Cuando se identificó e inició la epidemia de VIH/sida, hace 30 años en México, no había nada que se pudiera ofrecer a los afectados, salvo medicamentos para tratar de controlar algunas de las enfermedades que aparecían cuando el sistema de defensas se había agotado. La esperanza de vida era, cuando mucho, de dos años. Eso ha cambiado de manera radical porque con una prescripción adecuada, los portadores del virus pueden aspirar a vivir 35 años con buenas condiciones de salud, aseguró Luis Enrique Soto, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición (INCMN) Salvador Zubirán.

Más de 85 mil portadores del VIH/sida vivos y en tratamiento dan cuenta de los logros del país en esta materia, aunque la mortalidad sigue siendo alta. Entre las causas están la falta de información o un seguimiento clínico adecuado para evitar que los pacientes dejen las terapias. Aunque hay avances, dijo el especialista, se requiere fortalecer la prevención, las pruebas de detección en los grupos de alto riesgo y aumentar los diagnósticos tempranos.

Este domingo (primero de diciembre) se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, en México con el lema Todas y todos somos parte de la respuesta. Súmate por una generación libre de sida. La finalidad es difundir que se trata de un problema de salud pública vigente. Aunque en el país se considera que está bajo control y concentrado en algunos sectores de la población, todos podemos estar en riesgo, advirtió Soto.

Y como consecuencia del avance de la medicina y el diseño de fármacos altamente eficaces, las personas que viven con VIH/sida llevan una vida normal, se les ve bien, pero si mantuvieran relaciones sexuales sin protección, transmitirían el virus a sus parejas.

Información del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida (Censida) advierte que la mitad de las nuevas infecciones por el virus son en adolescentes y jóvenes menores de 24 años de edad.

Además, unas cinco mil personas mueren al año por el sida en una tendencia casi sin cambio en la última década, a pesar del acceso universal a las terapias desde 2004. Una parte de la explicación se ve en las clínicas, donde las personas siguen llegando en estadios muy avanzados de la infección.

El especialista recordó un caso: hace menos de un mes llegó una mujer portadora de VIH –paciente del Instituto Nacional de Perinatología–, quien tuvo un bebé, al parecer sano –sin el virus–, pero ella prácticamente sin sistema de defensas.

La paciente llevaba entre sus papeles una carta de referencia al hospital fechada seis años atrás. Es decir, ya sabía que tenía el VIH, pero no se atendió, sino hasta que se embarazó.

Explicó Soto que la mortalidad bajará sólo con una estrategia integral para fortalecer la prevención y el diagnóstico temprano de la infección y mejorar la adherencia a las medicinas. Un avance es que el registro de casos que lleva el Censida ya incorpora el número de personas que son portadoras del virus, que por un sistema inmunológico todavía fuerte no han evolucionado a la fase de sida.

El reporte del organismo, actualizado al 30 de septiembre de 2013, señala que en México viven 47 mil 362 personas en esta condición y sólo en este año hasta esa fecha se habían diagnosticado tres mil 90 nuevos casos. La información no incluye el grado de avance del VIH en esos individuos.

Respecto al desapego de los pacientes a los tratamientos, Soto recordó que al principio se debía a que las terapias constaban de unas 20 tabletas al día y los efectos colaterales eran severos. Ahora las prescripciones constan de dos o tres pastillas y algunos pacientes pueden tomar las formulaciones de una sola dosis diaria.