Cherán, Mich., 15 de febrero.

El 15 de abril de 2011 los comuneros de Cherán se armaron de valor y encararon a talamontes que trasladaban vehículos repletos de madera. María Elena Guerrero recuerda que esa mañana su esposo, Eugenio Sánchez, recibió un disparo en la cabeza.

Desde las seis de la mañana la gente se reunió en la capilla del Barrio Tres. Dijeron que iban por las buenas, para hablar con los talamontes y pedirles que ya no saquearan los bosques. Los malosos no hicieron caso, echaron la camioneta a varias señoras que estaban tapando el paso de la calle para impedir que salieran. Eso le dio coraje a la gente y quemó dos camionetas, rememora Guerrero.

Después los agredieron a tiros. Los hombres de aquí no tenían con qué defenderse. Mi marido estaba entre la bola y le cayó un balazo. Todos creían que estaba muerto, pero no, rápido lo llevaron al hospital de aquí, lo canalizaron y se lo llevaron a Morelia.

Agregó que lo trasladaron al hospital privado Star Médica, pero la directora no lo quería recibir porque decía que no tenían para pagar.

Llevábamos 20 mil pesos y nos pedían 80 mil, de entrada. Hasta que mi suegro les dijo que tenía tierras que valían mucho más de lo que les quisieran cobrar. Nos hicieron firmar un documento y luego lo subieron para operarlo, expresó.

Después de 10 días lo trasladaron al hospital civil de Morelia. El gobierno del estado pagó los gastos de Star Médica.

En ese nosocomio me dijo uno de los doctores que de que falleciera en el hospital, era mejor que muriera en casa, que tenían una ambulancia para llevarlo. Estaba conectado y con varias mangueras en el cuerpo. Después de discutirlo con mi suegro, decidimos que se quedara en el hospital. No les gustó, pero ahí estuvo otros 30 días hasta que fue dado de alta.

Le dijeron primero que la bala había entrado por el ojo y salido por el oído, pero en el hospital civil aseguraron que no fue así. Más tarde preguntamos y resulta que la bala fue extraída en Star Médica, pero por alguna razón no lo quisieron decir, y que se trataba de calibre 38, como las que usaban los policías municipales. Todo se negó, pero lo cierto es que no hay investigación, no hay detenidos y prevalece la impunidad.