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Con gran actuación de Cortés, el equipo local se mostró seguro y contundente

Tras nueve meses de amargura, vuelve la alegría a CU por el triunfo de Pumas

El técnico Trejo consideró que la crisis quedó atrás; los auriazules están en cuarto sitio

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Luis Fuentes entró de cambio en la segunda parte y cumplió un buen partidoFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Lunes 3 de febrero de 2014, p. 5

El ánimo lo es todo. O cómo explicar que ayer Pumas parecía otro equipo, más seguro, más preciso y con actitud distinta a la de los últimos torneos. Este Pumas ganó por fin en su propia cancha, después de nueve meses de humillaciones y reproches de su afición. Venció a Tijuana con la autoridad de tres goles a cero, que devolvieron la alegría a las tribunas de Ciudad Universitaria, donde antes se escuchaban insultos contra el equipo de casa.

Desde el comienzo se veía que los auriazules traían una cara distinta, que mejoró tras la victoria que le arrancaron a Tigres hace una semana. Además, Xolos cooperó con descuidos que permitieron a los universitarios pisar frecuentemente el área. Era común ver a los jugadores visitantes perder la pelota en salidas demasiado tímidas, las mismas que robaban los locales, hostigados de manera permanente por Martín Romagnoli, Martín Bravo y el imparable Javier Cortés.

El primer aviso fue espectacular. En un rebote, una pelota fue interceptada con estilo y atrevimiento por Daniel Hachita Ludueña, quien clavó un gol que arrancó los primeros suspiros de la tarde. Esa anotación devolvió la fe a los aficionados que ya no recordaban lo que era celebrar algo en la tribuna.

La confianza se contagió. Los movimientos del equipo delataban a un puñado de hombres que creen en lo que hacen. Verón salía a encarar a Hérculez Gómez sin perder el gesto recio. Pikolín Palacios tuvo intervenciones que provocaron gritos ahogados. Lo hacían todo, como si fuera una coreografía ensayada hasta el cansancio.

La segunda dosis de seguridad llegó cuando, en un córner, David Cabrera envió un pase con precisión balística al centro del área, donde aguardaba la cabeza rapada de Verón para, sin necesidad de saltar, empujar un gol más. El entrenador César Farías hizo una rabieta al ver que ninguno de sus defensores se molestó en marcar a un jugador famoso por sus remates.

En ese momento los aficionados sonreían jactanciosos al ver a un equipo que se movía con soltura e imponía el ritmo de juego. Cortés fue responsable en gran medida, porque revolucionó grandes tramos de terreno, bajó cuando fue necesario recuperar el balón, impedir el paso de esa ofensiva solitaria que representó Hérculez Gómez o tuvo la iniciativa para encabezar desbordes.

Estos estallidos de Cortés no culminaron en goles por la falta de precisión que ayer padeció Bravo, a veces enviando lejos del arco, otras entregándola a las manos del arquero Cirilo Saucedo.

Pumas se fue al vestidor en un ambiente amable, entre aplausos, como hacía nueve meses no se veía en Ciudad Universitaria. Quién sabe qué discutieron en el descanso, pero debió ser en un tono festivo, porque cuando volvieron, los auriazules se veían tranquilos y de talante inmejorable. Igual que sus seguidores.

Apenas pisaron la cancha para el segundo episodio y Cortés otra vez ya estaba conduciendo un ataque, pero éste fue a dar a manos de Saucedo. Eventualmente Xolos intentó responder y en un par de ocasiones estuvo a punto de vencer al portero Alejandro Palacios.

En sólo un par de minutos, Xolos puso en aprietos al rival en dos ocasiones, pero el arquero estuvo inspirado. En la primera opción de verdadero peligro rechazó un remate, que regresó como un disparo letal. Palacios alcanzó a echar fuera para alivio de los locales. Casi de inmediato, Hérculez llegó en un desborde solitario, para encarar al portero auriazul, quien salió con instinto para presionar y pudo tapar el tiro.

El momento de mayor tensión para los Pumas llegó al minuto 70, cuando Fidel Martínez entró al área y anotó el que parecía ser el primero de la visita; sin embargo, el árbitro asistente señaló fuera de lugar y anuló la jugada.

Los felinos tenían dominado el juego, con algunos visos de volver a anotar, como hizo Josecarlos Van Rankin en un contragolpe donde mandó la pelota muy cerca del travesaño. El partido parecía que terminaría de este modo, pero David Cabrera –quien ayer colaboró enviando balones a sus compañeros– consiguió su propia anotación en un remate de palomita que arrancó alaridos en la tribuna.

La crisis entonces quedó atrás. Al menos eso consideró al final del encuentro el entrenador José Luis Trejo. Para él, la evidencia es que el equipo del Pedregal ahora se ubica en el cuarto puesto de la tabla, algo impensable en los dos torneos pasados.

Al final, la afición parecía refrendar el optimismo de su técnico. La multitud auriazul caminaba jubilosa y cantando: ¿Cómo no te voy a querer? Un coro que hacía tanto no se escuchaba después de nueve meses de silencios en Ciudad Universitaria.