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A la mitad del foro

El poder y la distancia

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Durante su visita de Estado a México, el presidente de Francia, François Hollande, participó el jueves 10 de abril en una sesión solemne en el SenadoFoto Marco Peláez
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esde el balcón central de Palacio, Adolfo López Mateos fue anfitrión de la historia, pronunció breve y elegante presentación para ceder la palabra y el alto sitial desde el cual la utilizaría, a Charles de Gaulle, presidente de Francia. Al libertador que enarboló la Cruz de Lorena y la firme, inquebrantable voluntad de encarnar a Francia misma; libertad, igualdad, fraternidad. Y el hombre que supo siempre marcar la distancia entre el poder y los mandatarios, sin simulaciones ni gestos demagógicos. Charles de Gaulle habló en español a los mexicanos: Francia les tiende la mano. Hace cincuenta años, los mexicanos vivieron un momento extraordinario del proceso histórico que nos hizo independientes, nación soberana, Estado moderno y revolucionario.

De Gaulle fue el primer gobernante francés que hizo una visita de Estado a México. Las coincidencias, la alianza contra el nazifascismo y los crímenes del Tercer Reich permitieron aceptar la mano tendida de Francia y reivindicar la restauración de la República nuestra; la lucha obcecada, tenaz de Juárez y su generación contra el imperio de opereta que quiso imponernos Napoleón, el pequeño. Respetar la historia y no desdeñar la memoria histórica enalteció al gobierno de Adolfo López Mateos, con el reconocimiento a la grandeza del hombre que se negó a servir al régimen de Vichy y encabezó desde el ostracismo la resistencia de Francia libre a la invasión nazi; a quien combatió sin tregua hasta el día en que la Liberación se escribió con mayúscula y su altísima figura encabezó la entrada a París.

Medio siglo después, Enrique Peña Nieto recibió la visita de Estado de François Hollande. Palacio Nacional volvió a ser escenario. No lo fue el balcón central, pero se agradece al paisano de López Mateos haber vuelto a la sede del poder de la República Mexicana. Hollande y Peña coinciden en el recurso de la política exterior para dar pausa, encontrar alivio a los problemas de la política interna. El socialista francés viene de sufrir abrumadora derrota en las elecciones municipales, fuente del poder parlamentario. La derecha dura, intolerante, chauvinista; fortalecida por el imperio del capitalismo financiero, por el nomadismo de la globalidad, derrotó al partido en el poder. Hollande tuvo que integrar nuevo gobierno. Y hacer nuevas, mayores concesiones a la austeridad, a la rígida disciplina fiscal de la Unión Europea bajo la mano institutriz de Angela Merkel, canciller de Alemania.

Nuevo gobierno: gobierno de derecha en la presidencia del socialista François Hollande. Notable ocasión para una visita de Estado a México, al que gobierna Enrique Peña Nieto, quien ha suscitado aplausos y reconocimientos en los centros del poder político, del poder económico y del poder mediático; por hacer política, poner en movimiento al Poder Legislativo y lograr la aprobación de reformas estructurales. El pacto, el haber hecho política, nada más y nada menos, le permitió acabar con el marasmo de la incompetencia, con la aparente parálisis de la transición en presente continuo. Brillo exterior, pero sin haberse apagado las llamas de la violencia criminal, se hizo de noche a media mañana de la tarea reformadora. Y volvieron a sonar alarmas de los encuestadores: se desplomaron 20 puntos en la escala de popularidad.

Buen momento para buscar el refugio de la política exterior. Las leyes secundarias, indispensables para regular y aplicar las reformas constitucionales, se entramparon en la noria del inmediatismo a la que dan vuelta tercamente nuestros partidos políticos. Guerras intestinas en la izquierda y la derecha. El PRD capitalizó los logros del pacto y aprovechó las previsibles condenas de colaboracionismo; se refugió en la presencia respetada de Cuauhtémoc Cárdenas, en el estilo de la casa que llevó al hijo del Tata a no contender, a aceptar el liderazgo si se producía el consenso. Jesús Zambrano y Jesús Ortega pasaron la cuenta a sus compañeros de viaje: nada de elecciones abiertas. Para curarse en salud, Zambrano informa de una encuesta según la cual López Obrador, esto es, Morena, no alcanzaría en las elecciones de 2015 ni el 3 por ciento de los votos que la ley exige para su registro.

A ese paso, acabarían por dar la razón al proverbial priísta del invencible al que informaron de una alianza de partidos opositores: Cero más cero da cero, dijo el fantoche del cesarismo sexenal. El PAN se desmoronó. Madero dispone de los recursos materiales del partido, de la renta electoral, mientras el Cordero de Felipillo santo espera la hora del sacrificio. Vicente Fox vuelve a la carpa, defiende a la familia, a los hijos de la señora Marta, y denuncia actos de corrupción en el gobierno de Felipe Calderón; se declara cortesano de Peña Nieto y cree posible ver el diluvio de cargos penales sin mojarse: ¿Y yo por qué?, ratificaría su incontinencia verbal.

En buena hora recibió Peña Nieto visita y diplomáticos elogios de Hollande. Después del recorrido por Teotihuacán y las memorias del porvenir en Querétaro, el operador político tendrá que volver a diseñar planes y proyectos, qué, cómo, cuándo y con quién habrá que negociar para que las reformas no queden en letra muerta y el poder mantenga la distancia que practicaba De Gaulle. Para que los acuerdos no sean trampas de falsas alianzas. Y para convencer a los opositores que no estamos en la antesala de un gobierno de coalición. Los apostadores de feria del panismo están al servicio de los dueños del dinero. Los del uno por ciento, en cuyas manos se concentra casi 90 por ciento de la riqueza nacional, han manifestado su desacuerdo con la reforma hacendaria: ven fantasmas de estatismo, nostalgias de nacionalismo revolucionario, en el más tímido intento de eludir el abismo de la desigualdad.

Los señorones del poder empresarial exigen que Luis Videgaray demuestre que sigue siendo discípulo distinguido de Pedro Aspe, apóstol convencido de Francisco Gil. Y en el llano se extiende la rebelión del caos anarquizante. El censo exhibe las miserias y abusos en el sistema educativo, sin el cual no habrá siquiera horizonte como punto de referencia, como meta de las utopías sin las cuales el hombre seguiría, seguirá siendo el lobo del hombre. Y no hay más respuestas que las de los enemigos de la educación pública, laica y gratuita: ¡se los dije! Los gobernadores rehenes del magisterio democrático, democrático, bajan la cerviz para que les aprieten el yugo. Los dirigentes del SNTE aclaran que los miles de comisionados no son aviadores. Pero no los movilizan para exigir que se corrijan las condiciones miserables de aulas y escuelas, que se haga efectiva la evaluación para obtener empleo de base, mejorar la capacitación, premiar a quienes cumplen.

Después de Charles de Gaulle vino a México, a una pomposa reunión en Cancún, François Mitterrand. A su lado, Jacques Attali, valido de palacio, intelectual de altos vuelos, escribano de voluminosas memorias. Mitterrand diría que Ronald Reagan era un ignorante incapaz de dar respuesta alguna que no le fuera proporcionada de antemano por sus asesores. Attali describiría a José López Portillo con implacable visión: no hizo más que atender constantemente a la impecable blancura de su guayabera, dijo.

No todo es galanura en los encuentros de jefes de Estado y de gobierno. Tras elogiar a Peña Nieto, Hollande dijo que México es una potencia económica. A lo mejor, pero no llega al llano ni una gota de la riqueza que supuestamente se derrama desde las alturas.