En Sao Paulo los Sin Techo piden más viviendas y menos estadios
Viernes 9 de mayo de 2014, p. 27
Río de Janeiro, 8 de mayo.
Miles de trabajadores del transporte público realizaron hoy un paro de 24 horas contra el acuerdo alcanzado por la dirección sindical y las empresas transportistas de esta ciudad, la segunda de Brasil, donde hoy imperaron caos vial y ausentismo en centros de trabajo y escuelas.
De los casi 9 mil autobuses de la ciudad, paró 70 por ciento, informó Alexandre Almeida, vocero de la organización sindical Rio Onibus, mientras muchos de los choferes paralizaron el tráfico con manifestaciones en calles y autopistas, para exigir un aumento salarial de 12 por ciento y no de 10, como pactó la dirección gremial.
Casi 4 millones de personas utilizan los autobuses a diario, pero según Almeida, sólo dos millones resultaron afectados.
Al menos 467 autobuses resultaron dañados por piedras lanzadas por los huelguistas en su intento por impedir que circularan, según información de Rio Onibus, que a raíz de la negociación salarial quedó dividida.
Empleados que no se adhirieron al paro denunciaron haber sido amenazados por hombres armados.
Miles de pasajeros tuvieron que hacer largas filas y enfrentar difíciles desplazamientos a causa del paro, que sobrecargó otros medios de transporte público, como el metro.
La huelga reavivó las preocupaciones por los servicios y el orden público a un mes de que Río de Janeiro y otras 11 ciudades brasileñas acojan el Mundial de Futbol. Además, ocurre dos semanas después de la muerte de un bailarín en un tiroteo policial que generó disturbios en una favela cercana al distrito turístico más popular de la ciudad.
Los problemas con el transporte son algo común en Brasil y también una fuente regular de frustración para los usuarios.
El año pasado, un aumento de tarifas contribuyó a avivar protestas en todo el país por el mal estado de los servicios públicos y la falta de inversión.
Los manifestantes compararon los miles de millones de dólares que ha gastado Brasil en el Mundial y los Juegos Olímpicos de 2016, con el deplorable estado de la infraestructura y los servicios de salud y educación.
En Sao Paulo, la presidenta Dilma Rousseff habló con líderes del Movimiento de Trabajadores Sin Techo que el viernes pasado invadieron un predio ubicado a casi cuatro kilómetros del estadio Arena Corinthians, sede del Mundial, en demanda de apoyo a la construcción de viviendas y no de estadios.