálica, de aproximadamente dos metros y medio de alto –que mandó colocar el ex líder priísta– y fue arrumbada en el mismo inmueble.

Ayer también se trató de hablar con algunos de los integrantes del CDR, pero algunos no acudieron, otros argumentaron que estaban atendiendo gente, y unos más se negaron a emitir opinión alguna sobre la situación que impera en el partido desde que se hizo público el escándalo de Gutiérrez.

La dirigente interina mandó a su secretario particular para que atendiera la solicitud de entrevista con este diario, y argumentó: Nosotros le hablamos cuando tenga un espacio, porque ahorita ha estado muy ocupada. Israel Betanzos, secretario de operación política del CDR, ya casi no viene, dijo una persona de la presidencia de ese partido.