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El cantaor presentó su disco Romance de la Luna tucumana en el recinto de Reforma

El Cigala hechizó durante dos horas en el Auditorio Nacional

El cantante agradeció la presencia del escritor García Márquez y su esposa Mercedes

Interpretó Lágrimas negras, Canción de las simples cosas e Historia de un amor, entre otras

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Con Gabo, celebrando en el camerinoFoto Graciela P. Núñez/ Lado Be
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El cantante pidió un aplauso para Bebo ValdésFoto Graciela P. Núñez/ Lado Be
 
Periódico La Jornada
Sábado 2 de noviembre de 2013, p. 7

Una parte del arsenal musical iberoamericano sirvió a Diego El Cigala para hacer un continuo deleite de 120 minutos durante el concierto de la noche del jueves en el Auditorio Nacional, ante un atento y tripero público que se reunió para presenciar el debut en México del reciente disco de Ramón Jiménez Salazar, o sea Diego El Cigala, titulado Romance de la Luna tucumana, y de paso gozar con algunos éxitos probados en el estilo del cantaor español.

Fue un concierto con dedicatoria especial a Gabo y su esposa. En palabras del cantante: Estoy muy contento de estar en esta tierra, a la que tanto amo, como saben. Quiero agradecer la presencia de dos personas que están en la concurrencia: Gabriel García Márquez y su esposa Mercedes.

Antes de que El Cigala saliera a escena, hubo una introducción musical/vital de ocho minutos, que preludiaba la noche con la guitarra de Diego García cubriéndolo todo, las variadas formas de las percusiones de Isidro Suárez, el ubicuo/golpeante contrabajo de Yelsy Heredia y el galopante piano de Jaime Calabuch.

Después, El Cigala, vistiendo de negro, con un gesto de evidente felicidad y con un enorme aplauso, salió al escenario del Auditorio Nacional para comenzar a lo alto con Canción de las simples cosas, con la cual aojó inmediatamente al público, y para completar la fascinación inmediata siguió con Naranjo en flor, que penetró más allá de la epidermis del público. Además, estos temas contrarrestaron la gélida noche que se aproximaba y terminaron por templarla, dándole un poco de calor.

El repertorio

Entre el intervalo se escucharon gritos desde la parte de arriba del inmueble: Guaaaapo; te amamos, Diego; mucho, Diego, e incluso un oleeé, los cuales arrancaron una franca sonrisa a El Cigala, quien continuó con Los mareados y aprovechó para dar la bienvenida al público y a sus dos invitados especiales. Agregó: Los amo, hoy vamos a cantar algunos temas del nuevo disco y después algunos otros, promesa/bienvenida que fue recompensada con gran cantidad de aplausos y vítores.

Siguieron Milonga de Martín Fierro y dos temas más, con las cuales el gozo del público hasta ese momento se había contenido, pero cuando los asistentes reconocieron las primeras notas de Historia de un amor y El Cigala entonó las estrofas iniciales de la canción, el gozo se manifestó con coros para acompañar al cantaor a lo largo de todo el tema.

Por una cabeza, Niebla del riachuelo y Canción para un niño en la calle, tres temas de Romance de la Luna tucumana, fueron hilvanados por Diego, mientras el respetable no dejaba de pedir su tema preferido en cada uno de los espacios, entre canción y canción. Al término de esta triada fue a abrazar a sus guitarristas, mientras se escucha el grito: “El Aranjuez, Cigalaaa”.

Ya habían pasado 70 minutos desde el inicio del concierto, pero se fueron rápidamente. La segunda parte comenzó con Nostalgia, seguida de Inolvidable y Veinte años, tres temas que desempolvaron la memoria musical del público y prolongaron el arrobamiento nocturno que Diego El Cigala les había asestado esa noche.

Al cantar Corazón loco, Diego nuevamente interpeló al público: “Quiero pedir un fuerte aplauso para Bebo Valdés”; luego Diego, casi para sus adentros, susurró: Te amo. Te quiero. Claro, el aplauso fue ensordecedor.

El tema Soledad llenó de una energía casi hipnótica con un aplauso estruendoso, como colofón del estado de ánimo que había subyugado la canción original del argentino Enrique Fabregat Jodar.

Se acercaba el final y, manteniendo el nivel musical de la noche, Diego se discutió con Vete de mí y Lágrimas negras, que protagonizó exacta y únicamente para ser precisos en el mejor momento de la noche. Llegó una versión extendida de Bien pagá con la cual se despidió: Gracias México, que Dios me los guarde muchos años.

El público de las primeras filas se agolpó frente al escenario para tomar fotos con los celulares al momento que El Cigala y sus músicos se despidieron. Mientras, el resto del auditorio pedía otra. El Cigala complació el pedimento y soltó Dos gardenias para ti.

Afuera, el frío no se sintió.