Domingo 2 de marzo de 2014, p. a16
La poesía tiene muchas variantes como tantos temperamentos humanos existen: introvertidos, melancólicos, sanguíneos, joviales y linfáticos, entre muchos otros. Pero el hombre sólo quiere hablar de la esperanza
, escribe en este libro Jaime Labastida, quien a partir de esto propone una reflexión no de la poesía sino de la vida mediante este género literario.
La creación y la reflexión alimentan la constante propuesta de este poeta, y así lo refiere con los versos que lo llevan a preguntarse, por ejemplo, ¿está aquí la vida que buscamos, siempre?
Jaime Labastida sabe que los poemas no son un diario, pero sí una actividad diaria, son como huellas en senderos que a ratos se bifurcan y de pronto nos sorprenden parados frente a nosotros.
En otras ocasiones se convierten en una necesidad vital e intelectual, que ha estado presente en todas las sociedades, de ahí su importancia de evocarlos.
La poesía no escapa a los actos más fundamentales del hombre, es una práctica asociada a la vida colectiva, social, requiere de aprendizaje para que su transmisión se realice mediante un conjunto de reglas y principios muy particulares de cada poeta.
Pero Labastida no abandona la reflexión, va con ella, es el cordón con el que nos guía por esta ruta de la tradición poética, que en uno de sus buenos momentos reflexiona entre Quevedo y Góngora, ahí está otra vez el ejercicio comparativo dentro de los estilos poéticos.
Pero soy sólo un animal hecho todo de preguntas
, se define el autor.
Título: La sal me sabría a polvo
Autor: Jaime Labastida
Editorial: Siglo XXI
Número de páginas: 166