Marianne Cerino escribió y actúa obra de su propia vida
Las mujeres somos bestias ciegas cuando nos enamoramos
Lunes 2 de septiembre de 2013, p. a14
Al acabar el ensayo del pasado miércoles del monólogo teatral Bestia ciega, las manos de la actriz Marianne Cerino estaban frías por la historia que cuenta, actúa, vive, que es su propia vida a lo largo de dos años de una relación de pareja que estuvo a punto de anularla definitivamente como mujer por lo que eufemísticamente se llama violencia doméstica.
Esta pieza teatral también fue escrita por ella. La redactó en tres días, en una catarsis, un vómito del alma. Son dos años de mi vida resumidos en 45 minutos
, precisó crudamente en entrevista.
Bestia ciega es una tragicomedia que se presentará todos los martes a partir de mañana, en el Polyfórum Cultural Siqueiros.
Aparte, o además, estaba mi suegra, su mamá. Esta obra la produzco también yo bajo la dirección de Humberto Dupeyrón.
En el ensayo, Dupeyrón afinaba detalles en la luz, el sonido, en los apóstrofes para rematar frases. La escenografía refleja una intimidad de pareja y un bulto debajo de las sábanas... un bulto que no da los buenos días, guarda silencio, se baña, se va sin despedirse, sin probar el desayuno que ella le preparó aunque no se lo merecía. Eso ocurría un día tras otro. Y se va en su auto. Ni una palabra en ese largo largarse.
La temporada será todos los martes de septiembre, a las 20:30 horas, y los lunes de octubre y noviembre, a la misma hora. Después se irán a otro foro.
–¿Para usted cuál es la necesidad de repisar el camino que transitó, ahora en el teatro?
–Primero quiero mostrar que habemos mujeres fuertes, capaces, pero que somos bestias, bestias ciegas, cuando nos enamoramos. Dejamos de ser nosotras mismas para procurar la felicidad de alguien más.
“Quiero mostrar que sufrí maltrato; fui ante las autoridades, el pasado 20 de enero de 2013; fui toda golpeada y las autoridades me pidieron testigos. Les pregunté que qué testigos quieren. ¿Las cuatro paredes? Me puse a investigar y resulta que en México se reportan 600 mil casos de mujeres maltratadas al año. Ahora bien, otros que no se registran porque no hay denuncia, porque hay miedo a una nueva golpiza, o por ignorancia, por falta de información.
“¿Cuántos más necesitamos para que esto deje de ocurrir? Lo único en que nos equivocamos es en que como mujeres nos enamoramos de un hombre. ¡Realmente se equivoca uno del hombre elegido? Como mujer uno debe ser más cuidadosa y hacer a un lado cosas triviales. Las personas mostramos nuestro ser con el tiempo.
Gritos y agresiones físicas
Al principio mi relación fue hermosa. El fracaso total fue haberle dado entrada a mi suegra. Primero son gritos y luego se van dando otras agresiones, hasta que se inicia la defensa. ¡No, no estaba más alto!, pero como hombre sí es más fuerte y muy mañoso. Sí es culto. Es abogado, pero eso no tiene nada que ver. La cultura y los estudios no tienen nada que ver, tampoco el medio en el que te desenvuelves, sino lo que te inculcan en la familia, porque esto es una cadena. Si hay un matriarcado y un sólo hombre, a éste lo tratan de proteger, y en el caso de una madre son celos enfermizos. ¡Y esos hijos no entienden que el cariño de una madre es distinto al de una mujer!
Foto cortesía de la producción
Marianne resaltó que a su suegra nunca la tenía contenta con nada, porque para ella no había mujer ideal para su vástago. “Esas madres siempre creen que nadie va a ser mejor que ellas, aunque uno no llegue a competir. Yo traté de querer a la persona, a ella, porque amaba a su hijo, pero qué hacer con los arranques del ser humano.
Vivíamos en un departamento sólo él y yo; es hijo único muy apegado a las faldas de su mamá, y nunca pude con eso; no quería competir, trataba de acoplarme. Dejé mi carrera de actuación, de administración de empresas; dejé de trabajar, mi negocio, mis amigos... ¡por él!, por estar en la casa, por estar con esa persona, por amor.
No sé que quería
Agregó: “El quería una mujer que estuviera ahí, pero la verdad ahora no sé qué quería. ¡El es defeño y yo soy de Tabasco! Me gritó muchas cosas, como que yo no era nadie, que no valía nada. Estaba empezando un embarazo, pero comenzaron los golpes y la señora, mi suegra, también me comenzó a criticar. Hasta que me dije: ‘¡Ya, Marianne! ¡Hasta aquí!’ Me revaloré. Me dije que soy muy luchona y trabajadora. Empaqué mis cosas y me fui. Me amarré uno y la mitad del otro, ¡porque duele! Estaba deprimida, porque el año pasado perdí a mi mamá y a mi mejor amigo. Eran conflictos y conflictos; a veces quería hasta matarme. No, eso era la pauta. Me defendí, pero la fuerza es diferente”.
Para ella las autoridades no funcionan porque la ley para la mujer, en estos casos, no está bien fundamentada. Si llegas golpeada y te piden testigos, pues no puedo llevar a mis paredes. Es una ridiculez. Era tanto el amor por él que no había odio en mí. Me da coraje, pero ojalá su pareja le abra los ojos. Va para todas las mujeres, para que tengan dignidad. Pienso que esta obra hará reflexionar a los hombres. Es más, está hecha para ellos
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