La historia de mis dientes, segunda novela de la escritora mexicana Valeria Luiselli, es una alegoría sobre los mecanismos que generan el valor en el arte y la literatura.

Gustavo Sánchez Sánchez, Carretera es el personaje principal: nació con cuatro dientes prematuros, y cuando crece, cuenta la historia de éstos y su deseo por convertirse en un subastador exitoso para rehacer su dentadura.

Que el personaje sea un subastador responde a esa necesidad de preguntarme sobre el valor de los objetos en un contexto de superproducción y también en el urbano, de marginalidad, en medio del capitalismo del tercer mundo que genera espacios azarosos, explicó la escritora durante la presentación de su libro en el Museo de Arte Carrillo Gil de la ciudad de México.

En la charla que sostuvo con el artista Abraham Cruzvillegas, la escritora compartió que La historia de mis dientes (Sexto Piso) surgió a partir de una colaboración con la Fundación/Colección Jumex, que la invitó a participar en el catálogo de la exposición El cazador y la fábrica.

Recordó que propuso a los curadores de la fundación escribir textos por entregas y que los primeros lectores de éstas fueran los trabajadores de la fábrica de jugos, quienes se reunían a leer, comentar y criticar sus textos. Las sesiones se grabaron y se mandaron en archivo de audio mp3 a la autora.

Para Cruzvillegas, el vínculo con el arte contemporáneo del personaje principal, quien de ser un custodio se convierte en coleccionista y subastador, es sólo el pretexto de la autora para desarrollar un ejercicio de formas de escritura.

Todo el libro se vuelve un ejercicio de autocontemplación, donde el lenguaje se contempla, se describe, se desarrolla y se despliega de manera fascinante. Se cuenta la vida de Carretera, planteada desde diversas maneras: elíptica, alegórica e hiperbólica.

Valeria Luiselli, quien ha escrito libros como Papeles falsos y Los ingrávidos, comentó que en la novela le interesaba tender algunos puentes entre el mundo de la fábrica de jugos, la galería, el barrio de Ecatepec, la gente que trabaja ahí y los coleccionistas, personas que compartían el mismo espacio, pero no convivían”.

Mediante el personaje de Carretera, la autora realiza un recorrido por la ciudad y la sociedad contemporánea, y lo rodea de personajes que llevan el nombre de filósofos y escritores.

Mediante dicha idea emula uno de los procedimientos más comunes del arte contemporáneo para reflexionar sobre el valor de uso, de cambio y simbólico de los objetos. Así que decidió desplazar de un lugar a otro, no los objetos, sino los nombres.

Al finalizar la charla con el artista Cruzvillegas, la autora firmó libros para un grupo de jóvenes.