El estatus de área protegida prohibía a dueños de 3 mil hectáreas laborar en el bosque
Con el cambio de categoría, se preparan a trabajar en el área, que al año les aporta casi $20 millones
Sábado 28 de diciembre de 2013, p. 30
Amanalco, estado de México.
Bosques del Nevado de Toluca tienen árboles enfermos, cubiertos de plagas, viejos, sin copa, deformes. Los caminos están abandonados, deteriorados, y para llegar a esa zona boscosa se requieren vehículos especiales.
De 17 mil hectáreas con vegetación del Área de protección de flora y fauna, antes Parque Nacional, 60 por ciento tiene algún tipo de plaga, reconoce la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
La Unión de Ejidos Emiliano Zapata posee 3 mil hectáreas en el área protegida, en la cual no han podido hacer ninguna labor de limpieza debido a que la figura de parque nacional lo prohibía. La diferencia es radical entre esos bosques y los que poseen en Amanalco, colindante con el Nevado, en los que tienen un permiso de las autoridades ambientales para hacer manejo forestal.
Aquí, los caminos del bosque de oyamel y pino están limpios; no hay piedras ni ramas caídas que obstaculicen el paso de las camionetas. A los lados de las vías se observan predios limpios: el sotobosque está cuidado, hay brechas cortafuegos, plantas recién sembradas, espacio entre los árboles para que reciban más nutrientes y restos de troncos acomodados en el suelo para favorecer la recarga del agua y evitar la erosión.
En las tierras que están en el Nevado, como era parque nacional, no se podía hacer nada: ni limpiar ni sanear. Se trataba de una zona intocable. Por ejemplo, si un árbol se cayó o lo partió un rayo se debe sacar de allí para que no afecte y enferme a los demás, pero se tiene que pedir un permiso especial, y lleva mucho tiempo obtener la autorización
, explica Manuel Colín, presidente del Comisariado de Bienes Ejidales de Agua Bendita.
Colín y los representantes de los ejidos San Bartolo, Capulín y Rincón de Guadalupe, que poseen tierras en el Nevado, están contentos por el cambio de categoría del sitio, porque dicen que ahora sí podrán manejar ese bosque, limpiarlo y también obtener beneficios de él.
Ante el debate que se dio a partir del primero de octubre, cuando se publicó en el Diario Oficial el decreto que cambió la categoría de conservación del Nevado de Toluca, ecologistas e investigadores se manifestaron en favor y en contra de esa medida. Representantes de algunos de los 54 ejidos –directamente afectados con el decreto– que poseen tierras en el área buscaron dar a conocer su versión.
Poseedores de las tierras de Amanalco y del Nevado, que les fueron dotadas a sus abuelos en la década de los 30, apenas hace unos 20 años comenzaron a trabajar el bosque, porque antes la empresa Protectora e Industrializadora de los Bosques (Protinbos, hoy Probosque) se encargó de la explotación forestal.
Cuando obtuvieron la posesión de sus propiedades establecieron la unión, donde hay 11 núcleos integrados que en total suman mil 500 miembros, con 14 mil hectáreas. De ellos, cuatro tienen tierras en la zona del Nevado. Trabajan los fines de semana en las faenas de limpieza, corte y poda de los bosques. Debido a que los ingresos aún no les dan para depender únicamente del bosque, el resto de la semana los ejidatarios se dedican a otras actividades, explica Roberto Navarro, tesorero del comisariado de Bienes Ejidales de Agua Bendita.
En un recorrido por los bosques, explica que apuestan por la regeneración natural, es decir, preparan el terreno para que las semillas que caen de los árboles germinen y se renueven, sin necesidad de recurrir a la reforestación, aunque también hay algunos ejidatarios que prefieren plantar árboles.
Existe toda una organización para el trabajo y el manejo de los recursos, que al año ascienden a alrededor de 20 millones de pesos para todos los ejidos. De esta cifra, se destina una cantidad por metro cúbico de madera extraído para el mantenimiento de los caminos, las brigadas de incendios y obras sociales. Hay un engranaje que favorece la gobernanza y cada mes se realizan asambleas donde se define las acciones a seguir
y, además, el trabajo en los bosques favorece la economía local, señala Fernando Canto, auxiliar de la unidad de manejo forestal.
Aserraderos y recarga del Sistema Cutzamala
Hay tres aserraderos, uno de ellos comunitario y dos privados, que tienen como mercado principal la ciudad de México. Los ejidos cuentan con un ordenamiento territorial comunitario en el que se define el uso que se da a cada lugar, cada vez hay menos incendios y cuentan con un reglamento interno que evita la venta de tierras.
Desde la torre de control de incendios, donde se ve el Nevado de Toluca y algunas mariposas monarca aparecen, los ejidatarios señalan la presa de Valle de Bravo –parte del Sistema Cutzamala que abastece de 25 por ciento del agua a la ciudad de México–, la cual, aseguran, se beneficia con el líquido que ellos ayudan a recargar con el trabajo que realizan en el bosque. Ahora, esperan el momento en que se les permita trabajar en las tierras del Nevado. Lo primero es limpiarlas de plagas y sanear, dice Manuel Colín.