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La realidad entra a la casa, ahorca, expresa la galardonada con el premio Cervantes

En AL se hace periodismo desde la indignación: Elena Poniatowska

La autora de La noche de Tlatelolco charló con reporteros, quienes la ovacionaron en Madrid

México no debe ofrecer petróleo o riquezas naturales, sino nuestra cultura, dice la escritora

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Elena Poniatowska, durante la presentacion de su libro Palabras cruzadas, el pasado 23 de febrero en la capilla del Palacio de Minería, recinto de la Universidad Nacional de MéxicoFoto Cristina Rodríguez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 22 de abril de 2014, p. 4

Madrid, 21 de abril.

De América Latina y su realidad de pobreza, injusticia y desigualdad; de México y sus contrastes y analfabetismo; de Cervantes y su legado universal que nos hace –a sus lectores– querer ser por siempre un Sancho Panza y hasta del vestido que lucirá el próximo miércoles, cuando reciba el Premio Cervantes de Literatura, habló la escritora y periodista mexicana Elena Poniatowska en su primer acto público en Madrid.

La colaboradora de La Jornada se convertirá en la cuarta escritora en ser reconocida con el que es considerado el Nobel de Literatura de lengua española.

Elena Poniatowska, de 82 años y descendiente de una familia de origen francés, polaco y estadunidense que se afincó en México tras la Segunda Guerra Mundial, viajó a Madrid para recibir el galardón.

Sólo cuatro mexicanos la han precedido en uno de los máximos honores que puede recibir un escritor en lengua hispana: Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco. Ella, además de mujer y mexicana, también rinde, con su premio, un homenaje a una profesión que ama y que le ha convertido en escritora: el periodismo.

Encuentro con la prensa

Poniatowska arribó a la capital española con muchos integrantes de su familia directa –sólo se quedaron en México dos de sus nietos–, que la acompañan a todos los actos públicos.

El primero fue un encuentro, en la Biblioteca Nacional, con medios de comunicación de España, México, América Latina y el mundo.

Poniatowska escuchó, en voz de José María Lasalle, secretario de Estado de Cultura, una cálida presentación que dibujó los pilares de su literatura y su vida. “Hablar de Elena Poniatowska es tanto como elevar el periodismo a la condición de una más de las Bellas Artes. Si Thomas de Quincey lo hizo con el asesinato, Elena lo ha hecho con su oficio de periodista. Su escritura valiente y comprometida con la crítica y la transgresión de lo establecido ha logrado enhebrar el estilo en el que la precisión de lo descrito demuestra como la palabra, cuando está bien elegida, hurga en la realidad y desvela la opresión, la prepotencia y la miseria sin renunciar a la fortaleza estética que encierra la belleza de lo bien escrito. Elevar el periodismo a la condición estética tras aposentarlo sobre una irrenunciable militancia ética es una hazaña que Elena Poniatowska ha desarrollado con maestría. Maestría que nos condena a tener que actuar y pensar si no queremos ser cómplices de lo que denuncias. Gracias porque tu mirada indagadora e inquieta ha hecho posible relatos tan valientes como La noche de Tlatelolco; gracias porque tu voz desgarrada nos volvió a demostrar que la pobreza nunca debe ser mitigada en nuestra conciencia como nos ofreciste en Fuerte es el silencio; y gracias porque tu sentido transgresor y heterodoxo nos sedujo con esas Rondas de la niña mala que hacen hablar con crudeza de la ternura ingenua de nuestra infancia”.

Defensora del oficio periodístico

Poniatowska conversó con los periodistas, quienes la aplaudieron en pie antes y después de finalizar el acto. Una de sus primeras intervenciones fue para defender el oficio del periodismo, el mismo que le permitió forjarse como entrevistadora y autora de reportajes que iban desde la crónica social hasta la desesperanza de un país, México, carcomido por la pobreza y la desigualdad. En México ejercer el periodismo es una lección de modestia y de humildad. Y desde luego en México son muchísimos los periodistas que además tienen situaciones muy duras y terribles. México es el país más peligroso del mundo para los periodistas y donde más han muerto periodistas, hombres y mujeres y, sobre todo, en la frontera con Estados Unidos, que está ligada, como lo sabemos todos, al problema del narcotráfico y de la droga.

Se refirió a la lacerante realidad de América Latina y de México y adelantó que buena parte de su discurso del miércoles será precisamente sobre los que van a pie en nuestra región, de los más pobres, de los que no tienen coche y sí burro. “En América Latina la realidad entra a tu casa, te ahorca. Es muy difícil que estés escribiendo solitariamente en tu casa lo que a ti te interesa cuando afuera suceden cosas que te jalan. Y además la gente entra a tu casa, te ve en todo momento, así que se hace un periodismo de adentro para afuera. Y es en general un periodismo de indignación y de denuncia y los periodistas en México sí han cumplido con eso. Tenemos a la revista Proceso, dedicada al problema del narcotráfico, o el periódico de izquierda La Jornada, en los que el compromiso del periodista es con las grandes causas, con las más nobles; uno no puede ser amanuense de un empresario. Esa es una manera bastante horripilante de venderse”.

Tras decir que ella camina al lado de Andrés Manuel López Obrador y que se siente orgullosa de haber luchado por su causa, explicó que “en México hay todavía muchísimo analfabetismo. Hay muchos que no saben leer ni escribir, pero sí hay posibilidades de que las personas accedan a la cultura. La gente, esencialmente en México, responde a todo lo que es cultural. Lo que debemos ofrecer en México no es tanto el petróleo o las riquezas naturales, sino nuestra cultura, que es muy antigua.

“Creo que López Obrador hubiera estado dispuesto a inclinar la balanza hacia la cultura, a lograr que se abaraten los libros. Siempre he dicho que éstos son caros y deben ser accesibles y eso se podría enseñar también a través de la televisión mexicana, pero desafortunadamente sólo dan telenovelas y shows que estupidizan a las personas que los ven y que no merecen semejante basura”.

Tributo a Gabo, Carballo y JEP

Durante el encuentro, Poniatowska recordó de manera especial a tres grandes figuras de las letras, con quienes mantuvo estrecha relación, sobre todo con Gabriel García Márquez, quien murió el pasado jueves y José Emilio Pacheco, JEP (1939-2014).

Del Nobel de Literatura colombiano señaló: “Hizo algo único para América Latina, porque la hizo volar, hizo despegar a América Latina. Así como Remedios la bella se escapa o se va volando por la ventana, eso es en cierta forma lo que hizo Gabo para América Latina, le dio unas alas que antes no tenía y además hizo que volara por el mundo.

Creo que García Márquez es en sí mismo el monumento de las Bellas Artes de México.

Mientras, de José Emilio Pacheco, quien además fue reconocido con el premio Cervantes en 2009, Poniatowska dijo: Su pérdida, para México, fue como un agujero negro. De esos agujeros que están en el cielo. Eso es lo que nos dejó José Emilio, una pérdida inmensa. También lamentó el fallecimiento del crítico literario Emanuel Carballo, ocurrido el domingo.

Poniatowska rememoró la importancia de Cervantes en su vida y en su obra: Es algo que leemos desde que somos niños, que se nos queda desde pequeños, desde el barbero, los molinos de viento, etcétera. Son imágenes con las que caminamos a diario y todos deseamos ser por lo menos Sancho Panza para acompañar por siempre al Quijote.

Adelantó que este miércoles, en el acto solemne de entrega del galardón, presidido por el rey Juan Carlos, llevará el vestido que le hicieron unas mujeres de Juchitán, Oaxaca, y que le dijeron que se lo pusiera cuando ganara algún premio. Y advirtió además que llevaría consigo una pluma roja, como su ideología.