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Rindió homenaje al actor Enrique Lizalde en su concierto anual en el Auditorio Nacional

Óscar Chávez va del huapango a la poesía, pero no canta El rey

El músico abordó el problema minero a ritmo norteño, interpretó temas poco conocidos de Greever, Esparza Oteo y Tata Nacho

Se vende mi país la hizo hace 11 años y sigue vigente, dijo

Foto
Óscar Chávez durante su presentación del sábado pasadoFoto Valentina López de Cea
 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de septiembre de 2013, p. a13

… Y Óscar Chávez no cantó El rey, de José Alfredo Jiménez. El sábado pasado, en su concierto anual número 16 en el Auditorio Nacional, desde la remodelación del inmueble, el Caifán Mayor se mantuvo firme en el orden del programa, a pesar de los gritos que le exigían ¡ya canta una que conozca, güey!, o le pedían La casita. “El rey no lo voy a cantar”, y cumplió.

El intérprete y compositor realiza una labor de investigación y rescate de la música popular de México y parte de los resultados los presenta en su concierto anual, en este caso del pasado sábado. No obstante, entre el público hay a quienes les gustaría escuchar las piezas ceceacheras, las parodias políticas de hace 30 o más años, y Hasta siempre, dedicada a Ernesto Che Guevara.

Cada año ha habido momentos tensos y los reclamos son cada vez más manifiestos, como cuando Chávez compartió escenario con Jaime López, y se escuchó: ¡Ya cántale a mi mamá, Óscar!

Todo, a final de cuentas, es parte del espectáculo y hay hasta risas.

Sin ánimo protagónico

El concierto comenzó a las ocho de la noche, puntual, como estaba escrito en el boleto. Los Morales y Chávez entraron juntos, sin ánimos protagónicos del llamado Estilos de la película Los Caifanes. En ese momento los mensajes fueron ¡Házme un hijo!, pero no de una mujer, sino de un caballero que quiso hacerse el chistoso, lo cual logró. Varias damas chulearon a Chávez. Es galán, aunque no quiera.

Los primeros acordes fueron una directriz. Un huapango sumergió a la concurrencia en los sonidos tradicionales, en la raíz y en la tierra. Siguieron boleros muy conocidos que fueron coreados, algunos que hizo famosos Julio Jaramillo. “… ¿dónde están mis amigos? No los veo. ¿Dónde están mis hermanos? No los hallo. Solito he de sufrir, solito he de llorar, solito yo me tengo que acabar…”

Alta traición, el poema de José Emilio Pacheco musicalizado por Chávez fue directo a la conciencia. Con unas cuantas líneas, el poeta habla de un México que no quiere, pero por el que daría la vida.

En las pantallas se proyectó la imagen del actor Enrique Lizalde, recientemente fallecido, a quien estuvo dedicado el concierto. El público le tributó un largo aplauso y varios ¡bravo!

Llegó una parodia muy chispa sobre la visita al Papa Francisco que provocó carcajadas, por aquello de que para ir a verlo hubo quien empeñó hasta a sus nietos y a toda su parentela.

En otra canción abordó el problema minero a ritmo norteño. Habla del riesgo de morir en un pozo. Un son veracruzano llevó a los presentes a otros climas, a sentir otras vegetaciones, a escuchar la jarana y el arpa. Un bolero de amor, de amar en primavera. En ese río de voces y ámbitos llegó la cascada: Por ti, la canción que recuerda que hay un dolor que lastima el pecho y envejece el alma cuando se pierde el amor de alguien, que hace de la vida un infierno. El infierno es amor tan eterno.

Se fueron Los Morales y tomó su lugar un grupo dirigido por Rosino Serrano, que en adelante dio otro tono al concierto. Una alineación de lujo, que comenzó con una melodía de Marcial Alejandro, quien habla de los veneros que dan vida, que son el flojisto, la piedra filosofal. La enorme sensibilidad de Marcial, en cada frase, radical, imposible de mejorar en su arte. Hay canciones que equivalen a miles de canciones. Nuestros veneros es una de ellas. Óscar interpretó un poema del vate metafísico José Gorostiza, musicalizado por él, en el cual se discurre sobre un vaso de agua. Para el poeta salvadoreño Roque Dalton, una melodía en la que la letra es clara y precisa: tu voz es la campana de los cinco sentidos. Las imágenes de Roque en diferentes momentos de su vida fueron emotivas, hasta él detrás de las rejas.

El concierto era en esos momentos poesía pura, pero había quienes querían oír La casita. Chávez da a la poesía de Dalton, alargando las frases, un efecto de eco que retumba en las catacumbas.

La noche es un homenaje a Enrique Lizalde, quien era un lector voraz, y había que estar a ese nivel.

Pero vino el grito del caballero inconforme que quería oír algo consabido. Por un instante, Óscar se desconcentró. Una composición de Rafael Mendoza, única e indivisible, inundó como un lamento. Rafa está creando mejor que nunca. Cerró la primera parte del concierto y mientras se iba repitió que no iba a cantar El rey.

En la segunda parte siguió con el acompañamiento del grupo excelso de Rosino. El tono fue el mismo. Cantó algo de lo menos conocido de María Greever, de Alfonso Esparza Oteo y de Tata Nacho.

Cenizas

Se fue Rosino y regresaron Los Morales. Un bolero revivió y complació a los inconformes: Cenizas. Subió el ánimo con la canción que dio título al concierto: Se vende mi país, de la que subrayó que la hizo hace 11 años y sigue vigente. En las pantallas se proyectaron imágenes de movimientos sociales, de Genaro Vázquez, de Lucio Cabañas, de la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas, de protestas de familiares de desaparecidos, de manifestantes gritando con rabia, de la defensa del magisterio contra la reforma educativa, del ni perdón, ni olvido, y de lo que apenas comienza: la oposición a la privatización en el sector petrolero. Es la iconología que da base al trabajo de Chávez y muchos lo entendieron en ese momento.

Se escucharon unas más conocidas y las aguas siguieron sus cauces. Nada que Macondo no hiciera olvidar; nada que el sabor de la guanábana no dejara atrás; un son veracruzano cuya letra dice que el modito de caminar de los pendejos le da risa. Hasta los boleros Perdón y Flor de azalea, enormes melodías que unieron en el romanticismo a los presentes, que regresarán en 2014, sin duda. ¡Ah!, y tampoco cantará El rey.