El primer mexicano que jugó en la NBA, Horacio Llamas, tenía un año de edad cuando la selección nacional participó por última vez en un mundial de basquetbol. Han pasado 40 años y desfilado generaciones de jugadores cuyas aspiraciones de representar al Tricolor en la máxima competencia de este deporte se frustraron de manera recurrente.

Cuatro décadas fuera del certamen dejaron un rezago doloroso, considera Llamas, y todo porque el basquetbol mexicano estuvo secuestrado por intereses personales, coincidieron autoridades deportivas, directivos y seleccionados, durante la presentación de la gira del trofeo Naismith que se entregará en el Mundial de España.

México estará otra vez en este torneo, pero Llamas pide cautela y mantener las expectativas a ras de tierra, porque no debe olvidarse que el baloncesto nacional estuvo fuera mucho tiempo de estas competencias.

No se puede pedir lo mismo que a la selección de futbol, que se le exige cada cuatro años un quinto juego, previene el primer mexicano que participó en un duelo de NBA.

En un Mundial de basquetbol es distinto, sobre todo después de 40 años fuera, así no se puede medir porque no hubo continuidad, lo que les queda a estos jóvenes es demostrar que hubo mejora y que pueden seguir.

La voz de Llamas tiembla cuando evoca los años duros del baloncesto mexicano, estancado por disputas en escritorios y rehén de intereses personales. Voltea a ver el trofeo y suspira porque nunca pudo disputarlo.

Sí, me da un sentimiento, reconoce, pero enseguida remonta el ánimo al recordar que otra vez los jugadores nacionales pisarán la duela de un Mundial. El boleto conseguido lo entusiasma, porque además se obtuvo de forma inesperada, luego de una sanción a Panamá que abrió las puertas a la participación tricolor en el premundial de Caracas el año pasado y que ganó la quinteta mexicana en calidad de invitada, de último momento.

El rezago de 40 años sin participar en el Mundial fue muy grande y todos los que estamos metidos en esto lo sufrimos, pero ahora se ha demostrado que con lo poco que hemos participado tenemos buenos resultados, celebra Llamas, quien cauteloso dice que avanzar a la segunda fase es una buena expectativa.

Tengo la ilusión de la siguiente ronda. Que lleguen a Madrid me ilusiona, a mí no me van a decepcionar por lo que han conseguido hasta ahora y recordando lo que hicieron en Venezuela, refiere.

Uno de los artífices de esa victoria fue David Meza, feliz por ser parte de esta generación de jugadores que regresarán a las duelas mundiales. Espera un cambio significativo en el basquetbol mexicano, pero tampoco compromete resultados arriesgados: No sabemos si ganaremos uno o dos o cuántos, pero vamos con la misma convicción con la que ganamos el premundial, después de 40 años de ausencia será difícil.

Sin embargo, dijo que cuando fueron invitados para sustituir a Panamá en el premundial de Caracas, la selección mexicana tenía poca credibilidad, aunque supo sobreponerse.

Llegamos como el patito feo y ¡pum!, le metimos el primero a Venezuela. Sin credibilidad seguimos avanzando hasta que llegamos a la semifinal y todos se preguntaban qué estaba pasando, recordó.

Lo único que faltará será la experiencia, pero el entusiasmo de volver es suficiente para mantener el espíritu de competencia.

Esta vez todo está en contra, a lo mejor no tenemos nada que perder, pero al final es mucho lo que podemos ganar, porque lo que suceda se reflejará en el basquetbol de nuestro país, remató.