Tras sufrir violencia y desprecio, comprendió que podía aportar a causas sociales
Completó el triatlón más largo del mundo: hacerlo sólo por un récord no tendría sentido
Domingo 11 de mayo de 2014, p. a14
Habían pasado 65 días desde que comenzó a nadar para salir de Cancún, atravesar en bicicleta México y correr la costa este de Estados Unidos, pero ya se encontraba a unos cuantos metros de llegar a Washington DC, la meta anhelada.
En el último tramo, Norma Bastidas sentía cansancio, pero el ánimo por mantenerse en pie crecía al ver que sus pasos ya no iban solos: junto a ella corrían jóvenes que habían sido víctimas de trata de personas, su motivación para recorrer 5 mil 690 kilómetros en el triatlón más largo del mundo y así reunir fondos contra ese delito.
Ultramaratonista, escaladora y activista, Bastidas, de 46 años y oriunda de Mazatlán, Sinaloa, ha recorrido los lugares más inhóspitos, como los desiertos de Atacama y el Sahara, e incluso ha hecho pruebas en la Antártida, retos que ha enfrentado por sí misma, sólo por apoyar causas sociales.
–¿Qué pensamientos tenías mientras intentabas realizar el triatlón de Cancún a Washington, una prueba que requería gran esfuerzo físico?
–Este proyecto tiene mucha importancia para mí. Yo visito albergues de víctimas de trata de personas, veo las limitaciones, los problemas, por eso sé que es más fácil correr, donde sí hay dolor, pero no un sufrimiento que se compare al de un ser humano que está sin oportunidades, o como los migrantes que van a Estados Unidos y terminan siendo abusados, trabajando sin dinero o con un sueldo muy bajo –dice en entrevista telefónica con La Jornada.
“Pensaba ‘llevó 12 horas corriendo y estoy cansada, pero están esos jovencitos que trabajan hasta 18 horas al día en la pisca’. Creo que si sólo fuera por un récord mundial o publicidad no tendría tanto sentido hacerlo, en cambio al decir que se trata de salvar vidas no hay ningún problema”, agrega con emoción.
Quiere dar esperanza
Escalar cumbres como el monte McKinley, la montaña africana Kilimanjaro y el Aconcagua ha sido parte de otras de sus proezas, que requirieron un esfuerzo físico inimaginable, pero en cada kilómetro la fuerza anímica se duplicaba al recordar que su principal misión no sólo era culminar el trayecto, sino dar esperanza a las víctimas de trata de personas, una amarga experiencia que ella también sufrió.
La historia de Bastidas ha pisado los terrenos de dolor y fortaleza. Conoció la violencia desde niña, en su casa, cuando su padre sufría alcoholismo. Los golpes físicos y emocionales siguieron cuando a los 17 años fue raptada al viajar a la ciudad de México; en ese momento logró escapar antes de ser vendida a un grupo de tratantes de blancas, pero las cicatrices ya estaban marcadas.
El suplicio continuó cuando dos años más tarde aceptó una propuesta de trabajo como instructora de gimnasia en Japón, que en realidad resultó ser un empleo que consistía en ser parte del entretenimiento en un bar, donde varias veces fue atacada.
Una vez desperté desfigurada y marcada, ahí me di cuenta que tenía que salir
, dice al recordar las experiencias agrias que le ayudaron a forjar un carácter para intentar siempre mantenerse en pie.
Canadá fue el país en el que encontró tranquilidad luego de divorciarse. Al ser diagnosticado su hijo Karl con distrofia de conos y bastones, una enfermedad ocular degenerativa hasta el momento incurable, comenzó a correr –hace ocho años– para liberarse del dolor y el estrés, lo que la llevó a realizar su primer recorrido de 94 kilómetros para recaudar fondos en favor de organizaciones que apoyaban a ciegos y débiles visuales.
Fue ahí cuando me di cuenta de la conexión entre el deporte y las causas sociales
, expresa la sinaloense, quien no guarda rencores y transformó el dolor en un impulso para ayudar a otros.
Su tenacidad le permitió convertirse en 2009 en la primera mujer en completar la prueba 777 en menor tiempo posible: siete ultramaratones, en siete países, en siete meses.
Una de esas extenuantes pruebas la llevó a enfrentar el intenso frío de la Antártida, donde sufrió un accidente que la imposibilitó para seguir la carrera de 190 kilómetros y la obligó a pedir ayuda al ni siquiera poder caminar.
En el Polo Sur tuve que salir de una competencia porque estaba a menos 51 grados y me lesioné la espalda. Traía un trineo con todo lo que necesitaba de víveres y me lesioné. Eran las tres de la madrugada, tuve que mandar una señal para decir que me recogieran, es una de las pocas pruebas que no puede terminar
, narra.
Luego de haber sufrido violencia sexual y marginación, se convirtió en una especie de heroína que se enfrentaba a los escenarios de la naturaleza más inclementes sólo para tratar la enfermedad de su hijo.
Todos decían que era una mujer heroica, pero en realidad era una madre desesperada que quería a su hijo. Además había algo de lo que aún no hablaba, la violencia que viví en mi niñez, de cuando fui raptada a los 17 años, de la violencia sexual que viví, entonces pensé que no podía seguir pretendiendo que soy una persona fuerte
, relata Bastidas.
Madre extraordinaria
La reflexión de Norma, quien en 2011 fue elegida por Oprah Winfrey como una de las siete Madres Extraordinarias, al lado de la secretaria de Estado estadunidense Hillary Clinton, fue el punto clave para que decidiera llevar a cabo uno de los retos con el que comenzaría a ayudar a quienes son obligados a vivir en condiciones denigrantes y que merecen el mayor apoyo posible al ser víctimas de trata de personas.
Al ver que podía ayudar hice un proyecto que se llamaba Corriendo a casa, la lucha contra la violencia. Lo que hice fue salir de mi casa aquí, en Vancouver, con una mochila, yo sola, y correr hasta Mazatlán, Sinaloa, eso fue en 2012
, expresa la ultramaratonista con un tono de voz que devela una mezcla de vigor y afabilidad al recordar el momento clave para enfrentar un hiriente pasado.
Luego de correr 4 mil 128 kilómetros desde Canadá a México escribió en inglés el libro Corriendo a casa, la lucha contra la violencia, que en los próximos meses será traducido al español, donde por primera vez pudo revelar su historia y así motivar a otras víctimas de la trata de personas.
Sin embargo, para ella el verdadero logró está en ayudar a gente que pasó experiencias similares a la suya, al demostrar que si ella puede hacer recorridos de tal longitud, aún queda una esperanza.
“Quiero darle el récord a México porque parte de las generaciones nuevas cree que la única manera de salir adelante es si se mete al crimen organizado, pero quiero que vea que puede salir adelante haciendo deporte.
Ahora ya la gente me estima, pero hubo un tiempo en que la me señalaba y me trataba muy mal, decían que había hecho algo para merecer todo lo que me había pasado, pero nadie merece ser víctima de trata de personas
, asevera Bastidas, quien ahora en sus fotos muestra siempre una sonrisa de orgullo por ser una mujer que, tras sufrir humillaciones, aprendió a sobreponerse para salvar vidas.